Capítulo 11

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Megan

Estaba agotada, viajar siempre era demoledor y lo era aún más cuando debías hacerlo en primera clase. Sabía que para una persona normal primera clase era un puesto de envidia, pero yo estaba acostumbrada a moverme constantemente en jet. No había nada en el mundo que se le pudiera comparar en cuanto a comodidad, servicio y privacidad.

Pero esos días habían terminado, porque era un privilegio que sólo disponía cuando trabajaba como espía. Ahora que trabajaba en la oficina, todos los gastos corrían por mi cuenta y considerando que mi salario actual era una vergüenza comparado al que recibía antes, estaba obligada a ahorrar.

Recién había llegado a Austria luego de un tour conociendo Hungría, Eslovenia, Rumania, Polonia y República Checa. Lo único que quería en ese preciso momento era tomar un largo baño de tina y luego acostarme a dormir. Mientras esperaba a que el agua se llenara y la espuma hiciera efecto, esperaba sentada en el borde sumergida en mis pensamientos, hipnotizada por el sonido del agua corriendo.

Habían pasado tres meses desde que escapé de Nueva York, huyendo de las amenazas de Cristianno. En todo este tiempo no había hablado con nadie de mis conocidos, sólo con mi jefe en algunas ocasiones quien me había concedido un permiso especial hasta que me aceptaran de regreso como espía.

En los últimos días había entendido que no me sentía sola o estresada a pesar de estar siendo perseguida por los secuaces de Cristianno, honestamente me sentía feliz y tranquila. Tal vez era cierto que necesitaba una temporada de soledad, engordando en las capitales más importantes del mundo, poniendo en pausa el trabajo y las relaciones amorosas.

Era tiempo de volver a conectarme conmigo misma y poner mis sentimientos en orden. Era un proceso lento, pero me parecía que al fin estaba comenzando a sanar, mis heridas emocionales se estaban curando y cicatrizando. Todavía era muy pronto para asegurarlo, pero mi instinto me decía que estaba caminando hacia la dirección correcta para superar mi relación con Cristianno.

Me relajé tanto en la tina que me quedé dormida, hasta que el agua se tornó fría y empecé a tiritar. Me salí de la tina enrollando mi cuerpo con una bata esponjosa extremadamente cálida. Acercándome a la ventana, aparté las pesadas cortinas del hotel para echar un vistazo al exterior porque estaba segura que los hombres que me seguían estaban observando mi habitación. No logré ver a nadie porque estaba muy oscuro, pero sabía que me estaban vigilando desde un punto estratégico.

Volví a colocar la cortina en su lugar y comencé a vestirme con mi pijama, después llamé por teléfono para que me subieran la cena mientras miraba televisión. Cuando terminé, arrastré el carrito afuera y lo dejé en la mitad del pasillo. Regresé a la habitación y me acosté en la enorme cama con los ojos casi cerrándose.

Mientras miraba el techo de la habitación sumida en sombras, pensaba en lo que me mantenía verdaderamente inquieta: los secuaces que habían logrado seguirme el paso. La mayoría los había desorientado con éxito hace varias ciudades atrás, pero todavía quedaban algunos que se negaban a rendirse a pesar de que les ponía las cosas difíciles. Tenía que admitir que eran bastante buenos en lo que hacían, tal vez por eso Cristianno los había elegido en primer lugar.

Aunque estaba cansada, todavía no podía dormir así que tomé mi celular de la mesa de noche y empecé a revisar las fotografías que guardaba en la galería. En ellas aparecíamos Cristianno y yo en distintos momentos y situaciones. No entendía porque me hacía esto a mí misma, tal vez porque en el fondo era masoquista.

Tenía que borrar estas fotos, verlas me hacía demasiado daño y si las guardaba sólo me torturaba. Nosotros ya no éramos nada, jamás volveríamos a ser una pareja como en el pasado, así que no necesitaba la evidencia de lo que habíamos sido.

Déjame ir o ámame así (ASP #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora