Capítulo 3

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Megan

Con los años había aprendido que la venganza es una alternativa sangrienta y dolorosa, pero infinitamente más placentera a largo plazo. Mientras abandonaba el hotel de Cristianno, mi mente buscaba formas para lograr que sufriera.

El juego había comenzado, pero sólo uno de los dos podía triunfar.

Sin embargo, ya había tenido suficiente, necesitaba descansar. Cuando llegué a mi hotel pedí que trajeran comida a mi habitación. Bebiendo una copa de vino, contemplé la ciudad desde lo alto del balcón, escrutando cada edificio intentando descifrar dónde estaba Nikolai.

Nunca podría aceptar el trato que Cristianno me había propuesto, porque aunque lo ayudara a liberar a sus familiares, nada me aseguraba que Cristianno no me amenazaría exigiendo más información.

Por muy desesperada que estuviera, no podía pedirle ayuda.

Suponiendo que Nikolai estuviera vivo, debido a la lesión cerebral que había padecido, debía estar internado en algún hospital o clínica de la ciudad. Lo único que tenía que hacer era llamar a cada establecimiento preguntando por él.

No iba a ser fácil, pero tenía toda la noche para desvelarme y encontrarlo.

Me senté en la mesa con mi computadora, mi celular, una libreta y un lápiz, marcando todos los números de hospitales y clínicas privadas de Roma. No todos me respondieron, pero al menos logré eliminar los principales hospitales públicos. Con eso resuelto, sólo me quedaba desechar las clínicas privadas.

- Buenas noches, estoy buscando a alguien y necesito saber si está internado en su clínica– Saludé, lamiéndome los labios–

- No podemos entregar esa clase de información a cualquiera, lo lamento pero no podemos ayudarla– Respondió la enfermera–

- Esto es urgente, le aseguro que cuento con la jurisdicción necesaria para pedirle amablemente que busque en sus archivos– Protesté, respirando profundamente–

- En ese caso, venga a la clínica y presente una orden formal– Replicó, audaz–

- Señorita, no le conviene hacerme perder el tiempo– Murmuré, amenazante–

Después de un largo silencio, la enfermera cedió.

- ¿Nombre?– Preguntó, suspirando–

- Nikolai Smirnov– Indiqué, aburrida–

- Perdón, pero no tenemos a nadie internado con ese nombre– Comentó, chasqueando la lengua–

- ¿De casualidad tienen algún paciente del cual no sepan absolutamente nada?– Pregunté, cambiando de estrategia–

- Hace unos meses recibimos a un hombre, lo trajeron unos chicos y lo abandonaron aquí– Reflexionó, hastiada–

- ¿De casualidad es ruso?– Interrogué, entrecerrando los ojos–

- – Afirmó–

- Entonces es él, voy para allá en este instante– Dije a toda velocidad–

- ¿Es su familiar?– Indagó, precavida–

- No, pero es mi prometido– Expliqué, ansiosa–

- Me temo que en ese caso no tendrá permitido entrar a verlo, la condición del paciente todavía es delicada y su usted no es familiar directo, tampoco podrá encargarse de la factura médica– Objetó, implacable–

- Lo que dice es ridículo, mi prometido no tiene ningún otro familiar que venga a reclamarlo ni a pagar la deuda ¿acaso tampoco me lo entregarán?– Contraataqué, brutal–

Déjame ir o ámame así (ASP #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora