Capítulo treinta y dos.

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Minutos después de terminar la llamada con Kian, Samuel apareció a mi lado; portando una bandeja con comida y su típica y tímida sonrisa ladina.

—Hola, Erin —me saludó y se sentó en el asiento frente a mí.

—Hola, Samu. Oye, ¿y Samantha? —Pregunté algo extrañada, ya que el par de hermanos solían estar juntos la mayor parte del tiempo.

—Rogándole al profesor Dunn para que le de una oportunidad de hacer trabajos extras, para poder pasar su clase.

—Ah Sam, Sam... —Negué lentamente con mi cabeza mientras una sonrisa divertida se deslizaba por mis labios. —¿Qué tal te fue en tu cita con Rachel? —Cambié de tema, centrando mi atención en Samuel.

Samuel bajó la cabeza hacia su comida, pero pude atisbar a ver un suave sonrojo abriéndose paso por las mejillas de Samu. Me reí silenciosamente y seguí insistiendo en el tema.

—¿Te la pasaste bien? ¿No te toqueteó mucho?

Sus mofletes se colorearon e igual las puntas de sus orejas, Samuel se hundió en el asiento y se removió visiblemente nervioso.

—Erin, basta —murmuro avergonzado y con su cara hecha un jitomate.

Reí estrepitosamente por la reacción de mi adorable amigo, ganando la mirada confusa por parte de algunas en la cafetería.

—Eres tan tierno —murmuré cuando hubo cesado mi risa. Samuel sonrió levemente y bajó la mirada hacia su regazo.

— ¿Quién es tierno? —preguntó Samantha, apareciendo espontáneamente a mi lado, sacándome un leve respingo del susto.

—Tu hermano —dije y me incliné hacia el susodicho con la intención de pellizcar sus mejillas, pero antes de que mi mano se acercará al rostro de Samu, Samantha había dado un fuerte golpe a mi mano, haciendo que la apartara rápidamente y la cubriera con mi mano izquierda. — ¡Auh! ¿Qué fue eso? —Pregunté confundida ante su arrebato.

—No vuelvas a intentar tocar a Samuel, si no el siguiente golpe que te daré será en la cara. —Dijo con mirada severa y rostro serio, luego cambió su semblante, reemplazándolo por su típica sonrisa gigantesca y soltó una leve risilla. —Ahora —murmuró—, comete una papa —dijo y agarró una papa frita del plato de Samuel y la extendió hacia mí, con el ceño levemente fruncido y con la sombra de una sonrisa bailando en mis labios, tomé la papa y me la comí lentamente mientras no apartaba la mirada de Samantha.

—Eso fue extraño...—susurré para mí por lo bajo.

— ¿Qué tal te fue con el profesor Dunn? —Preguntó Samuel a su hermana.

—De hecho, me fue muy bien. Solo tengo que hacer un trabajo y con eso terminaré de sumar los puntos que faltan en mi boleta. —Dijo con palpable emoción.

Los gemelos S se pusieron a conversar entre ellos, y mientras lo hacían yo los observaba con una pequeña sonrisa. Por un momento quise contarles todo lo de mamá, pero esa idea fue rechazada rápidamente por la misma razón por la cual no les había contada anteriormente: no quiero que ellos me empiecen a tratar mejor solo por que me sienten lastima, quiero que nuestra amistad siga como siempre, normal, tranquila y relajada. Fui sacada de mis pensamientos bruscamente por la voz cantarina de Sam, sonreí hacia ella y le presté atención a lo que me decía. Su voz lograba que me relajara un poco, pero en mis pensamientos siempre estaba mi mamá y el enorme temor que carcomía mi alma de tan solo imaginar prenderla. Tuve que apretar la mandíbula y sonreír para no echarme a llorar en media de la cafetería.

***

Wish we could turn back time, to the good ol' days, 
When our momma sang us to sleep but now we're stressed out.
Wish we could turn back time, to the good ol' days,
When our momma sang us to sleep but now we're stressed out.

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