Capítulo siete.

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Parte 3/3

-Erin... -la voz suave y cautelosa de E. inunda mis oídos. Aún de rodillas en el suelo y llorando en silencio, alcé mi mano hacia al frente, indicándole que retrocediera. -Erin, Kian estará bien, él es fuerte, ¿lo recuerdas? Y da por seguro que luchará con todas sus fuerzas, porque él no querría dejarte sola; y no lo hará.

Ignorando mi gesto anterior, E. se arrodilló junto a mí y me atrajo a sus brazos, colándome a horcajadas sobre su cuerpo. Escondí mi rostro en el hueco entre su hombro y su cabeza.

-Tengo tanto miedo de perderlo -susurré con la voz quebrada y ronca.

-Él estará bien, Kian no se iría sin antes haberte molestado -bromeó

Una apagada y ronca risa se me escapó.

-Él es fuerte -afirmé segura

-Lo es -aseguró E.

E. se levantó del suelo con un poco de dificultad, cargándome consigo, envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me obligo a envolver mis piernas alrededor de sus caderas para no caerme, enrolle mis brazos en torno a su cuello y apoye mi cabeza en su hombro.

-Creo que deberías ir a casa y descansar un rato -dijo E.

Negué efusivamente con la cabeza.

-No me iré hasta saber que Kian se encuentre bien -aseguré

-De acuerdo -se rindió. - Iré a la cafetería a por algo de comer, ¿Quieres que te traiga algo?

-Un café, por favor -me baje de su regazo y me senté donde anteriormente estaba sentado E.

Coloque mi cabeza entre mis manos y rogué silenciosamente que Kian estuviera bien.

[...]

Habían pasado alrededor de 6 horas, el alba se estaba poniendo y el sol empezaba a salir por el horizonte, y todavía no teníamos noticias de Kian. Médicos y enfermeras pasaban a toda prisa y ninguno de ellos nos daba explicaciones acerca del estado de salud de mi hermano. Había consumido ya 3 tazas de café e iba por la cuarta, el tiempo parecía haberse ralentizado y los segundos se me hacían eternos.

Mi pierna se mueve de arriba y abajo con rapidez y con notable nerviosismo. E. coloca su mano en una de mis piernas y le da un suave apretón.

-Tranquila -susurra

-No puedo estar tranquila, nadie nos ha dicho como esta Kian -Y como si fuera por arte de magia alguien carraspea llamando nuestra atención; un médico.

Salto del asiento rápidamente y me acerco al doctor con una ansiedad palpable en el rostro.

- ¿Familiares de Kian Connolly? -preguntó el doctor

Mi ceño se frunció en confusión y estaba a punto de replicarle que el apellido de Kian es Stone, no Connolly, cuando E. se apresuro a asentir y a preguntar:

- ¿Cómo se encuentra él?

-Está fuera de peligro, ya le extrajimos la bala y, por suerte, esta no perforó ningún órgano vital.

Un suspiro de verdadero alivio se escapo de entre mis labios, mis ojos se cristalizaron y una alegría desbordante inundó mi pecho.

- ¿Podemos verlo? -pregunté con la voz tambaleante

-En este momento se encuentra sedado, pero sí, sí pueden pasar a verlo. Está en la habitación número 5.

Le agradecimos al doctor, este asintió con la cabeza y luego se marchó.

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