Cementerio.

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Después de todo lo que hicieron por el Restaurante, todos decidieron que lo apropiado sería tomarse el resto de la tarde de modo libre, ya que habían hecho de todo y aparentemente, las cosas iban bastante bien para todos ellos.

Ross había apurado a Laura para que siguiera a los demás. Tenia planeado tragarse su orgullo por una vez y darle las gracias a esa chica tan extraña. Pero eso no pudo suceder, ya que la castaña tenía otros planes en mente. De modo amable dijo que después regresaría, ya que tenía algo qué hacer. Ross se moría de curiosidad, pero decidió simplemente no preguntar. Así que subió con los demás a la micro.

—Veo que esa chica te tiene pensativo —le dijo Germán en tono de broma.

—No podría importarme menos su vida —respondió alejándose un poco de él moreno.

—Eso dices, pero tus mejillas sonrojadas dicen otra cosa —alcanzó a escuchar. Vio como Calum se reía levemente, y enojado se alejó hasta el lugar más oculto. Ahí se sentó y frunció el ceño.

Mientras que, una castaña acababa de bajar de una micro y ahora se encontraba caminando en el Cementerio, siendo que ya era un poco tarde.

Reprimiendo las lágrimas, caminó hasta que pudo llegar a la tumba correspondiente a su padre, Damiano Marano. Al llegar ahí, hizo la cruz y después se arrodilló. Sentía como todo su cuerpo se estremecía, por las lágrimas que estaba conteniendo.

—Hola, papá... —saludó en un susurró, su voz no salía del todo —, ¿Cómo estás? Espero que te encuentres feliz al lado de mamá —por instinto tomó sus manos. Ahora las lágrimas caían libremente, pensar en sus padres muertos era algo muy doloroso —. Te pido por favor que me ayudes a encontrar a Auggie, lo extrañó tanto. El mundo es tan cruel, lo único que pido es que éste bien —suspiró entre lágrimas. Cada día veía las noticias y leía los periódicos, ya que buscaba a algún niño muerto o algo por el estilo. Gracias al cielo, no había ninguno —. Papá... la verdad es que tengo que decirte algo. Me di cuenta de que soy una mala persona, soy terrible —ocultó su rostro con sus manos —. Me enamoré del novio de Maia, mi hermanastra —suspiró entre lágrimas.
¿Enamorarse de un engreído como Ross? Pues sí. Eso había sucedido. La convivencia que mantenían había interferido bastante.

—Cuando lo conocí él era un engreído, en ocasiones me daban ganas de golpearlo, pero me contenía —dijo mientras reía en medio del mar de lágrimas —. Pero después, lo conocí bien y me di cuenta de que eso es un disfraz que él mismo armó. Es un chico miedoso, inseguro y bastante loco. ¿Puedes creer que piensa que soy una clase de espía? —comenzó a reír, mientras limpiaba sus lágrimas —. ¡Es tan torpe! Pero bueno... estoy segura de que podré salir adelante —dijo en tono serio, cambiando su actitud radicalmente —. Él tiene una abuela que es como un Ángel, la adoró. Pero ella está muy enferma. Me gustaría pedirte que la ayudes a mejorar, que por favor no muera aún y que pueda tener memoria. Debe ser horrible olvidar hechos de tú vida, o a algunas personas —el cuerpo de Laura se estremeció ante esa idea, sonaba espantoso —. Por favor, ayúdame con Auggie —pidió entre lágrimas.

Mientras Laura seguía comunicándose con su padre, por cosas del destino, su padre se encontraba cerca del cementerio, ya que ahí es dónde normalmente toma locomoción.

Laura se despidió de su padre, se relajó un poco y comenzó a secar sus lágrimas con sus brazos. Entonces, fue directamente al paradero, para su suerte la micro pasó enseguida y ella subió. Se sentó y se colocó los audífonos, para perderse en sus pensamientos.

Inconsciente de lo que sucedía a su alrededor.

Damiano iba caminando al paradero, estaba a dos cuadras de distancia, pero a medida que iba llegando, reconoció a su hija. Al principio pensó que ya se había vuelto completamente loco, pero al frotar sus ojos se dio cuenta de que su hija ya había subido a la micro. Comenzó a correr y a llamarla, pero ya era tarde, la micro ya se había ido.

Se sentó en el paradero y tiró su cabello con algo de desesperación. Pensó en Laura, en lo bella que se veía, en lo grande que estaba. Y se dio cuenta de que realmente ella estaba aquí, que Jill le mintió descaradamente.

—¡Me va a tener que escuchar! —dijo haciendo puños sus manos.

Laura por su parte iba en la micro, distraída. Al bajar de la micro, caminó a la mansión Lynch y entró. Apenas estuvo dentro, se encontró con Ross.

—¿Estás bien? —preguntó él rubio preocupado. Se fijo en el rostro de la castaña y se dio cuenta de sus ojos cristalinos, ella definitivamente había llorado.

—Lo estoy, gracias —respondió en un susurró. Sonrió de modo falso.

Ross la miraba y quería darle un abrazo, quería ayudarla, pero sabía que eso no correspondía. No eran nada, quizás amigos, pero nada más.

—Oh, ahora que lo recuerdo, Calum llamó —dijo Ross mientras pensaba en esa llamada. Germán se había encargado de unir su nombre con el de Raura, aparentemente, ahora eran "Raura" —. Preguntó por ti —informó, frunciendo un poco el ceño ante el recuerdo de eso.

The True.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora