Capítulo veintiséis.

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Me dejo caer pesadamente sobre la banca de madera y coloco mi bandeja de comida sobre la mesa. Los gemelos S toman asiento a mis lados unos segundos después.

—Hola chicos, ¿qué tal están? —pregunto mientras mordisqueo un pedazo de papa frita.

—Bien —contesta vagamente Samuel.

—Bien; aunque... no he visto a Kian. ¿Dónde está? —Me pregunta Sam mientras husmea en mi comida. Le echo una miradita recriminatoria y ella solo sonríe inocentemente.

—Ocurrió algo y tuvo que viajar —digo con simpleza. Sam y Samu son mis mejores amigos, pero no les quiero contar lo que sucede con mamá, no les quiero contar porque no quiero ver ni sentir su lastima hacia mí.

—Oh, ya. ¿Quieres salir conmigo después de clases? —preguntó Sam, cambiando de tema; lo cual le agradecí mentalmente.

—Sí, está bien. ¿Quieres venir con nosotras, Samu? —pregunté a un distante y callado Samuel.

—Me encantaría, pero no puedo. Ya tengo un compromiso.

—Tiene una cita con Adeline Jenkins. —Canturreó burlona Sam para después romper en risa atrayendo la mirada de los demás alumnos en la cafetería.

Le echo una miradita a Samuel y elevo una ceja a manera de sorpresa e interrogante.

—Debí haberte ahorcado con el cordón umbilical cuanto tuve la oportunidad —dijo Samu entre dientes mientras un leve rubor recubría sus suaves y pálidas mejillas.

—Ay hermanito, estoy tan orgulloso de ti. Por fin sales con una chica, ya estaba pensando yo que eras del otro bando. —Se burló Sam.

— ¡Ey! Deja a Samu en paz —interrumpo a Sam y al inicio de una probable discusión mientras tomo entre mis brazos a Samuel— él es muy lindo. No sé porque no tiene novia todavía. —Paso mis dedos por el sedoso y azabache cabello de Samu y pellizco sus -ya muy sonrojados- mofletes.

Pasamos todo el receso hablando de cosas triviales y riendo; los gemelos S se la pasan peleándose y yo observándolos con diversión. El sonido de la campana indica que nuestro receso ha acabado y que tenemos que regresar a clases. Seguimos hablando hasta que estamos en el pasillo.

—Te veo después de clases —dice Sam y luego se despide con un rápido abrazo. Me despido de Samu con un beso en la mejilla y con un "nos vemos" y luego tomamos diferentes direcciones hacia nuestros correspondientes salones.

***

— ¿Nos vamos ya? —Pregunta Sam apareciendo a mi lado de repente, haciendo que dé un leve respingo.

—Sí —respondo luego de unos segundos.

Caminamos hasta el Range Rover negro de mi hermano; le quito el seguro al auto y me acomodo en el asiento del piloto. En el viaje hacia el centro comercial más cercano, Sam y yo nos la pasamos hablando de cosas de chicas tales como:

"¿Ya viste la nueva colección de ropa de Forever 21?" O, "los nuevos modelos de Louis Vuitton están como para darles mm mm." Y demás temas controversiales en el mundo de la moda y de nuestros intereses banales.

Llegamos al Mall y, como solo las chicas sabemos hacerlo, recorrimos tienda tras tienda arrasando con todas las prendas que nos llamaban la atención. Al final de la tarde, teníamos cada una cinco bolsas de diferentes tiendas con nosotras.

— ¿Te puedo preguntar algo, Erin? —preguntó una nerviosa Sam. Nos habíamos tomado un pequeño descanso de nuestra fiebre fashionista en una de las cafeterías del Mall. El lugar era pequeño, pero era tranquilo y cálido. Con el olor de café y azúcar bailando en el aire del establecimiento. Sorbí desde la pajita de mi macaccino y observé a Sam.

DeuceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora