Capítulo 6

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Cristianno

Afuera del aeropuerto, dos autos con chofer nos estaban esperando. Uno de los autos era para mí y otro para cinco hombres que trabajaban para mí, los mismos que protegían este sector moviendo la mercancía, cerrando tratos y recolectando el dinero, dándoles palizas a los que no pagaban y ocupándose de los problemas que pudieran surgir con los drogadictos.

Me acerqué a los hombres que yo mismo había contratado, vestidos de negro. Sus ojos cubiertos con lentes de sol, manos y cuellos adornados con relojes de oro y collares que combinaban a la perfección con sus brazos tatuados. Los miré uno por uno sin decir nada, simplemente evaluándolos mientras ellos permanecían firmes, amenazantes bajo cicatrices que marcaban sus rostros.

Mis ojos se detuvieron sobre el hombre en particular que estaba a cargo de todos los demás, la persona que se ocupaba de los asuntos del narcotráfico en Los Ángeles. Como él, había todo un grupo de hombres que lideraba los asuntos por mí en cada ciudad del país y por consiguiente, estos hombres me rendían cuentas directamente a mí. En resumen, eran mis representantes y yo sus controladores a larga distancia.

- Maddox– Dije, suspirando profundamente–

- Señor– Respondió el aludido–

- Tu error podría costarte la vida– Insinué, ladeando la cabeza–

- Estoy consciente de las consecuencias de mis actos– Prometió, sosteniendo mi mirada–

- De acuerdo, entonces vamos– Declaré, encogiéndome de hombros–

Atravesamos la ciudad en medio del calor abrasador con el auto de mis secuaces siguiéndonos de cerca. Desde el asiento delantero, Austin me informaba de los últimos detalles que le había del problema que nos había obligado a venir aquí.

- Los Ángeles es el hogar de gángsters y criminales desde los años 60, según un informe alberga a 152.000 personas organizadas en 1.350 pandillas. Debido a eso, la ciudad es conocida por ser la capital de las pandillas de Estados Unidos– Repasó Austin, siempre diligente–

- Gracias por la clase de historia, pero lo que realmente quiero saber es quién fue el hijo de puta que se atrevió a robar mi mercancía– Comenté, esbozando una mueca–

- Jefe, no debería tomarse esto tan a la ligera, estas personas son verdaderos delincuentes que no juegan limpio. Sus reglas no son como los que usted conoce e intentarán acabarlo de las formas más sucias y bajas– Protestó mi mano derecha, preocupado–

Ignoré aquel último comentario y me sumí en el silencio. Necesitaba ordenar mis pensamientos para enfrentar al enemigo con sangre fría. Estaba inquieto por este encuentro, básicamente porque nadie nos había invitado. Podrían atacarnos sólo por pisar su territorio, pero tenía que intentarlo. No iba a marcharme hasta que me devolvieran lo que me pertenecía.

Cuando Austin anunció que habíamos llegado, bajé del auto con Rowan caminando detrás de mí. Fue el único al que le permití acompañarme. Le indiqué a mis hombres que se quedaran afuera resguardando el perímetro, ya que su presencia de por sí era amenazante y no quería que los demás se hicieran ideas equivocadas.

Había venido para hablar, no para desatar una guerra.

Nos encontrábamos en una calle del centro frente a un club de dos pisos. Las luces estaban apagadas y no se escuchaba música. La puerta principal parecía estar cerrada, pero me acerqué y toqué con los nudillos dos veces. Unos minutos después, la puerta se abrió mostrando a un hombre calvo con una barba descuidada. Nos analizó tomándose todo el tiempo del mundo.

- ¿Qué quieren?– Preguntó en un tono hosco–

- Estamos buscando a Valentine Sárközy– Anuncié, mortalmente serio–

Déjame ir o ámame así (ASP #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora