Ignoro la cercanía de Logan y sigo con mi relato, ya imposible de parar:
- Encontré una bicicleta en una chatarrería y la usé para ir a otra ciudad. No tenía frenos ni marchas y las ruedas estaban pinchadas, pero al cabo de unos días llegué a Brighton, una ciudad costera del sur. Dormía bajo bancos de madera para que nadie me viera, comía de lo que los restaurantes tiraban a la basura y algunas noches me bañaba en la playa para no oler a mendiga... Aunque ya sabía que lo era.
>> Enfermé numerosas veces y no tenía dinero para comprar medicina o ir al hospital, así que rezaba cada día por sobrevivir.
- ¿Eres creyente? -pregunta Logan.
- ¿Yo? No, que va. Pero cuando uno se encuentra viviendo en la calle, enfermo, hambriento, sintiendo como los latidos de tu corazón se relentizan hasta quedar casi imperceptibles y te das cuenta de que te estás muriendo... Aunque ya no tengas nada que perder en la vida; rezas. Rezas por que no acabe todo... Al menos hoy. Porque se te perdonen tus pecados, porque la gente a la que has herido no te guarde rencor. Pides tener aunque sea un segundo de tu vida para volver a mirarlos a la cara y ver que no te culpan por lo que pasó. Aún no sé si se lo pedía a Dios o a mí misma, pero yo rezaba cada noche para volver a despertar la mañana siguiente.
>> Nunca supe si mi madre o Cody habían muerto o no, y no quiero saberlo. Porque si siguen vivos, significa que el último recuerdo que tienen de mí es el de yo quitándoles el alma con mis propias manos... Pero si murieron... Dios, no quiero ni pensarlo.
>> No sé nada de mi padre, y me alegra que sea así, porque no podría volver a ver su cara de desprecio hacia lo que un día fue su hija.
>> El día que me marché de casa solo cogí la bolsa de la escuela que tenía en medio del pasillo. Allí solo había £30, unas libretas viejas de matemáticas, algunos bolis perdidos, un multiusos que siempre llevaba en la maleta, un mechero y un espejo. Como podrás entender, la mitad de estas cosas no me sirvieron más que para hacer hogueras y calentarme por la noche. Me llevé solo la ropa que llevaba puesta, es decir, una camiseta de tirantes y unas bragas. Por el camino a Brighton encontré una casa con ropa en el jardín para que se secara con el sol, y cogí unas zapatillas que me iban enormes, y una chaqueta negra de hombre que me servía casi de vestido.
>> No hace falta decir que una chica joven, en bragas y durmiendo en el suelo era un blanco fácil para hombres con... Intenciones... "impuras", vaya.
No sabes cuanto frío se pasa en Inglaterra en pleno invierno y estando casi desuda durmiendo en la calle... Muchos hombres se me acercaban, me intentaban tocar, me pasaban sus asquerosas manos por mis pechos y apretaban. Me dolía, pero soy demasiado pequeña como para parar a un hombre tan grande... No tenía fuerzas a penas para moverme. La novena noche me intentaron violar, pero vino la policía justo cuando el hombre estaba encima de mí, con su polla en la mano... A punto de entrar en mí. Los policías no me intentaron ayudar: a parte de detener al violador por escándalo público, me echaron a mí de esa calle porque decían que estaba prohibido dormir en el suelo.>> A parte de ese hombre, hubo decenas y decenas de otros que intentaban hacerme lo mismo o cosas peores. El que mejor recuerdo fue hace dos meses, cuando yo estaba en un callejón de la ciudad, durmiendo detrás de un cubo de basura cuando se me acercó un hombre de unos 40 años diciéndome que me daba £5 por una mamada. Iba a aceptar porque necesitaba dinero ya, necesitaba comprar medicina ya que llevaba días enferma por lo que suponía que había sido una infección por comer comida de la basura. Justo cuando abrí la boca para decirle que sí, pensé en Jon. ¿Quería de verdad volver a dejar a alguien en esa situación? No, claro que no. Por eso le dije que no, que yo no era de esas, que lo sentía pero que no podía hacerlo.
>> El hombre se enfadó, se cabreó muchísimo y me empezó a pegar patadas hasta que tosí sangre. Entonces se arrodilló cerca de mí y me agarró por detrás de la chaqueta para incorporarme. Lo único que hizo fue darme puñetazos en la cara hasta quedar casi inconsciente y luego se bajó la bragueta y se sacó la polla. No tardó ni dos segundos en abrirme la boca con la otra mano y metérmela dentro. Después me agarró fuerte con sus dos manos del pelo, estirándome, haciéndome mucho daño, y empezó a moverme hacia adelante y hacia atrás muy rápido y brusco. No podía respirar, sentía que me ahogaba y que no podía hacer nada para pararlo.
