Desde hace algunos días, las cosas han cambiado para mi esposo y para mí, desde que ese niño apareció en está casa. Aún recuerdo esa noche. Eran casi las dos de la mañana, cuando pensé que un ladrón se había metido a la casa. Mi esposo y yo veníamos llegando, y vimos a un chico en la puerta, hablaba solo. Eso resultó bastante extraño. Ese día le hicimos muchas preguntas, pero sólo gritaba e intentaba esconderse. Nos dimos cuenta de que no tenía adónde ir, y de que sufría una enfermedad, porque no entendía bien las cosas, incluso tenía cara distinta. No podíamos dejarlo ahí, solo. Así que desde hace algunos días, o tal vez ya han pasado semanas, no estoy muy segura, pero lo hemos estado cuidando.
Ahora él está sentado, mientras toca el piano y sonríe. Ríe solo. Parece vivir un mundo aparte.
—No lo podemos tener aquí para siempre.
—¿Dónde puede ir? Nunca nos habla de nada.
—Hace tiempo que no intentamos hacerlo hablar. Inténtalo ahora, conmigo se esconde más.
—Niño... —tocó su hombro, pero él se inquiet y da un pequeño salto —, ¿No tienes familia? —preguntó, pero sólo me ignora —, ¿Tal vez tienes un padre, o una madre? Y te pueden extrañar —esas palabras no funcionan, es cómo si fuese de piedra, cómo sino me entendiera —, ¿Qué hay de un hermano, o una hermana?
Al preguntar aquello, da un gran salto. Se levanta y repite una y otra vez: "¡Hermana!", parece que recordó a alguien. Camina hacia la puerta, toma la perilla y simplemente se va. Yo quiero ir trás él, no puedo dejarlo solo. Pero mi esposo me detiene.
—Déjalo ir —me dice —. Recordó a un familiar, es un gran paso.
—¿Y si se pierde? —preguntó asustada.
—Puede haber recordado la dirección de su hermana. Dios lo cuida.
—Espero que tengas razón.
—Dios lo cuida. Como nos cuida a nosotros, no podemos cuidarlo por siempre, con suerte tenemos dinero para mantenernos a nosotros mismos.
Sé que tiene razón. Aunque me parece inhumano que lo dejemos ir solo, puede perderse. Pero confiaré en las palabras de mi esposo, "Dios lo cuida".
—...—
Despierto temprano porque siento en el aire un delicioso olor a tostadas. Mi estómago gruñe como un gatito que ronronea debido al hambre que siento. Me doy una ducha corta, pero de todas formas cuenta. Después salgo y me visto. Me puse un jean azul oscuro, con una camisa de color negro, que lleva el dibujo de un gato blanco con ojos celestes, en los pies, zapatillas. No tengo ropa muy linda, de hecho, la mayor parte de mi ropa quedó en casa. Creo que Tini va a enviar a alguien a buscar mi maleta. Espero que sea pronto, porque me siento desnuda con tan poca ropa. Después de verme en el espejo, bajo. En las escaleras me encuentro con Rydel, que me mira con una cara de pocos amigos que me hace sentir muy incómoda. Después, al bajar me encuentro con Tini.
—Tini, muy buenos días —la saludó alegremente y le doy un beso en la mejilla —. ¿Cómo estás?
—Bien, gracias. ¿Cómo estás tú? —pregunta, de muy buen humor.
—Agradecida. Muchas gracias por dejarme vivir aquí, es cómo un sueño y aún no puedo creer que es real.
—No me tienes que dar las gracias todos los días —ella ríe —. Laura, necesito que tengas esto —Tini extiende su mano y me da un sobre —, Guárdalo y después sabrás para quién es.
—Claro, gracias —respondo algo confundida. ¿Para qué necesito una carta? Parece que no va dirigida a mí, porque no me deja abrirla. Simplemente la recibo callada, y después la guardo, en el bolsillo de mi jean.
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The True.
FanfictionLaura vivió toda la vida con su padre. Hasta que un día, él decidió comenzar a salir con Jill Mitchell, quién se convertiría en su madrastra. Ella a pesar de ser millonaria, quería dedicarse a estudiar algo simple: gastronomía. Simplemente quería se...