Capítulo cuarenta y dos.

19.2K 1.6K 454
                                    

¿Han tenido esa sensación de estar en el limbo entre el sueño y el despertar; ese momento donde puedes escuchar pequeños retazos de sonido a tu alrededor pero no puedes desperezarte y abrir los ojos?

Me remuevo un poco en la cama y estiro el brazo buscando un cuerpo que no está; encontrando nada mas que un vacío atenazador y el frío que me hace saber que hace rato que nadie duerme de ese lado de la cama.

Mis párpados se abren con esfuerzo y la penumbra me acoge entre sus brazos. Escucho el murmullo resonante de la lluvia pesada caer contra el techo de zin. Me revuelvo entre la colcha y doy un suave bostezo antes de restregar las palmas de mis manos contra el rostro.

Uff... —suspiro y parpadeo quedamente.

Me toma unos segundos enfocar la vista, y cuando lo hago, la habitación vacía y silenciosa me dan la bienvenida. Me siento en el colchón y cruzo las piernas, un tirón de dolor me cruza el vientre y hago una mueca. Volteo hacia los lados, buscando a Dante; pero la única respiración que se escucha en la habitación es la mía.

— ¿Dante? —Murmuro, me siento en el filo de la cama y un escalofrío me recorre cuando el suelo frío toca mis pies descalzos—. Dante —llamo más fuerte.

Estoy por levantarme de la cama al no obtener respuesta a mi llamado pero, antes de dar el impulso para hacerlo, la puerta de la habitación se abre de un portazo y la imponente postura de Dante se hace presente. Doy un respingo cuando la puerta choca contra la pared, luego una perezosa sonrisa se extiende en mi cara cuando veo a Dante.

— ¿Qué hora es? —Pregunto y doy un bostezo—. Muero de hambre —le digo y lo veo.

La sonrisa que pinta mis labios poco a poco mengua al ver la expresión seria e impasible de Dante puesta fijamente sobre mí.

— ¿Qué sucede? —Le pregunto preocupada.

Dante queda inmóvil en el marco de la puerta y, por un instante, veo un atisbo de dolor en sus facciones, pero es tan rápido que creo haberlo imaginado. Su mandíbula se aprieta y noto los músculos de sus brazos tensarse bajo la tela negra de su polera.

—Necesito que te vayas —me dice con voz neutral.

— ¿Qué? —Pregunto confundida y una pequeña sonrisa temblorosa baila en mis labios.

—Vete de mi casa —su voz no tiembla al decirlo.

Siento como si toda la sangre hubiese abandonado mi rostro, me siento mareada y totalmente confundida.

— ¿Qué? —Repito en un hilillo de voz, estupefacta.

— ¡Que te vayas! —Me grita y doy un respingo del miedo.

— ¿Es una broma? —Pregunto y le doy una sonrisa que se asemeja más a una mueca.

— ¿Crees acaso que estoy bromeando? —Me dice con brusquedad.

Lo veo y sé que lo dice en serio. Siento como si el corazón se me hubiera detenido para luego volver a latir de una manera anti natural.

—Yo no —siento las lágrimas escocer en mis ojos al ver la mirada furiosa de Dante puesta en mí; cuando hace unas horas me miraba con tanto cariño mientras me besaba—..., no entiendo.

— ¿Qué no entiendes, Erin?

— ¿Erin? —Pregunto en un susurro y siento como si alguien me hubiera dado un fuerte puñetazo en el pecho.

— Así te llamas, ¿no? —Me dice con desdén.

—Pensé que era ''Mariposa'' —susurro más que todo para mí misma; casi con dolor.

DeuceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora