Capítulo veintinueve.

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Me quedé shockeada por un instante hasta que terminé de entender sus palabras y fue entonces en que algo explotó en mi corazón. Podía sentir tanta alegría, felicidad, regocijo y tristeza corriendo por mis venas en ese momento que no podía decidirme cuál de todas ellas definían exactamente como me sentía. Podía sentir a través de mis parpados cerrados como las lágrimas se arremolinaban en mis ojos; y no sabía por qué sentía la necesidad de llorar.

Quité mis manos de su cuello y las envolví en su espalda, estrujando su camisa fuertemente entre mis puños. Enterré mi cabeza en su cuello, podía sentir mis labios temblar y no sabía si era de emoción o si se debía a alguna otra cosa. Un suspiro entrecortado salió de entre mis labios, me separé de golpe de Deuce, tome entre mis puños el cuello de su camisa y estampé sus labios contra los míos.

Podía sentir el salvajismo y la rudeza con la que lo besaba, mordisqueando sus labios ferozmente en el proceso. Nuestros dientes chocaban produciendo un leve sonido al hacerlo. Deuce emitió un fuerte y profundo gemido cuando enterré mis dientes en la suave carne de su labio inferior, ese sonido dio directo en mi humedad haciéndome jadear internamente.

El tierno agarre de Deuce en mi cintura, pasó de ser tierno a ser candente cuando bajo sus manos un poco más y estrujó mi trasero; gemí sobre sus labios, Deuce aprovechó el que entreabrí mis labios e introdujo su lengua dentro de mi cavidad bucal, haciendo una pequeña lucha entre nosotros.

Deuce me tomó de la cintura y me elevó uno centímetros del suelo, casi por inercia enredé mis piernas alrededor de su cadera; quedando, por primera vez, a la misma altura. Seguimos comiéndonos a besos, deteniéndonos solamente para tomar pequeñas bocanadas de aire para luego seguir besándonos con feracidad. Sentía mis labios hinchados y el calor se estaba apoderando de todo mi cuerpo.

—Necesito un chapuzón —jadee cuando nuestros labios se separaron, dejando una pequeña estela de saliva entre nosotros.

— ¿Mmh? —murmuro perdido.

—Un chapuzón —repetí—, en el lago. —Hice un movimiento con mi cabeza hacia la orilla del lago.

—Te puede hacer daño, hace frío.

—Yo no siento frío en este instante —susurré con una pequeña sonrisa traviesa en mis labios.

Deuce se ríe levemente, una risa ronca y lenta mientras que en sus hinchados y rojos labios descansa una pequeña y suave sonrisa ladeada.

—De acuerdo —murmuró lentamente—, vamos a darnos un chapuzón.

Desenrosqué mis piernas de Deuce y éste me bajo lentamente hasta quedar parada en el suelo. Incliné mi cabeza hacia atrás para poder verlo a los ojos y le sonríe, Deuce me devolvió la sonrisa, se encorvó un poco y depositó un suave beso en la cúspide de mi frente.

—Vamos —murmuró.

Antes de darnos nuestro chapuzón, empezamos a recoger el desorden que habíamos creado; eliminando la evidencia de nuestra presencia.

— ¡Eh, eh!, eso se queda conmigo —dije mientras le arrebataba la botella de Champagne a Deuce; él elevó una de sus oscuras y tupidas cejas con sorpresa mientras que la sombra de una sonrisa divertida se escurría entre sus comisuras. — ¿Qué? Está muy rico. —Me excusé.

—De acuerdo —dijo y terminó de meter todas las cosas en la cajuela de su auto.

Coloqué la botella al lado de una gran roca cerca de la orilla del lago, me senté en el suelo y empecé a desenredar las agujetas de mis zapatos. Me los quité y los dejé a un lado, sumergí mis dedos en la fría arena lo que me produjo un pequeño escalofrío. Deuce hizo lo mismo con sus zapatos y luego se comenzó a sacar la chaqueta. Tomé el borde mi camisa y estaba por quitármela cuando noté, por el rabillo del ojo, como Deuce me miraba. Solté mi camisa y me di media vuelta, encarándolo.

DeuceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora