Capítulo 8

5.4K 307 70
                                    

Cristianno

Es cierto que había aceptado asistir a la fiesta por los veinte años de Adrianna y Rowan junto al resto de mi familia, pero sólo porque ellos me obligaron. La noche transcurrió con normalidad, dentro de lo que se puede pedir para una fiesta en Las Vegas, pero todo se arruinó de un momento a otro, sin que yo me percatara de lo que iba a suceder.

¿A qué me refiero con todo esto?

Fácil, me refiero a que alguien puso algún tipo de droga en mi vida, ocasionando que terminara acostándome con una de las amigas de mi prima. Mi intención nunca fue acostarme con nadie esa noche, no estaba preparado todavía para eso, por eso cuando a la mañana siguiente desperté en una casa ajena, en una cama que no era la mía y con una chica a mi lado que no era Megan, me asusté tanto que literalmente me caí de la cama.

Todavía algo aturdido por la droga que me dieron, me puse de pie lentamente y salí de la habitación en busca de mi ropa que había quedado tirada como un camino desde la puerta de la casa.

La recolecté toda y cuando acabé, volví a subir a la habitación en busca de mi celular que no lo encontraba por ningún lado, al igual que las llaves de mi auto. Encontré lo que estaba buscando en las manos de la chica con la que había tenido sexo recién, mientras ella cortaba una llamada.

- ¿Qué haces con mi celular?– Pregunté, molesto–

- Nada, te estaban llamando y yo solo contesté– Respondió, arrojando mi celular en la cama y estirando sus brazos al cielo–

- ¿Y quién diablos te da el derecho de hacer eso? ¿Quién era?– Interrogué tomando mi celular con fuerza y revisando el registro de llamadas–

- No lo sé, no me quisieron decir– Gruñó, hastiada por el tema–

- ¿Acaso tus padres no te enseñaron que no debes tocar las pertenencias ajenas?– Pregunté, reprimiendo la ira–

Revisé el registro de llamadas, pero el último número que aparecía era privado, por lo tanto no podía ver el número. Eso era extraño, no todo el mundo tenía un número privado, en general lo utilizaban las empresas.

- Era una mujer– Indicó la chica, rodando sobre su cuerpo desnudo–

- ¿Una mujer?– Pregunté frunciendo el ceño y forzando a mi cerebro a pensar–

- Sí, sonaba como que era tu novia– Agregó, acariciando sus brazos y estirando las piernas fuera de las sábanas–

- ¿Te dijo algo?– Indagué nervioso terminando de vestirme–

- No, solo que te llamaría después– Explicó, encogiéndose de hombros–

- Me voy– Anuncié, frenético–

- Sí, será mejor que te vayas a coger con tu novia, porque para eso son ¿no?– Se burló, alzando una ceja–

- Cierra la boca– Mascullé, guardando mi celular en mi bolsillo y tomando las llaves de mi auto–

- ¡Aunque estoy molesta, puedes volver cuando quieras!– Exclamó desde el segundo piso–

- Gracias, pero no, esto fue un error– Respondí, sacudiendo la cabeza–

Al llegar al primer piso, abrí la puerta principal dando una última mirada al interior, revisando que no se me hubiera quedado nada porque no quería volver a esta casa nunca. La chica apareció en la cima de la escalera, cubierta por una sábana.

- Qué raro... a mí me pareció que lo disfrutabas enormemente– Ronroneó, seductora–

Subí a mi auto y me alejé de ese barrio a toda velocidad, apretando con fuerza el manubrio pensando en las mil formas de matar a mis hermanos y a mis primos por drogarme. Y a medida que aceleraba camino a mi casa, no podía dejar de pensar en cómo las cosas salieron tan mal a pesar de que ya lo hubiera planeado todo antes, justamente para evitar situaciones como ésta.

Déjame ir o ámame así (ASP #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora