Capítulo doce.

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Mi mente grita una y otra vez que corra, pero mis pies no se mueven; estoy paralizada del miedo. Muerdo mi labio con fuerza sabiendo que no falta mucho para que empiece a sollozar. Casi puedo notar el brillo de satisfacción en los ojos de Aiden al ver mi patética reacción.

— ¿Por qué tan nerviosa, cariño? Ni que fuera a matarte, oh, espera... Si lo haré —su amenazante mirada y la seguridad es sus palabras hizo que inevitablemente un sollozo escapara de mi garganta.

— ¿Qué quieres de mí? —pregunte con voz asustadiza

—Tienes algo que me pertenece y lo quiero devuelta. —Fruncí el ceño y me hice la desentendida.

—No se dé que hablas —murmure

—Joder, no hagas esto más difícil. No quiero ponerme rudo, muñeca —avanzo un paso hacia mí y levanto la pistola en mi dirección.

— ¡Alto, alto! —grite asustada, mientras levantaba mis brazos al aire.

—Dame una razón por la cual no debería matarte en este preciso momento

—Porque... —Una inoportuna sonrisa me asalto y sin saber que carajos hacia, baje los brazos y hable segura: —No vas a matarme porque me necesitas; muerta no te sirvo de nada.

Mi corazón late con prisa y mi susurro mentalmente ¿Qué carajos estoy haciendo?, quizás ver demasiadas series policiacas no son del todo provechoso, te hacen creer fuerte y capaz de todo, capaz de poder crear un plan y salir inmune de cualquier situación.

Una estruendosa carcajada fue lo que obtuve de respuesta, la risa no duro mucho y dejo pasar a un rostro serio. Aiden avanzo unos pasos hacia mí, mientras mantenía el arma a la vista y en lo alto. Lo observe mover sus labios entre dientes pero no llegue a escuchar lo que decía. Su mirada subió hasta mi rostro, sus ojos se volvieron de un tono oscuro, opacando el color azul de sus ojos, y podía ver a simple vista lo tensada que mantenía la mandíbula; está enojado, muy enojado.

— ¿Me estas retando, zorra? Puedo matarte en este puto momento si se me da la maldita gana —vocifero furioso, cargo la pistola y me apunto con ella.

El ruido de la bala saliendo del cañón de la pistola retumbo con fuerza contra mis oídos, cerré mis ojos con fuerza y espere que el impacto llegara a mi cuerpo; pero esto nunca paso. Abrí mis ojos despacio, Aiden se encuentra tirado en suelo, con un pequeño charco de sangre empezando a acumularse a su alrededor y detrás de él, E. lo observa fijamente.

— ¿E....? —mi voz sale resbaladiza de mi garganta y la confusión tiñe mis facciones

—El auto esta doblando la esquina, ve hasta el coche y espérame allí —murmuro sin levantar la vista y tiro a mi dirección unas llaves. — ¡Ve al auto, Erin! —dijo elevando la voz.

Todavía confusa, me agache a recoger las llaves y salí disparada hacia donde E. me había indicado. Quite el seguro del auto y me introduje en el, mientras mi manos se mueven con nerviosismo y la confusión todavía se apodera de mi organismo.

E.:

Espere hasta que Erin hubiera desaparecido de mi campo de visión para luego agacharme hasta el cuerpo inerte de Aiden. Guarde mi pistola en mi cadera y con algo de dificultad le di vuelta al cuerpo muerto de Aiden. Revise dentro de los bolsillos interiores de su chaqueta, encontré dos pequeñas cajas de balas; las tome y las guarde en mis bolsillos. Encontré dos bolsitas con cocaína y dos mil dólares en efectivo, saque la pistola calibre 40 de debajo del cuerpo de Aiden y me guarde todo dentro de mi chaqueta. Voltee hacia los lados y al ver que no había nadie camine a pasos tranquilos hacia donde había dejado estacionado el auto.

DeuceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora