Capítulo 42

3.5K 193 56
                                    

Cristianno

Habían pasado un par de días desde que Megan apareció en las puertas de mi castillo, buscándome. Después de la cena que ella misma había cocinado y la intensa conversación que habíamos tenido, no nos habíamos vuelto a separar ni un segundo en todo el día, perdiendo la noción del tiempo.

No habíamos salido de nuestra habitación desde entonces, porque cada vez que intentábamos levantarnos de la cama, volvíamos a caer sobre ella por cualquier tontería, como por ejemplo ataques de cosquillas y guerras de almohadas. Literalmente éramos peor que un par de niños pequeños.

Sin embargo, cuando ya era obvio que empezábamos a necesitar un poco de aire fresco, luz natural y un entorno diferente que no fueran cuatro paredes, Megan y yo decidimos establecer una tregua y parar. Luego de darnos una ducha y vestirnos con muchísimas capas de ropa para paliar el frío y la nieve, bajamos hasta la entrada principal y fuimos a pasear por los terrenos desiertos del castillo.

Aunque caminábamos uno al lado del otro tomados de la mano, estábamos sumergidos en un perfecto y agradable silencio, escuchando atentamente los sonidos de la naturaleza en su máximo apogeo a nuestro alrededor.

Si bien el invierno era crudo, difícil y una estación definitivamente no apta para todo tipo de personas, estaba seguro de que nadie podía negar que a su manera, única y especial, también era una época bellísima que tenía sus atributos, simplemente secretos.

Megan y yo nos adentramos cada vez más en el bosque, nuestras botas hundiéndose en la nieve, pero no tanto como para volver imposible el avance. De cualquier forma, mantuve un ojo sobre Megan, vigilando por si tropezaba y caía. La idea no era que se rompiera una pierna, así que lo mejor era evitar accidentes.

En el fondo sabía que ella no lo necesitaba realmente, porque era lista y siempre estaba atenta ante cualquier imprevisto, pero no podía evitarlo, el instinto de querer protegerla y cuidarla era más fuerte que cualquier otra cosa.

- ¿En qué estás pensando?– Pregunté estudiando su rostro de perfil, sumamente serio–

- En lo que haría si apareciera un oso frente a nosotros– Respondió con sencillez, encogiéndose de hombros–

- ¿Qué? ¿Y eso porque?– Inquirí alzando una ceja, confundido–

- Nunca me he enfrentado a un animal así en toda mi vida, imagino que en una situación así, tal vez ni siquiera sea capaz de reaccionar– Explicó escaneando las copas de los árboles desnudos–

- Megan, eres tan extraña– Suspiré negando con la cabeza, sonriendo resignado–

- ¿Qué creíste que iba a responder?– Indagó ladeando la cabeza, mordiéndose el labio con expectación–

- No lo sé, algo un poco más romántico quizás, ahora ya no puedo borrar de mi mente la imagen de un oso de tres metros devorándonos– Declaré esbozando una mueca, sacudiendo la cabeza, horrorizado–

- Lo lamento, esa no era mi intensión pero te aseguro que no tienes nada de qué preocuparte– Aseguró ella guiñándome un ojo–

- ¿De verdad?– Interrogué simulando desconfianza, sólo para molestarla–

- Sí, porque tengo el plan perfecto si un oso nos atacara justo ahora– Indicó colocando un dedo sobre sus labios, cómplice–

- No me digas– Exclamé con dramatismo–

- ¿Quieres saber cuál es?– Preguntó alzando una ceja–

- Muero por oír tu ingeniosa estrategia– Respondí atrayéndola a mí y besándola en la frente–

Déjame ir o ámame así (ASP #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora