Nueva personalidad y Confidentes.

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Al escuchar a Calum, todos se sentaron nuevanente y lo observaron con suma atención. Ya que era él jefe, siempre tendrían que respetarlo.

Calum sonrió al verlos a todos sentados, a veces disfrutaba ser él jefe, ya que era lindo sentirse poderoso.

—Cómo todos se esforzaron durante el plazo dado y consiguieron alcanzar la meta, hoy hablé con Martina y... —hizo una pausa para darle un poco más de misterio a la situación, lo que alteró a algunos, a otros simplemente les causó gracia —... les va a regalar un paseo a la playa que quieran, para cuando quieran. Puede ser inclusive mañana —avisó Calum. Todos comenzaron a aplaudir. Vacaciones... no hay nada más relajante que aquello, después de tanto trabajo.

—¡Gracias! —todos comenzaron a hablar del tema, a agradecer y a conversar un rato.

—¿Deberíamos ir a casa? —le preguntó Rains a Laura —. Yo ya estoy un poco cansada.

—Mm... puedes irte ahora, otro día nos vemos de nuevo —Laura besó la mejilla de su amiga, de ese modo ambas se abrazaron y se despidieron.

Al ver que de a poco algunos se empezaban a retirar, ella hizo lo mismo. Se levantó y comenzó a caminar, hasta que llegó a un parque. La oscuridad hacía que la banca del parque se viese más brillante aún, era una linda vista. Ya sin pensar más en pequeños detalles, se sentó en la banca y dejó salir un cansino suspiró.

Tantos pensamientos invadían su mente en éste momento.

Ross...
Aquél chico que antes era odioso, y ahora no se comportaba tan desagradable. Era atento, tierno y un poco torpe e infantil, puesto que seguía con la idea de que ella era una espía.

Auggie.
Su pequeño hermano desaparecido. Había buscado por todas partes, pidiendo ayuda a sus amigos, pegando carteles. Pero... nada. ¿Acaso él seguiría vivo? ¿algún día podrían reencontrarse?

Suspiró. De pronto, la banca se hundió un poco y a su lado pudo ver a su hermanastra, Maia.

—Laura... —dijo Maia con la voz entrecortada. Laura la vio fijamente y pudo ver que sus ojos estaban rojos, como si recientemente hubiese llorado. Eso hizo que su corazón le doliera.

—¿Qué tienes? —preguntó ella preocupada.

—Sólo quiero pedirte que... por favor, no me quites a Ross —pidió ella, volviendo a llorar. Lloraba amargamente, ya que se sentía sola, pérdida.

"No me quites a Ross". Esas palabras se repitieron en la mente de la castaña y sintió tanta rabia, su consciencia le recordó todo lo que sucedió: la echaron de la casa, no la ayudaron a buscar a Auggie, le pidieron que no dijera nada sobre que son familiares. Y ahora esto... ¿creían que ella estaba dispuesta a hacerles caso en todo? Hizo puños sus manos, presa de la rabia.

—Maia, Ross no es ningún objeto —respondió ella, con tono serio.

—No, pero he visto como...

—No he terminado... —prosiguió Laura, seria —... yo no tengo porque obedecerte. Puede que seamos hermanastras, pero nada más. Ni siquiera somos amigas.

—Somos amigas...

—¿Alguna vez te has preocupado por mí?, ¿alguna vez me has ayudado con algo? —Maia se quedó en silencio. Estaba sorprendida por la actitud de Laura, ella siempre había sido tan sumisa, tan dulce —. ¿Lo ves? No tienes nada... —Laura se levantó sintiéndose un poco ofendida —... yo no tengo porque hacer todo lo que me dices, ya no quiero ser esa chica que permite que todos la pasen a llevar, esa chica que siempre tiene que caerle bien a los demás. No. Yo valgo más que eso —asintió para sí misma —. Adiós.

Laura se retiró y para su suerte, una micro pasó en ese mismo instante. Por lo que subió. Decir aquello había resultado tan satisfactorio, se sentía bien defemderte de quién te utilizó durante mucho tiempo, más que bien.

—... —

Al llegar a la mansión, en el patio vio a Martina caminando desorientada. En ese momento, recordó el secreto, la enfermedad de Martina... alzheimer. La enfermedad en ocasiones se hace presente y la hace olvidar incluso cuál es su habitación.

Se acercó a ella y la abrazó por la espalda.

—Hora de ir a dormir —le dijo con tono amable.

—Laura... llegas en un buen momento, gracias —sonrió Tini.

—Vamos...

Ambas caminaron hasta llegar al patio trasero, se dieron cuenta de que nadie caminaba dentro de la mansión, por lo que entraron sin ningún problema. Luego de esa entrada, se dirigieron a la habitación de Tini y ya dentro, ella se sentó en su cama.

—Por favor, no le cuentes a nadie lo que sabes —pidió Tini.

—No lo haré, puedes estar tranquila —Laura sonrió de modo amable —. Aunque deberías decirles, no es bueno guardar secretos así.

—Gracias por todo... y por lo del Restaurante, sé que gran parte del esfuerzo fue tuya —sonrió Tini.

—Aunque no lo creas, Ross me ayudó mucho —Laura se sentó a su lado —. Al principio le costó un poco, pero después pudo incluso hablar con ancianas. Él ha cambiado mucho, ya hasta trabaja bien, creó que... le gusta
—explicó Laura, sin dejar de sonreír.

—Estoy tan agradecida contigo... —Tini abraza a Laura, la castaña corresponde de inmediato el abrazo, un poco sorprendida —... estás consiguiendo que mi nieto vuelva a ser él de antes, y eso es hermoso —Laura pudo sentir como caían lágrimas por su espalda. Acarició la espalda de Tini y sonrió un poco confundida, le hubirse encantado conocer al Ross de antes.

The True.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora