Camino sólo por los enormes pasillos de este gran edificio mientras sigo cuestionando mi vina y mis decisiones, no hay una sola noche en la que me pregunté... ¿Hago bien? ¿Hago mal? No lo sé. Sólo sé que la soledad no es agradable, mucho menos cuando estabas acostumbrado a estar rodeado de gente a diario. ¿Cómo es que pude caer tan bajo? ¿Qué hice yo para tener que sacrificarme de éste modo a mí mismo?
Ok... Supongo que llevar a mi familia a la quiebra fue algo estúpido, pero... ¿Cómo iba a saber yo lo que pasaría? ¿Cómo se supone que sabría que todo acabaría tan fácilmente?
—...—
Aún recuerdo el momento en el que me habían quitado el poco dinero que tenía, y yo en mi desesperación salí corriendo detrás de ese sujeto, algo que en otras circunstancias no había hecho, pero ahora NECESITABA el dinero. Y bueno... Después de seguirlo, me quedé escondido viendo todo. Fui testigo de la explosión, y después, como si fuese un tonto, entre a verlo. Vi su cuerpo muerto y lleno de sangre. Vi que llevaba puesto mi reloj y que tenía mi billetera quemada en su bolsillo.
Y así, como por arte de magia, una ampolleta se prendió en mi cabeza y lo pensé TODO. Porque si yo moría... mi familia no lo perdería todo y no quedarían en la calle, claramente, yo no podría volver a aparecer y tampoco decir mi nombre, tendría que vivir como si fuese un vagabundo, tendría que vivir escondido. No me sentía seguro del todo, pero... la familia es la familia, ellos no pueden vivir en la calle, yo me sacrificaría por todos ellos.
—Lo siento mucho por usted, buen hombre. Dios sabe porqué hace las coas, siento que su vida haya terminado de éste modo, espero que desde el cielo encuentre la paz que en vida seguramente no tuvo. Qué pueda descansar y ser feliz —dije sujetando la fría mano de ese sujeto.
—...—
Los primeros días, debo decir que no fueron para nada fáciles. Me moría de hambre, sentía ganas de tomar un baño y... Tenía que hacer mis necesidades en la calle, o pedir baños a los negocios, el mayor problema era que muchas veces no me lo permitían, resulta que cuando vives en la calle, las personas te tratan mal, realmente mal, pueden ser muy crueles con uno.
Hubo momentos en los que le pedía ayuda a la gente, les preguntaba por lugares donde pudiese trabajar o donde se compadecieran de mí y pudieran darme aunque sea, un misero pedazo de pan. El hambre era una enemiga silenciosa, y la sed me mataba lentamente. No soportaría tanto tiempo como yo lo había planeado. Las personas me evitaban, nadie quería siquiera hablar conmigo, y las madres, asustadas, escondían a sus pequeños de mí, me sentía la sobra del mundo. Es irónico como después de haber tenido TODO, terminé así, sin NADA.
A veces quisiera volver a mi casa. Quisiera ver cómo lo están pasando Jill, Maia, Laura y Auggie, mi familia. Pero no puedo hacerlo, porque si lo hago sabrán que estoy vivo y terminarán en la calle, les quitarían todo el dinero del seguro, debo resistir, aunque sea, debo hacerlo por ellos, que son mi vida. Ya que... Seguramente todos ellos están en familia, unidos, y viviendo felices, JUNTOS.
—...—
Entonces... En uno de mis días de desesperación, encontré un departamento completamente abandonado, desde ese tiempo, estoy viviendo en él. Puesto que tiene una cama, un baño y un comedor, el refrigerador está vacío, pero en el patio hay un árbol de manzanas y otro de naranjas, por eso me siento feliz, las manzanas son deliciosas para no sentir hambre, y las naranjas son comida y al mismo tiempo te quitan la sed. Incluso... No estoy tan solo, porque hay varios gatos que traen cosas, nunca pensé que con la boca los gatos pudiesen traer ropa, la verdad es que me sorprendí mucho la primera vez que los vi, pero eso ahora ya es una costumbre aquí.
Bueno... Desde que me mude a la mansión que he empezado a vivir mi nueva vida, ahora no soy Damiano, ahora me hago llamar Germán, o eso es lo que repito en mi mente, si alguna vez alguien decide hablarme, debo decir que mi nombre es Germán...
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The True.
FanfictionLaura vivió toda la vida con su padre. Hasta que un día, él decidió comenzar a salir con Jill Mitchell, quién se convertiría en su madrastra. Ella a pesar de ser millonaria, quería dedicarse a estudiar algo simple: gastronomía. Simplemente quería se...