Aquí nada es como parece...

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Me acabo probando todas y cada una de las prendas que hay en mi habitación, disfrutando al verme de nuevo con vestidos, faldas y americanas. Incluso llego a probarme algunos tacones, que aunque nunca me han gustado mucho, me hacen sentir más adulta y responsable.

En una de las bolsas hay una nota de Tormenta que dice "Todo esto es para ti, espero haber acertado con la talla. Saludos, Torm."

Coloco toda la ropa de las bolsas en los armarios y cajones, sorprendiéndome de que casi todo sea, efectivamente, de mi talla. Al final decido vestirme con unos tejanos claros, camiseta de tirantes blanca a juego con unas zapatillas también del mismo tono.
Los jabones y cremas han hecho maravillas con mi piel, que después de tanto tiempo, parece que vuelve a brillar, al igual que mi pelo. No me molesto en secármelo: me lo dejo mojado y suelto, no sin antes cortarme las puntas con unas tijeras que había en el baño.

El reloj marca las cuatro, y no me había dado cuenta hasta ahora de que estaba hambrienta. Me acerco a la cocina comunitaria de mi piso en la que no hay nadie más y me caliento un plato de pasta con salsa de tomate... Creía que ya no existían cosas así. En la nevera hay decenas de platos preparados, ingredientes para cocinar, zumos naturales, refrescos, cerveza, vino... Me atrevo a coger una cerveza; ya hace demasiado tiempo que no tomo una de fresca.

Sigue quemando tanto la garganta como recordaba, pero no me desagrada del todo. Después acabo comiendo dos manzanas y un yogur. Tengo ganas de probarlo todo. Ver tanta comida preparada para mi me hace sentir extraña.

Tras lavarme los dientes bajo las escaleras y sigo el camino que creo recordar, me dijo Kitty fuera hacia el vestíbulo, pero, cómo no, me pierdo. Por suerte aún tengo casi tres horas libres para mi encuentro con el Profesor, lo que me tensa bastante. ¿Estará Logan allí...?

Avanzo por pasillos y más pasillos, esperando que me suene alguno de ellos, pero no es así. Al cabo de lo que a mi me parece una eternidad, oigo mi nombre con una voz grave y me giro contenta de haber encontrado a alguien que me pueda guiar.

- Hola, Pícara.

- Ho... Hola -balbuceo.

- Qué, ¿viendo las instalaciones? -me pregunta en un tono amable con una sonrisa sincera. Es un hombre con gafas metálicas, alto y corpulento, pero también mayor y con el pelo grisáceo por las canas.

- Estaba buscando... -iba a decir el despacho del Profesor, pero no quiero tener que esperar fuera hasta la hora de la reunión, así que cambio de idea- buscaba a Kitty.

- Kitty... La he visto hace un rato en el gimnasio. Se debe estar duchando en su habitación.

- ¿Dónde...?

- Tranquila, yo te lo muestro. Esto puede ser bastante laberíntico los primeros días. Su habitación está junto a la de los profesores. Sígueme.

El hombre camina con paso firme por los pasillos, girando cada dos por tres hacia diferentes direcciones. Yo lo sigo a su lado, intentando mantener su ritmo. Es extraño, pero sus movimientos tienen un aire... animal.
Al final llegamos a los apartamentos de los profesores, y me muestra el número 24, el de Kitty.

- Muchas gracias, de verdad. Siento haberle molestado.

- No hacen falta tantas cortesías, Pícara.

- Perdona, pero... Puedo... ¿Puedo preguntar cómo sabes mi nombre?

- ¿En serio? -rie con su voz grave y amistosa- Nos hemos conocido antes, ¿recuerdas?

- Yo... No, la verdad es que no... -digo avergonzada, intentando recordar todas las personas que he conocido aquí hasta ahora, pero sin encontrarlo a él.

- Aquí nada es como parece... -dice mientras se va, andando hacia la dirección por la que hemos venido.
En cuestión de segundos su piel se vuelve azul y le crece pelo por todo el cuerpo.

Bestia...


X-Men: Mi inmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora