Megan
Diez horas después...
Desperté de un sobresalto, con un intenso dolor de cabeza. Me erguí en el sillón roñoso donde había estado durmiendo, frente al fuego crepitante en la chimenea. Desorientada pero alerta, me puse de pie con cautela, dando vueltas por la vieja cabaña que parecía caerse a pedazos, tratando de descifrar dónde diablos estaba. Me acerqué a una ventana y observé el exterior, notando que estaba rodeada por un manto de nieve.
- Muy bien, debo estar en algún lugar del hemisferio norte, eso ya es algo... – Susurré rascándome la cabeza–
Volví sobre mis pasos para analizar la computadora que reposaba en una mesa de madera frente al sillón, cuando a mitad de camino divisé a un hombre vestido de traje, desparramado sobre la cama del dormitorio principal.
Pegué un grito monumental que asustó a los pájaros, que volaron despavoridos. Pero incluso con eso, el hombre no despertó.
Curioso.
Di un paso adelante para entrar en la habitación y observarlo más de cerca, pero me detuve abruptamente. Ni loca me acercaría a él sin algo con que protegerme. Y como no tenía ningún arma a mano, tomé lo primero que encontré. Sostuve el sartén de cocina en alto con ambos brazos, lista para golpearlo hasta la muerte si intentaba hacer cualquier cosa.
Lamentablemente, el golpe me lo llevé yo cuando el sartén cayó con fuerza sobre mi cabeza, aturdiéndome. El hombre frente a mí no era una persona cualquiera, al contrario, se trataba de la persona más poderosa del planeta. Era el mismísimo Barack Obama, Presidente de los Estados Unidos.
Y estaba inconsciente en una cama en la mitad de la nada conmigo.
- Mierda... – Susurré tapándome la boca, consternada–
Esto no podía estar pasando, era imposible.
Me acerqué a la cama y toqué con un dedo la espalda del Presidente Obama, constatando que efectivamente era real y no una ilusión y que peor aún, estaba vivo. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Volví al living y busqué mi pistola, luego caminé hasta el baño para mirarme fijamente en el espejo.
- ¿Qué has hecho?– Gruñí con ira e impotencia, viendo directamente a mis pupilas–. Arruinaste todo, se suponía que terminarías el trabajo y yo no aparecería sino hasta el final cuando todo hubiera acabado ¿Cómo has podido dormirte?
Un quejido a lo lejos me hizo guardar silencio como una tumba. Mi corazón palpitaba desbocado en mi pecho. Con una mueca, giré la cabeza para mirar nuevamente mi reflejo. Sujeté la pistola en mi mano derecha y la alcé hasta posar el cañón contra mi sien.
- Por tu culpa ahora toda la misión corre peligro– Espeté en un susurro, mis ojos brillantes por las lágrimas retenidas–. ¿Cómo has podido fallarme así?
ESTÁS LEYENDO
Déjame ir o ámame así (ASP #2)
RomanceLa última vez que se vieron, las cosas entre Megan y Cristianno no salieron bien. Surgieron tantos secretos que parecía imposible que las cosas permanecieran como antes. Megan descubrió que los Gabbana asesinaron a sus padres y Cristianno se enteró...