Capítulo 12

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Cristianno

Sentía que había pasado una eternidad desde que Megan se fue del país, aunque siendo objetivo sólo habían sido cinco meses, tres desde que escapó y dos desde que había desaparecido logrando desorientar a mis hombres. Le habían perdido el rastro en Austria y hasta el momento no habían logrado encontrarla.

Cuando me informaron que Megan se les había escurrido entre los dedos, por suerte estaba solo en la habitación porque habría asesinado a mis secuaces en ese instante. No lo entendía, les había ordenado que le dieran espacio y le hicieran creer que ya no la seguían, pero jamás dije que la dejaran sola, siempre debían estar cerca de ella. Después de todos mis esfuerzos y arduo trabajo, esta desgracia lo arruinaba todo. Lo peor es que esto no era parte del plan, por lo tanto no podía evitar sentirme preocupado por su seguridad.

Algo dentro de mí me decía que debía esperar, que eventualmente ella aparecería sana y salva en alguna parte del mundo. Claramente no dejaría de estar atento a cualquier información sobre Megan y en cuanto hubieran logrado localizarla otra vez, enviaría a todos mis hombres para que no volvieran a perderla de vista.

Esa noche estaba esperando al anciano Rothschild en la mesa con la vista más privilegiada de todo Las Vegas, en el restaurante Top of the World. Era uno de los establecimientos más elegantes y costosos de la ciudad, no cualquiera podía darse el lujo de comer aquí, era un lugar sólo para los millonarios.

Había pasado bastante tiempo desde que había comprado el casino Bellagio, pero debido a que la cantidad de dinero era tal se trataba de un proceso complicado. El papeleo era infinito, igual que las firmas de los fiscalizadores estatales para asegurarse de que se trataba de un negocio que respetaba la legislación. Austin se estaba encargando de eso y el pobre realmente estaba sufriendo con ello. Tenía la esperanza de que luego de una larga espera, esta noche, todo estaría terminado.

Debido a que había llegado primero, el camarero me trajo un vaso de whisky mientras esperaba. Diez minutos después, Elijah Rothschild apareció saliendo del ascensor sonriente y algo tambaleante, con dos de sus guardaespaldas siguiéndolo a una distancia prudente sin llamar demasiado la atención.

- Muchacho, lamento llegar tarde– Saludó, abriendo los brazos de par en par–

- Descuida, espero que no haya sido por algún problema– Respondí, palmeando su espalda–

- En absoluto, todo está bien– Contestó, sacudiendo una mano con desinterés–

Nos sentamos en la mesa, los guardaespaldas de ambos permanecieron junto a la pared en las esquinas hasta mimetizarse con el entorno. Esa era su misión, encargarse de nuestra seguridad pero al mismo tiempo no ser vistos.

- Tengo buenas noticias– Anunció, sus claros ojos azules brillando–

- Habla entonces– Indiqué, apoyando los codos en la mesa, uniendo mis manos–

- Por supuesto, pero primero un trago– Dijo, riendo con diversión por mi impaciencia–

El viejo magnate llamó a un camarero con el menú de licores bajo el brazo, aunque no fue necesario porque Rothschild ya sabía exactamente qué quería beber esa noche. Pidió una copa de brandy y yo otra de whisky.

Mientras esperábamos a que el camarero volviera, ninguno mencionó una palabra, ya que lo mejor con este tipo de negocios era esperar a estar completamente solos para que no interrumpieran la conversación. Cuando el camarero regresó, depositó los tragos de cada uno sobre la mesa pero lo detuve antes de que pudiera irse.

- Vuelve dentro de veinte minutos para ordenar la cena, pero si lo haces un minuto antes o después te cortaré la lengua– Advertí, mirándolo fijamente, transmitiéndole la amenaza–

Déjame ir o ámame así (ASP #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora