Capítulo 16

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Cristianno

Había aterrizado en Santorini hace dos horas, pero había llegado a la boda de Lissa hace sólo veinte minutos. Entré sin saludar a nadie, mostrando mi invitación al guardia en la puerta para que me dejara pasar, pero a parte de él, nadie más sabía que estaba aquí.

Me mezclé en la fiesta como cualquier otro desconocido y deambulé evitando encontrarme con Lissa por el momento. La música tronaba en mis oídos y todo el mundo bailaba, reía y conversaba con alegría. Había personas de todas las edades, desde niños pequeños hasta ancianos que formaban una fiesta multicolor. Las mesas estaban repletas de gente comiendo y bebiendo, mientras que en el centro de la pista, los más osados se lucían con sus mejores pasos.

Busqué a Megan tan pronto como entré y cuando la encontré, no despegué mis ojos de ella. La observé desde una distancia prudente, un lugar estratégico donde no podría ser visto. Estábamos tan lejos y al mismo tiempo tan cerca. Era insoportable. Ella ni siquiera había notado mi presencia en el lugar, algo que no sucedía en el pasado.

Sin embargo, ahora había alguien más que captaba su atención y ocupaba el puesto que solía corresponderme a mí. Lo reconocí al instante, solo bastó un vistazo rápido para saber que su acompañante era Nikolai, ese bastardo ruso.

Qué ironía, ambos representaban lo peor de Estados Unidos y Rusia, pero aun así lucían como si nada de eso realmente importara. Sobre sus hombros cargaban una pesada carga con la historia de sus respectivas naciones, enfrentadas durante tanto tiempo. No obstante, al verlos, no encontrabas resentimiento, odio o ira, simplemente era un hombre y una mujer dirigiéndose sonrisas y roces accidentales.

Aunque si soy honesto, tampoco podía esperar otra cosa. Megan definitivamente no vendría corriendo en mi dirección. Qué iluso era. Me parecía que estaba viendo una película, la trama de la historia era la viva representación de lo que había sido nuestra relación durante meses, pero quien ocupaba el papel de protagonista masculino ya no era yo.

Solté una carcajada fría en medio de una fiesta donde predominaba la felicidad. Incluso pensé en marcharme. Por suerte recobré mi determinación inicial al instante. Había venido aquí por una razón y nada me obligaría a irme antes. Así que esperé con paciencia a que Megan se encontrara sola para acercarme, ese día no tenía la energía ni el temperamento como para meterme en una pelea con Nikolai frente a todo el mundo. Por una vez en la vida, deseaba pasar desapercibido.

Lissa se acercó a mí con sigilo, suspirando.

- Ya había dado por hecho que no vendrías– Susurró, mirándome con una mueca triste–

- Lamento la tardanza Lissa, pero tuve que tomar un camino más largo para llegar– Expliqué, sacudiendo la cabeza–

- Cristianno, no deberías estar aquí, creí haberte dicho claramente que no era necesario que te arriesgaras de esta manera. No quiero que te arresten– Murmuró, apoyando una mano en mi espalda–

- No lo harán, ya me ocupé de eso– Aseguré, tomando sus manos entre las mías, regalándole una sonrisa–

- Detesto cuando no me escuchas– Gruñó, bajando la cabeza–

Lissa tornó los ojos en blanco, soltando un largo suspiro de resignación.

- Debiste haberte quedado en casa, tal como lo hablamos– Prosiguió, lanzándome una mirada reprobatoria–

- Tómatelo como mi obsequio de bodas– Pedí ladeando la cabeza, esforzándome por mantener la sonrisa en mi rostro–

- ¿Cuándo entenderás que el mejor regalo que podrías darme sería que por una vez en la vida hicieras lo que te digo?– Exclamó, apretando los labios–

Déjame ir o ámame así (ASP #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora