— ¿Escuchaste lo que te dije, Kian? —aparte mis ojos de la pantalla del televisor y pose mi vista en Erin.
Moví lentamente mi cabeza de arriba hacia abajo, para luego negar con efusividad.
—No, no estaba escuchándote.
— ¡Ash! Te lo volveré a repetir, idiota. E. vendrá dentro de unas horas, deje comida en el horno por si les da hambre. En el primer cajón del baño están las medicinas que debes tomar, dile a E. cuando venga que los horarios para tomar tus medicinas están pegadas en la puerta del refrigerador. Ya tengo que irme, pero cualquier cosa me llamas, ¿de acuerdo? —se acerco hasta mi y acomodó mi cabeza entre mis almohadas.
—Estaré bien, Erin —murmuro con suavidad
—Está bien. Te quiero —deposita un beso en la cima de mi frente.
—Yo también, fea. Ahora vete, quiero tener mi tiempo de hombre —dije apartándola un poco de mi.
—Sí, ajá, de hombre. No te la jales mucho, Kian —dijo burlonamente antes de salir de la habitación.
Reí entre dientes y negué divertido.
Me removí entre las sabanas y me coloque en una posición cómoda para ver la televisión. Le doy play a la película que hace unos minutos atrás seleccione en Netflix: 'Dead Silence.'
Sin apartar mi mirada de la pantalla, agarro del pequeño tazón que tengo en la mesa de noche un puñado de maníes y los meto en mi boca; chupándolos con mi lengua antes de masticarlos. Estoy muy absorto en la película, mi corazón se acelera cada vez que hay una escena de miedo, es decir, cada cinco malditos minutos ya que la película es de terror. Mis ojos no se despegan de la pantalla, mi mano tantea en el aire; intentando encontrar el cuenco con los pequeños y deliciosos frutos secos. Logro tocar algo, pero no es lo que estaba buscando, es algo blando y caliente y me aprieta con fuerza la mano. Mi cara palidece al instante, un grito digno de una película de terror sale de mi garganta y me remuevo con violencia contra mi cama; intentando apartarme de lo que sea que acabe de tocar.
La carcajada estruendosa de alguien hace que deje de gritar y me calme momentáneamente, para luego volver a gritar; pero esta vez no grito de miedo. Le grito toda una serie de insultos a E. mientras le lanzo todo lo que encuentro al alcance, mientras el idiota se parte de la risa.
— ¡Maldito idiota, la puta que te pario! ¡Me asustaste, imbécil! Casi haces que me dé un ataque cardiaco, semejante bastardo. —Trato de calmar mi agitada respiración, me dejo caer en la cama y cierro un momento los ojos.
—Joder, hermano, lo siento —el idiota de E. no podía ni formular bien una oración porque se descojonaba de la risa. —Es solo que te mire tan concentrado viendo la película que me dije: « ¿Por qué no asustarlo un poco? »
— ¿Un poco? ¡Casi me hago encima, imbécil!
E. vuelve a reír y se tira a la cama, agarra el cuenco con los maníes y se lleva un puñado a la boca.
— ¿Tienes hambre? —pregunta mientras mastica
Asiento con la cabeza y le quito el bol de los maníes.
—Erin dejo comida en el horno. Y me dijo que te dijera que los medicamentos que debo tomar están en el primer cajón del baño y los horarios para dármelos están en la puerta del refrigerador.
E. asiente con parsimonia para luego levantarse de un salto de la cama y robarme unos cuantos manís del bol antes de irse dando saltitos hacia la puerta. Quito la película y empiezo a buscar otra; que no sea de terror. Después de buscar por varios minutos me decidí por una de mis favoritas: Intensamente. Me acomodo en la cama y espero a que E. regrese con la comida.

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Deuce
AksiyonÉl no es como los típicos «chicos malos» que la mayoría de las historias describen. Él no tiene una motocicleta Harley Davidson, no, el tiene un Audi r8 color gris con las ventanas polarizadas y blindadas. Él no guarda cajetillas de cigarros Marlbor...