—Oh, cállate. —Murmuré con vergüenza mientras sentía como lentamente los colores se me subían al rostro, no pudiendo soportar la fuerte mirada que tenía Deuce en mí, baje la cabeza y juguetee con mis dedos; estrujándolos con fuerza.
Deuce terminó de colocar las velas alrededor y comenzó a encender cada una de ellas. Cuando terminó, se podía apreciar el mechón de luz naranja que desprendían las pequeñas velas creando sombras al chocar con algún objeto cercano. Deuce se dejó caer pesadamente sobre las mantas, me miró y sonrió.
—Espero que te guste la comida —murmuró sin quitar la sonrisa de sus carnosos y rosados labios.
—Es mi comida favorita, ¿sabes?
—Oh vaya, no tenía ni idea —dijo y pude notar una pizca de sarcasmo en su voz. Entrecerré los ojos hacia él y chasquee levemente la lengua.
Le pasé su plato de comida y empezamos a comer en silencio, disfrutando de la comida, del paisaje y del reconfortante y bien recibido silencio. Los grillos y demás insectos hacían una sonata sinfónica bajo la luz de la luna y las estrellas, haciendo el ambiente más puro y acogedor. Metí un pedazo de pollo a mi boca y los sabores explotaron sobre mi lengua, gemí y cerré los ojos mientras masticaba con lentitud apreciando con mis papilas gustativas la delicia de la comida.
— ¡Esto está delicioso! —Vociferé con entusiasmo hacia Deuce, él cuál no me había apartado la mirada de encima y tenía una mirada de total complacencia en su rostro.
—Gracias —murmuró con una cálida sonrisa en su rostro.
— ¿Lo preparaste tú? —pregunté algo sorprendida.
—Aunque no lo creas —susurró—, estás manos pueden hacer muchas cosas deliciosas, Mariposa, muchas cosas.
Quede embelesada mientras Deuce pasaba su lengua sobre su labio inferior, remojándolo lentamente, casi parecía querer provocarme. Trague con fuerza y seguí comiendo.
— ¿Quieres un poco de vino? —preguntó luego de un rato en silencio.
Sin confiar todavía en mi voz, asentí con la cabeza e hice un pequeño ruidito de confirmación con mi garganta. Deuce se estiro y sacó de la cubeta gris una botella de vino, colocó su plato en el suelo, revolvió en una de las dos canastas y saco dos copas de vidrio envueltas en periódico. Me tendió una de las copas y le sacó el tapón a la botella usando un sacacorchos, creando una pequeña explosión de sonido al momento de sacarlo. Estire mi brazo y Deuce vertió elegantemente vino en ella.
—Moët & Chandon —Murmuró cuando le di el primer sorbo al Champagne.
—Riquísimo —susurré mientras sorbía un poco más del exquisito líquido espumoso.
Seguimos comiendo en silencio, mientras nos robábamos miradas furtivas y sonrisas sin aliento.
—No hablas mucho, ¿no es así? —dije cuando acabe mi plato, limpie el contorno de mi boca con una servilleta y puse los platos sucios a un lado.
—El baile ayuda a la digestión —murmuró, ignorando mi anterior pregunta.
— ¿Qué? —pregunté algo confundida.
—Baila conmigo —dijo y se levantó del suelo. Sacudió sus vaqueros y estiró una mano hacia mí. La tomé y me apoyé en ella para levantarme. Deuce entrelazo sus dedos con los míos y me guío a un claro cerca del auto.
—Quédate aquí —susurró y saltó el agarre de nuestras manos, se encamino hacia el auto y encendió las luces delanteras, segándome por un instante.

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Deuce
ActionÉl no es como los típicos «chicos malos» que la mayoría de las historias describen. Él no tiene una motocicleta Harley Davidson, no, el tiene un Audi r8 color gris con las ventanas polarizadas y blindadas. Él no guarda cajetillas de cigarros Marlbor...