Una nueva vida.

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—¡¿Qué?! —fue lo que grité, lo único que pude decir, no podía ser cierto. ¿Cómo que mi papá había muerto? Si anoche estuve con él, estábamos bien, hablando. Lo vi, él estaba vivo —Mamá, no puedes estar hablando en serio. Mi papá.

—¡Tú papá está muerto! —gritó ella llorando —Es la verdad...

—Mamá, debes...

—¡No! —me interrumpió ella —Quiero que entiendas. ¡Él está muerto!

Jill se levantó, limpió sus lágrimas, y me miró fijamente.

—Fui a reconocer su cuerpo hoy, era él. Reconocí su reloj, y estaban sus documentos. ¡Era Damiano!

—Mamá, ¡es imposible! —mis lágrimas ya estaban callendo. ¿Cómo podía pasar eso? No lo entiendo —¿Qué le pasó a papá? —lloraba a mares.

—Murió en una explosión. ¿Qué hacia en un lugar así? ¡No lo sé!

Una puerta se abre, y Auggie entra corriendo, asustado. Me ve y me abraza.

—No... no... llores —dice, abrazándome, con fuerza —Yo estoy aquí —me mantiene en su pecho, acariciando mi cabello, con ternura —yo me rió. Él es un buen hermano, es una buena persona, a pesar de ser diferente.

—Hermano, ve a tú habitación —digo estando un poco más tranquila —Mamá y yo tenemos que hablar.

Auggie se para y mira a Jill, y niega con la cabeza.

—Ella... no es mamá —dice, con el ceño fruncido —Mamá es Ellen, mamá es linda, mamá es... —le tapo la boca.

—¡No digas esas cosas! Jill es buena persona, Jill nos quiere.

—Nadie nos quiere como Ellen nos quería

—¡Auggie! —digo en tono de reproche —Pequeño, ve a tú habitación —lo guió, él niega con la cabeza pero camina. Parece hablar solo. Yo me rió un poco —Lo siento, es pequeño y sabes que vive en su propio mundo.

—Sí, no me sorprende. Escucha Laura, sé que es una situación difícil para ti

—No tienes idea —mis lágrimas vuelven a salir, la intento abrazar pero ella no me deja, pone sus brazos mucho antes de que yo la pueda abrazar —¿Sucede algo?

—Sí, sucede que debes hacer tus maletas ahora mismo

—¿Nos mudaremos madre?

—No. Maia y yo nos quedaremos aquí —fruncí el ceño en seguida. ¿No nos mudaremos pero debo hacer mis maletas? —Y tú y tú hermano se irán.

—¡¿Qué?! —casi me desmayaba al escuchar esas palabras

—Laura, tú papá ha muerto. ¿Acaso crees que yo te cuidaré? Eres una mujer hecha y derecha, y yo no soy tú madre como tanto me dices —sonrió con malicia, yo abrí mis ojos como platos —Además, tienes a ese niño tonto como hermano

—¡Auggie no es tonto! —grité furiosa

—Como digas... —fue su sarcástica respuesta —Lo único que puedo decirte es que no puedo mantenerlos a todos. Maia es mi hija, es mi sangre y debo cuidarla. Tú puedes arreglar las cosas solas y salir adelante.

—Ma... —no, no podía decirle "mamá" después de todo lo que me dijo —Auggie y yo no tenemos adónde ir. ¿Qué quieres que hagamos?

—No lo sé —Jill se acercó a un mueble, y sacó un sobre —Toma, es todo lo que puedo darte —me entregó el sobre. Lo abrí, había algunos billetes —Ahora, ve a hacer las maletas, y vete. Quiero que se vayan antes de que llegue Maia. ¿Entendido?

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