Capítulo trece.

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Erin:

Despierto por el sonido de la alarma, abro mis ojos, sintiendo la pesadez en mis parpados. Froto mis manos por la cara, mis mejillas se sienten pegajosas, un recordatorio de la noche de llanto que tuve ayer. Luego de haber subido a mi habitación, la culpa había invadido todo mi organismo. Cientos de pequeñas gotas saladas habían desbordado de mis ojos cuando me había percatado que de que no haber sido por E. yo hubiera muerto. No dormí mucho anoche, esa es la razón por la cual en este instante lo único que quiero hacer es seguir durmiendo. Pero no siempre las cosas son como quieres, así que me levante con pesadez de la cama, caminando a paso lento hacia el cuarto de baño.

Di un pequeño gritito al sentir el agua helada chocar contra mi piel, con dedos temblorosos agarre la llave y regule la temperatura. Un escalofrió de satisfacción me recorrió la espina dorsal cuando el agua tibia y a la temperatura ideal choco contra mi cuerpo. Me tome el tiempo necesario para enjabonarme y lavar mi cuerpo.

Salí del baño con una toalla envuelta en mi cuerpo y la otra enrollada en mi cabello. Tomé del armario lo primero que encontré: unos pantalones pitillo y un Jersey color rosa pastel. Me coloque mis Vans color blanco, sin usar calcetines.

Cepille mi cabello y lo deje suelto, dejando que los tirabuzones cayeran por mi espalda. Antes de colocarme el maquillaje, limpie mi cara y lave mis dientes; luego me coloque maquillaje simple: un gloss de labios color rosado pálido y mascara para pestañas. Tome mi morral y salí de la habitación.

Baje las escaleras con lentitud y me encamine hacia la cocina. Kian se encuentra encorvado en una de las sillas de la mesa, comiendo su cereal favorito: Froot Loops.

—Buenos días, tonto —dije mientras revolvía su cabello, Kian me dio un manotazo para que parara.

—E. vendrá a recogerte en unos minutos —dijo Kian cuando me estaba sirviendo un vaso de jugo de manzana.

Asentí con la cabeza y tome asiento a la par de mi hermano, mientras daba pequeños sorbos al jugo.

— ¿Todo está bien? —pregunte

—Sí —afirmó a pesar de su notable confusión ante mí pregunta.

Pasados unos cinco minutos aproximadamente, el timbre sonó. Kian se levanto junto a mí y me acompaño hasta la puerta.

— ¡Hola! ¿Ya nos vamos, Erin? —pregunto E. cuando abrí la puerta.

—Sí, vamos.

—Adiós, tonto —me despedí de Kian, dándole un pequeño abrazo y depositando un beso en su mejilla.

—Adiós, fea —respondió

Nos vemos en la tarde, hermano —se despidió E. de Kian, chocaron sus puños y se dieron un rápido abrazo.

—Ya es hora de irnos, princesita, o si no se te hará tarde —dijo E., asentí con la cabeza y salí junto a él hacia el coche.


—Muchas gracias por traerme, E. —agradecí mientras me desabrochaba el cinturón de seguridad.

—No es nada, princesa.

Abrí la puerta y estaba por salir, hasta que un leve deseo y la urgencia de hacer algo nació en mi pecho. Me di media vuelta y deposite un beso en la mejilla de E.; presionando con fuerza mis labios contra su suave piel de la mejilla.

—Te quiero, E. —susurré

—Yo también, princesita, y mucho. Ahora ve, que se te hará tarde.

—Nos vemos en la tarde, E.

—Adiós, Erin —se despidió.

Sonreí genuinamente hacia E. y luego salí del coche.


— ¿Cuándo regresara Kian a clases? —preguntó Sam mientras tomábamos asiento en una de las mesas de la cafetería. —Necesito volver a ver su hermosa cara y espiarlo mientras entrena.

Samu y yo la quedamos viendo con una rara mueca en nuestros rostros.

— ¿Te gusta Kian? —le pregunte

— ¡A todos les gusta Kian! —vocifero Sam, ganándose una mirada de repulsión de mi parte y una de disgusto por parte de Samuel.

—Kian es mi crush, algún día me casaré con él y tendremos muchos hijitos; y todos serán guapos porque Kian es todo un modelo de Calvin Klein, y hay Dios, ¡lo amo! —suspiro melodramática.

Solté una fuerte carcajada, llamando la atención de algunas de las personas en la cafetería.

—La hemos perdido, Samu —dije hacia Samuel, todavía conservando una pequeña sonrisa en mi rostro.

—Ha quedado más estúpida de lo que ya estaba —bromeo, ganándose un puñetazo en el hombro por parte de su hermana. Reí entre dientes viéndolos, como quiero a este par de extrovertidos y locos hermanos.


Iba hablando de cosas triviales junto a Sam y a Samu, riendo a cada dos por tres cada vez que uno de los gemelos hacia una broma. Ya habíamos salido de clases y en este momento nos dirigíamos al estacionamiento de la universidad.

— ¿Quién es ese chico? —pregunto Sam mientras señalaba sin disimulación alguna hacia el estacionamiento.

Observe hacia donde indicaba y me encontré con un E. encorvado sobre el capo de su Range Rover, sonreí por inercia, viéndolo desde lo lejos. E. levanto su cabeza y se topó con mi mirada, lo vi sonreír hacia mí mientras agitaba levemente su mano. Le devolví el gesto con una sonrisa en mis labios. Me volví hacia Sam para responder a su pregunta; pero todo paso tan rápido.

Una camioneta blindada paso a toda velocidad por el estacionamiento, haciendo rechinar sus ruedas por la fuerza que ejercían estas en el pavimento. Y lo vi todo como en cámara lenta, alguien saco su brazo de una de las ventanas traseras y empezó a disparar con una metralleta.

Una lluvia de balas cayó sobre el cuerpo de E., este se convulsionaba al ritmo de las balas azotando su cuerpo. La camioneta se abrió paso a toda velocidad hacia la carretera, desapareciendo tan rápido como apareció. Y vi como E. lentamente caía al suelo, inerte; muerto.

Muerto...

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Lo siento... 


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