Buscando soluciones.

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Mientras dentro de la casa Lynch todo era un griterío, Jill sólo podía sonreír, porque según ella, se había salido con la suya. Ahora no volvería a saber de Laura, pero aún faltaba algo, una última visita.

—No creó que sea tan tonta como para presentarse mañana al trabajo —dijo Stormie moviendo sus manos.

—Yo creó que lo hará —opinó Rydel —Irá a presentar su denuncia, porque mí abuela no dijo nada respecto al tema.

Jill escuchaba atentamente, porque gracias a ellas, sabría dónde podía encontrarla por última vez.

—...—

Cierta castaña caminaba en la oscuridad de la noche, caminaba sin un rumbo fijo. No podía ver del todo bien, ya que sus ojos estaban llorosos, todo se veía borroso. Era una sensación horrible. Se sentía una tonta, había caído en una trampa y seguramente ahora Jill se estaría riendo de lo tonta que ella fue. Y lo peor de todo es que... ahora definitivamente estaba sola. Sola. Sintió un amargo sabor en sus labios y más lágrimas caer de sus ojos. Estar sola es horrible, es algo que nadie debería experimentar nunca en la vida.

A su mente llegó una sola persona, y no, no era Ross. Raini, su mejor amiga. Ella podría ayudarla, sólo debía contarle todo lo que pasó y ella la entendería, quizás podría recibirla sólo por está noche.

Comenzó a caminar de modo torpe con dirección a la casa de Raini. No era tan lejos, por lo que tuvo suerte. Como era tarde, las calles estaban casi vacías, nadie la vería en esa humillante situación.

Después de unos veinte minutos, o tal vez un poco más, finalmente llegó a la puerta del lugar. Tocó con algo de miedo. Cinco minutos después, Raini abrió. Su boca se abrió de par en par, debido a la sorpresa que le provocó ver a su amiga en ese estado.

—¡Laura! —exclamó con suma sorpresa la más baja —. ¡Entra, rápido! —tomó a su amiga por los hombros y la sentó en uno de los sillones —. ¿Qué te pasó? Odio decirte esto, pero te ves fatal.

Laura rodó los ojos, Raini siempre ha sido brutalmente sincera. A veces es algo lindo, pero a veces, es molesto.

—Ross y yo llegamos a la mansión Lynch —comenzó a contar Laura —. Y cuando llegamos Stormie me dio una fuerte cachetada —recordó con dolor y acarició la zona, recordando el fuerte impacto —. Entonces, Rydel empezó a decir que soy una ladrona. Pasaron muchas cosas, apareció mí madrastra —la boca de Raini se abrió debido a la sorpresa, no esperaba que ella apareciera en escena. Se sentó al lado de su amiga, acariciando sus hombros. Laura sonrió agradecida, necesitaba compañía —. Revisaron mí maleta, y estaba llena de collares, joyas, ropa. ¡Y yo no fui! —ocultó su rostro entre sus manos.

—¡Esto es imposible! —Raini se levantó del sofá e hizo puños sus manos —. ¡Todo fue una trampa! Tú jamás le robarías a alguien, nadie debería haberle creído a esa tonta —la voz de Raini demostraba rabia, al igual que su mirada —. Tenemos que ir a hablar con la policía, yo iré contigo, hablaré bien de ti —tomó de la mano a su amiga e intentó levantarla inútilmente.

—No podemos ir —cortó Laura —. Aunque hables bien de mí, si los llaman ellos tienen pruebas —Laura suspiró derrotada —. Mí maleta con las cosas quedó ahí —Raini suspiró y tomó su cabello en una coleta alta —. Creó que tienen todo a su favor, tristemente.

—Vaya mierda... —susurró Raini, aunque Laura la escuchó y se rió. Raini sonrió apenada —, Sé que no te gustan las groserías, pero en ocasiones son necesarias. Como ahora —aclaró —. Bueno, quiero que sepas que puedes quedarte aquí, mientras arreglas las cosas.

—Te lo agradezco mucho —Laura se levantó del sofá y le dio un fuerte abrazo a su mejor amiga. Después se sentó de nuevo.

—¿Qué piensas hacer? —preguntó Raini.

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