>> Por suerte y como era de esperar, en menos de dos minutos el hombre cayó al suelo, tendido boca abajo y su cara empezó a volverse pálida y unas gotas de sangre empezaron a salirle de la nariz. Empecé a respirar de nuevo, agradeciendo cada bocanada de aire y con las pocas fuerzas que me quedaban, cogí el dinero de la cartera de el hombre que yacía a mi lado. Tardé unos segundos en darme cuenta de lo que estaba haciendo. Miré mi mano con la cartera aún en ella, miré al hombre en el suelo y después me miré a mí misma en el reflejo de un cristal roto. Tenía la boca llena de semen que me caía por los labios. Me lo toqué con las yemas de los dedos y empecé a vomitar. Aun no sé que vomité porque llevaba días sin comer, pero solo sé que al acabar, rompí a llorar y gritar hasta que me desmayé.
>> Desperté al cabo de algunas semanas en un hospital, llena de tubos y con todo el cuerpo dolorido. Me levanté como pude y me acerqué al baño. Me costó media hora atreverme a mirar en el espejo, pero cuando lo hice, me arrepentí al instante. Mi cara estaba llena de cortes, golpes y magulladuras. Mi cuerpo ya no era el que era antes; ahora era delgado, muy delgado hasta el punto en el que no podía encontrar un solo sitio com grasa. Toda yo era un conjunto de huesos y piel que los recubría tal cual. Mi cabello era débil y estaba recogido en una coleta, pero fue la primera vez que vi que tenía dos mechones blancos a cada lado de mi cara. Me dio igual: toda mi persona era repugnante y me importaba una mierda el hecho de que hubieran salido esos mechones o el cómo y porqué.
>> Me volví a estirar en la cama, acariciando las sábanas entre mis dedos y sintiéndome segura por primera vez en mucho tiempo. Los médicos usaban guantes, por eso no habían resultado heridos al curarme. Al cabo de unas horas apareció un doctor para hacerme comprobaciones y cuando determinó que ya no había peligro para mí, fue a llamar a un secretario para arreglar el papeleo de precios de las curas que me habían proporcionado y para temas de seguro. Justo en el momento en que salió el doctor por la puerta, me levanté de la cama, me desenchufé todo lo que tenía conectado al cuerpo y me saqué todos los sueros. Me puse algo de ropa que había en una silla (ya no recordaba si era mía o no) y cogí mi maleta. Metí en ella todo lo que pude de la habitación: unas tijeras, una manta de la cama, un cepillo de dientes, algo de jabón y toda la comida que había en una bandeja.
>> Entonces salté por la ventana hasta el suelo, agradeciendo que solo fuera un primer piso. Aun así me hice mucho daño en las piernas y tuve que correr como puede para salir del recinto del hospital. Después de eso decidí irme de Brighton y no volver jamás. Empecé a caminar durante semanas por la carretera, robé cajas enormes de comida de restaurantes de carretera. Me colaba en los almacenes por las noches, cuando salían los últimos trabajadores y me llevaba todo lo que podía. Así conseguí ganar algunos kilos y conseguir fuerzas para seguir andando. Una vez me pillaron y llamaron a la policía pero cuando llegaron, yo ya hacía media hora que me había ido. Otra cosa no, pero correr se me da bastante bien... Imagina: llevo media vida haciéndolo.
>> No sabía realmente a dónde pensaba llegar, hasta que un camionero aceptó a llevarme con él y recorrimos la autopista días y días... Y entonces vi el rótulo de Loghlein City.
Logan me coge la mano, cubierta por mi guante, y la acaricia con cariño. Su otra mano se coloca sobre mi rodilla y pasa sus yemas suavemente sobre mi pantalón. Yo saco coraje para apoyar mi cara sobre su hombro, asegurándome de que está cubierto por su chaqueta y que nuestras pieles no entran en contacto, y dejo que mis lágrimas caigan libremente por mis mejillas. Siento su calor emanar de su cuerpo. Es muy agradable.
- ¿Porqué me has contado esto, Marie? -pregunta susurrando Logan al cabo de un rato.
- Ésta es mi historia, Logan... -digo mirando al suelo. De repente subo la mirada hasta sus ojos - Ahora quiero saber la tuya.
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X-Men: Mi inmortal
FanfictionFanfic romántico y de aventuras entre Lobezno (Logan) y Pícara (Marie). Basado en la saga X-Men de Marvel. · La joven Marie, harta de herir a la gente al entrar en contacto con su piel por culpa de su reciente mutación, huye hasta Loghlein City: u...