Capítulo veintidós.

53.8K 3.4K 736
                                    

El calor se extiende por mi rostro, haciendo que una fina capa de sudor se expanda por mi cara. Los hilos del sueño empiezan a romperse uno por uno, sacándome lentamente del estado de semiinconsciencia. El último hilo se rompe y yo me despierto. Los fuertes rayos del sol penetran por la tela de la cortina, dándome directamente en el rostro.

Me restriego los ojos y miro a mí alrededor. Estoy en mi habitación; pero no recuerdo como llegue hasta allí. Muevo mi cuerpo contra las sabanas y escucho un crujir bajo la almohada. Meto mi mano bajo la almohada y saco un arrugado pedazo de papel.

«Mariposa, ayer te quedaste dormida entre mis brazos y te mirabas tan tranquila que no quise despertarte. Tuve la decencia de ir a dejarte a tu casa; sana y salva en tu cama. Deberíamos salir otra vez, pero la próxima vez no te duermas ;). Y tranquila, procure que Kian no me descubriera.

—Deuce xx »

La suave y desordenada caligrafía de Deuce se lee en el pedazo de papel arrugado. Me sonrojo de solo pensar que Deuce me cargó entre sus brazos y me acomodo en mi cama. Sacudo la cabeza, intentando apartar de mi mente los pensamientos que se dirigen a otro rumbo. Doblo el papel por la mitad y lo guardo en el primer cajón de mi mesita de noche, en el momento justo en que Kian abre la puerta de mi habitación y se cuela dentro.

— ¡Buenos días, horrible hermana! —grita Kian con entusiasmo, luego salta hacia mi cama; haciendo que rebote un poco. —¿Cómo amaneció mi hermana favorita? —pregunta revolviéndome el cabello.

—Kian, soy tu única hermana. Y, ¿qué carajos te pasa? ¿Por qué estas tan feliz? —le pregunto extrañaba por su repentina alegría.

—Dormí bien —responde y hace un encogimiento a sus hombros, restándole importancia.

—Me alegro por ti; ahora, vete de mi habitación —digo mientras lo empujo hacia la puerta.

—¡Ash! Parece que alguien no durmió bien anoc... —le cierro la puerta antes de que pueda terminar de hablar.

—Bastarda —escuche a Kian decir

—Imbécil —respondo

—Idiota.

— ¡Hijo de Snow! —vocifero hacia la puerta. Escuche un dramático grito ahogado por parte de Kian.

—¡Te pasaste, eso no se dice! —dijo indignado Kian. Abrí un poco la puerta y saque mi cabeza, le mostré la lengua a Kian y volví a cerrar la puerta. —¡Me las pagarás, mundana! —dijo y luego escuche sus pasos alejándose de mi habitación.

Las comisuras de mi boca se elevaron hacia los costados, formando una tenue sonrisa en mi rostro. Entré al cuarto de baño y me quite la ropa, tirándola en el cesto de ropa sucia, regule la temperatura del agua y me coloque bajo la cascada de agua templada. Cerré los ojos y empecé a limpiar la suciedad de mi cuerpo. Luego de un buen rato bajo la regadera, termine de bañarme y envolví una toalla alrededor de mi cuerpo y otra entorno a mi cabeza. Me puse mi ropa interior y me coloque una ropa simple para andar en casa: un short de mezclilla, una camisa negra de tirantes y mis chanclas. Peine mi cabello, cepille mis dientes y luego salí de la habitación rumbo a la cocina. Mi estomago rugiente exigía comida inmediatamente.

— ¿Qué haces? —le pregunto a Kian al llegar a la cocina.

—Preparando el desayuno —responde volteándose hacia mí.

Trastabillo hacia atrás con dramatismo y lo señalo con un dedo.

— ¿Tú, Kian Stone, cocinando y todavía no se ha incendiado la casa? —pregunto burlesca, Kian me lanza una mirada recriminatoria lo que hace que mi sonrisa aumente de tamaño.

DeuceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora