Sangre caliente

667 42 12
                                    

Paso mis dedos lenta y suavemente sobre su espalda cubierta por la camiseta, explorando cada centímetro permitido. Daría millones por poder agarrarla piel con piel.

Ella suspira y en ocasiones retiene el aire para expulsarlo de repente en un pequeño y casi insonoro gemido. Lo está disfrutando. Y yo también.

Parece mentira que solo unas pocas caricias ya la hayan hecho estar así; se nota que hacía mucho, mucho tiempo que no tenía el más mínimo contacto con nadie y ahora está receptiva a todo. Me encanta.

Mi mareada cabeza por el alcohol da vueltas a lo que Marie lleva todo el día diciéndome: que no tengo por qué pagarle todo eso y que me lo va a devolver. Pobre chica. ¿A caso no se da cuenta de que tengo una triste eternidad para ahorrar y que hago esto para hacerla olvidar aunque sea por un momento su horrible pasado?

Sigo acariciando y sin darme cuenta pego mi cuerpo al suyo, haciendo que casi roce mi pecho contra su espalda. Tiene los ojos cerrados, respirando irregularmente. Adoro que esté así, y adoro más aún el saber que soy yo el causante.

He estado con miles de mujeres, pero ahora mismo siento como si estuviera acariciando a una por primera vez.
Inconscientemente de nuevo, pego mi cadera a la suya, quedando nuestros cuerpos unidos.

- Relájate, nena... -le susurro a la oreja, obligándome a no morder su lóbulo al hacerlo.

Suelta el aire en un pequeño y agudo gemido. Echo un rápido vistazo a su cara y veo que se está mordiendo el labio. Maldita sea, está jodidamente sexy. Ojalá pudiera morderlo también. Me aferro a ella.
Mi cadera presiona contra la suya mientras mi mano sigue acariciándola. No sé cómo pero de repente me doy cuenta de que una de mis manos se ha deslizado hasta su barriga y está jugueteando con su camiseta. Su respiración es, si cabe, aún más agitada.

Mi mano llega inexplicablemente a sus piernas, avanzando lentamente hacia el interior de sus muslos. Admiro su cara, que es una explosión de emociones en la que destaca el deseo. Deseo como el irrefrenable que siento ahora mismo.

Hace solo unos meses, si me hubiera atraído una mujer al menos la mitad que ella, ya me la habría llevado a la cama sin pensármelo... pero con ella es distinto. Quiero que sea feliz, que disfrute por una vez. No quiero hacerle daño, pero me da miedo estar a su lado porque soy yo precisamente el que más fácilmente puede herirla (tanto física como psicológicamente; un hombre que ha vivido tanto como yo tiene demasiados demonios dentro).

Se me nubla la vista y la mente. Puto alcohol, ya no sé a penas dónde estoy.

MARIE's POV

No puedo articular palabra. Siento un extraño placer ante sus sensuales caricias. No sé si deberíamos seguir así; podría ser peligroso... Aunque maldita sea: quiero más. Quiero sentir más su cadera que presionar ahora contra mi trasero. Noto un incipiente bulto en ella.
Ya no soy consciente de mis actos: me pego más a él y me muevo para sentirlo, sentir su calor, su prohibido contacto. Quiero tocarlo, quiero hacer mil cosas con él ahora mismo. Me atrae, sí. Y mucho.
Hace tiempo que lo sé pero nunca había sido capaz de planteármelo tan claramente.

Me atrae él, su personalidad, cómo me cuida y se preocupa tanto por mí, sus momentos de dureza y también los de dulzura, su sinceridad, la manera en que me llama "nena" con su voz profunda... Y sí, también su jodidamente perfecto cuerpo de Dios.

Sus ojos castaños, el pelo alborotado, su aspecto descuidado pero que tan bien queda con su personalidad, su chupa de cuero, la manera en que se monta y conduce su Harley, el colgante militar plateado que pende de su fornido cuello, cómo me toca... Todo. Pero sigo sin entender por qué.

X-Men: Mi inmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora