Capítulo cuarenta y tres.

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DEUCE


— ¡Mierda, mierda! —Grito encolerizado cuando escucho el fuerte sonido de la puerta al cerrarse.

Me agarro con fuerza el cabello y tiro de el. Camino por la habitación como animal enjaulado y en un ataque de furia, golpeo la pared con todas las fuerzas. Escucho un crack y un segundo después siento la sangre caliente y pegajosa deslizarse entre mis dedos.

Joder... —murmuro con la voz entrecortada por el esfuerzo cuando siento un latigazo de dolor en la mano derecha.

Mi respiración es agitada y mi pecho sube y bajo con fuerza al son de mis inhalaciones. Camino hasta mi armario y saco una camiseta, envuelvo la tela en torno a mi mano derecha y la amarro con fuerza para detener el sangrado. Con dedos temblorosos saco mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y marco el número de Ambrose.

Mis ojos vuelan hacia el sobre de manila que está encima de la cómoda mientras escucho los timbrazos al otro lado de la línea. Siento una ira enorme bombear en todo mi pecho al ver el sobre y saber lo hay dentro de él.

— ¿Sí? —Contesta Ambrose al tercer timbrazo.

—Necesito que vengas a mi casa, ahora mismo. —Le digo sin detenerme a saludarle.

— ¿Qué sucede? —Me pregunta y oigo el rumor del motor de un auto en el fondo.

—Te contaré cuando vengas; te espero en diez minutos —le digo y cuelgo la llamada.

Me siento en el borde de la cama y suspiro con cansancio, me paso la mano ilesa por el cabello y agacho la mirada.

¿Por qué cuando me sucede algo bueno, siempre termino lastimando a alguien? —Pienso casi con furia hacia mi mismo.

Intento pensar que no es mi culpa pero, recuerdo la fría mirada que Mariposa me dedicó antes de irse y la culpabilidad y la furia me burbujean en el pecho, como si fuera a estallar en cualquier momento.

Me levanto con cautela y me acerco a paso lento hacia la cómoda, agarro el sobre y lo volteo varias veces entre mis dedos. Desabrocho el sujetador de aluminio y lo sacudo un poco para poder meter la mano, mis dedos tocan el cartoncillo tibio que hay dentro del sobre. Lo dejo caer en la cómoda como si me quemara tan sólo rozarle con los dedos, al hacerlo, el contenido se asoma entre la apertura superior del sobre de manila; casi como si quisieran que volviera a ver. Me paso la mano por la cara y gruño con frustración.

No esta mierda otra vez —gimo internamente.

Agarro el sobre y lo muevo para que su contenido baje, lo sujeto fuertemente y salgo de mi habitación. Llego hasta la sala de estar y tiro el sobre de manila en uno de los muebles de cuero blanco. Me encamino hacia la cocina y me sirvo, en un vasito de vidrio, un trago de Whisky; el cual relleno dos veces más, me bebo el contenido de una sola y siento el picor arder en mi garganta. Dejo el vaso de vidrio sobre la encimera de mármol y un tint se escucha cuando los materiales chocan entre sí con algo de fuerza. Regreso a la sala y me dejo caer en el sofá, junto al sobre que reposa tranquilo a mi lado.

Pasan unos minutos hasta que escucho el claxon de un auto. Me levanto de un salto y voy hasta la puerta para quitar el seguro. El viento gélido y húmedo me reciben cuando asomo la cabeza, las sombras envuelven el contorno de un cuerpo que sale de un auto y lo acompañan como fantasmas hasta que la luz procedente del interior de la casa chocan contra el cuerpo de Ambrose.

—Hola, hombre —saluda Ambrose cuando me ve. Me da un apretón en el hombro y me sonríe como si nadie anduviese jodidamente mal.

—Pasa —le digo y me aparto de la puerta.

DeuceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora