(Cuando terminen de leer el capítulo, les agradecería mucho si leen la nota al final.)
DEUCE:
Mi mente sigue ensimismada en unos ojos color azul y en el sabor exquisito de un par de labios rosáceos mientras conduzco hacia ''El Cuartel'' . Mi mente todavía sigue junto a ella, con Mariposa, y lo bien que la pasamos en las últimas horas. Hace mucho que no me la pasaba tan bien como me la pasé hoy con Mariposa. Sonrío levemente cuando recuerdo la calidez de sus labios sobre los míos y las inmensas ganas que tenia de follármela ahí mismo, sobre la fría y húmeda arena. La pequeña sombra de una sonrisa que reposaba en mis labios terminó de desaparecer por completo cuando mi móvil empezó a sonar. Metí mi mano derecha en el bolsillo de mi pantalón, saqué mi móvil y contesté; sin dejar de manejar.
— ¿Qué? —Respondí bruscamente.
—Uff, tranquilo viejo; soy yo —reconozco de inmediato la voz de Ambrose y la pequeña arruga en mi entrecejo se relaja ligeramente.
— ¿Qué sucede Ambrose?
— ¿Es que no puedo llamar a mi amigo sin que tenga que suceder algo? —Contrataca con otra pregunta y puedo percibir la burla en su voz. Ruedo los ojos por pura costumbre, porque es obvio que no puede ver mi reacción.
—Ya dime que sucede —le ordeno.
— ¿Recuerdas a Marco King? —Pregunta.
—Claro —afirmo—, el bastardo me debe dinero.
—Bueno, parece que no nos quiere pagar.
—Hijo de puta —susurro por lo bajo.
—Es tan cobarde que mandó a uno de sus pequeños imbéciles a avisarnos. El tío está que se caga en los pantalones, deberías de verlo —dice y ríe ligeramente.
—Llego al cuartel en diez minutos; no mates al chico todavía. —Le ordeno y corto la llamada sin esperar su respuesta. Tiro el móvil en el asiento del copiloto y piso el acelerador, subiendo el marcador del kilometraje del auto a 110 km/h; rebasando por mucho el límite de velocidad establecido.
Llego a ''El Cuartel'' y estaciono mi auto en la entrada, me bajo del auto y activo el seguro; aunque pienso que es innecesario porque nadie, ni con suficientes cojones, se atrevería robar o hurgar en mi auto y mucho menos en la zona en la que me encuentro. Doy cuatro toques rítmicos a la enorme puerta de metal que se alza gigante frente a mí, una pequeña rendija se abre y un par de ojos me observan desde el otro lado.
—Apúrense, joder. —Ordeno con firmeza, la rendija se cierra nuevamente y la puerta no tarda en abrirse. Me adentro en el almacén, recibiendo leves inclinaciones de cabeza y cortos saludos por parte de mis chicos. Inclino la cabeza hacia ellos y me encamino hacia la parte trasera del almacén, donde sé que Ambrose me está esperando.
Empujo la puerta de metal que está delante de mí, la cual se abre ante mi toque, dejándome ver a un chico de no más de dieciséis años sentado completamente rígido sobre una silla de madera y a Ambrose, que está atrás de él, propinándole pequeños golpes detrás de la cabeza. Los dos voltean hacia mí cuando me escuchan llegar, a Ambrose se le dibuja una maliciosa sonrisa sobre los labios y, en cambio, puedo notar como el chico traga saliva visiblemente y como los músculos de su mandíbula se tensan; sonrío internamente ante su patética reacción.
—Estás jodido, hermano —le dice burlonamente Ambrose al chico mientras se acerca hasta mí y coloca sus brazos alrededor de mis hombros. Hace falta no más una mirada de mi parte hacia Ambrose para que este quite su agarre de mí y se aleje unos pasos, sin dejar de tener esa idiota sonrisa de diversión en sus labios.
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Deuce
ActionÉl no es como los típicos «chicos malos» que la mayoría de las historias describen. Él no tiene una motocicleta Harley Davidson, no, el tiene un Audi r8 color gris con las ventanas polarizadas y blindadas. Él no guarda cajetillas de cigarros Marlbor...