Jill descubre la verdad.

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Sé que suena un poco raro viniendo de mí, pero me sentía culpable. No sabía que esa chica lo había perdido todo. Por muy tonto que suene, le creo. Porque para inventar todo lo que dijo, tendría que tener algún tipo de enfermedad, ya que son palabras mayores. ¿Quién podría decir que perdió todo y mentir? Sólo un enfermo.

Pero... ¿Qué pasaría si en su retorcida mente creó esa historia y con eso consiguió convencer a mi abuela de venir a vivir a nuestra casa? ¡Es una fresca! Con razón no puedo confiar en ella, hay algo en ella que realmente... No me gusta. Sólo tendré que tener vivo el ojo con ella.

—...—

Mientras que en la casa de la familia Lynch, Martina había salido, Rydel se encontraba en el trabajo, y Stormie no quería trabajar, por lo que decidió llamar a una amiga, para pasar la tarde.

Ambas mujeres, se encontraban sentadas en la cama, con una taza de té, conversando de distintos temas, ya que desde hace mucho no se veían y tenían que ponerse al día.

—¿Qué tal las cosas en casa? —pregunta Jill, después de haber hablado mucho sobre su hija.

—¡No sabes lo mal que está todo! —responde Stormie, suspirando.

—¿Mal? Las cosas parecen bien, todo se ve tranquilo —responde Jill, al percatarse de que no había nadie en casa, salvo ellas y el mayordomo. Ella sabía la situación familiar, que todos estaban trabajando. Ella sabía que en los millonarios no se daba muy bien eso de trabajar, ni siquiera ella había trabajado todo el tiempo que estuvo con Damiano.

—Lo que pasa es que mi madre encontró a una chica en la calle, que la estuvo cuidando cuando se perdió. Y para agradecerle, la dejó vivir en está casa —explicó Stormie —. Pero la chica puede ser una ladrona, o una interesada. No confió en ella, ni siquiera se sabe vestir bien.

Jill al escuchar aquella declaración, abrió sus ojos de par en par. Su corazón comenzó a latir acelerado, ya que sintió miedo. ¿La vida podría estar jugándole una mala pasada? ¿Podían las cosas ir de bien a mal tan rápido?

—¿Ah, sí? —respondió tomando un poco de té —, Cuéntame un poco de ella.

—Es baja, para su edad es bastante baja. Tiene el cabello café, y puntas en degrade, de un tono más o menos miel, casi rubio. Su ropa es barata, tiene muy poca, es tan deprimente —Stormie rodó los ojos.

Jill sabía que hablaba de Laura, esa descripción fue más que suficiente. Sus manos empezaron a sudar, debido a los nervios que sentía en ese preciso momento. Pero de todas formas, decidió preguntar:

—¿Cómo se llama?

—Creo que Laura... —respondió Stormie.

Al confirmar mis dudas, mi corazón se aceleró aún más. Ahora Laura vivía en la casa Lynch. Hasta ahora no había dicho que la echamos de casa. No lo puede decir, o sino todo el plan se iría a la basura, tengo que ser rápida, tengo que hacer algo enseguida.

—...—

El día en el trabajo fue bastante ajetreado, puesto que el Restaurante estuvo la mayor parte del día lleno. Ross no me dirigió la palabra en todo el día, simplemente me miraba con odio, con rencor. Yo no me preocuparía más por él. Ya que durante el día, no trató bien a nadie, y eso era irritante. Calum en muchas ocasiones lo retó, pero él seguía comportándose de un modo engreído, y eso me irritaba demasiado.

El final del día llegó, y Calum nos llamó a Ross y a mí, quería hablar de algo importante.

—Laura... —susurró él —, Quiero decirte que para ser tú primer día, hiciste todo muy bien y fuiste muy atenta con todos los clientes.

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