Por la utopía

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Hablamos durante horas, hasta que me doy cuenta de que debería empezar a ir hacia el despacho del Profesor. Kitty se ofrece amablemente a guiarme hasta allí y no puedo más que aceptar.

Tras atravesar aún más pasillos, llegamos a una sala con butacas y una chimenea ardiendo.

- Deberías esperar aquí, son las 19:50, no creo que tarde mucho. Yo voy a ir a ayudar a Tormenta con el papeleo. Nos vemos mañana, entonces. Estáte tranquila, que todo irá bien.

Se aleja con su paso alegre y energético. Y yo aquí temblando. Parezco una niña a punto de entrar al dentista... No sé ni el motivo de mi temor. Realmente este hombre puede conseguir lo que llevo años deseando.

Al cabo de unos minutos me doy cuenta de que el temor no es por Xavier, ni por lo que me pueda decir, si no por el hecho de que Logan no esté aquí...

Creía que aunque hubiera tenido esa extraña disputa por la mañana, tendría el detalle de venir aquí conmigo... Pero no, y no sé porqué, pero eso me decepciona y entristece. Realmente no pasa nada por que no haya venido, él prometió traerme con el Profesor y lo ha hecho, porque aquí estoy, y no estaba obligado a hacer nada más: ya ha hecho suficiente, pero eso no me consuela y vuelvo a sentir algo de soledad.

Cuando el reloj de la pared marca las 20:00, oigo una voz en mi cabeza que dice "Adelante". Me pongo de pie por el susto y miro a mi alrededor esperando encontrar a alguien, pero no es así. "Puedes pasar" indica esa voz. Al final acabo haciéndole caso, sin saber porqué, y entro en el despacho del Profesor X.

La sala es grande y con varios sofás dispuestos al rededor de otra gran chimenea y una mesa de despacho con una botella de vino. Cerca del fuego hay un hombre en silla de ruedas.

- Pícara, tenía muchas ganas de conocerte. Pasa, siéntate, por favor.

- ¿Profesor? -pregunto con incertidumbre al ver a ese hombre calvo y con apariencia débil, totalmente opuesto a lo que yo me había imaginado.

- Charles Xavier, Profesor X... Aquí cada uno me llama por un nombre distinto. Y perdona que no me levante a saludar -dice sonriente, tendiéndome una de las dos copas con vino blanco que hay encima de la mesa, a la que agradezco con una sonrisa y tomo asiento en una butaca a su lado, con la única luz del fuego como iluminación.

- Supongo que te habrán hablado ya de mi... -habla con una voz suave y baja.

- Algo así.

- Quiero ayudarte, Pícara. Quiero hacerte pruebas, estudiar tu caso y dar con una cura para que puedas controlar tu poder... Si es que así lo deseas.

- ¿Usted hará que mi piel no vuelva a herir a nadie?

- Sí, pero hoy no. Hoy solo quiero hablar contigo, conocerte en persona, buscar respuestas...

- Eso es precisamente lo que esperaba yo encontrar con usted: respuestas. No sé porqué soy diferente, no sé porqué de repente empecé a herir a gente, no sé qué les pasa a las personas a las que toco... -empiezo a acalorarme y la copa tiembla entre mis manos.

- Calma, hija. Hay tiempo para solucionarlo todo, y aquí disponemos de los medios necesarios. Ya has visto lo que conseguimos con Bestia.

- Aún tengo dudas.

- ¿Sobre si quieres conservar tus poderes?

- ¡No! No quiero volver a hacer daño a nadie...

- Yo puedo hacer que seas capaz de controlarlos a placer. Solo quiero que aceptes mi petición. Yo me encargaré de que estudien tu caso con atención prioritaria y personalizada, te proporcionaré tratamientos, alojamiento todo el tiempo que desees, comida...

Esto no me cuadra del todo... ¿Qué saca él de todo esto? Lo que me está ofreciendo no es precisamente ni fácil ni, muy probablemente, barato.

- ¿Y qué debo hacer yo a cambio? -pregunto finalmente con intriga.

- Me gustaría que nos ayudaras en caso de que necesitemos la ayuda de algunos mutantes. En ocasiones los humanos capturan a algún mutante para hacerles pruebas, y nosotros mandamos pelotones para traerlos de vuelta. Otras veces asignamos misiones de reconocimiento de laboratorios que se usaron para analizar mutantes... O para combatir a ciertas personas que no respetan nuestros ideales... en el caso de que sea estrictamente necesario para nuestra supervivencia.

- ¿Y si no quiero hacerlo? -no soy una chica de acción, no sabría cómo desenvolverme en alguna situación peligrosa.

- Lo entendería.

- Pero entonces no me curaría.

- Por supuesto que lo haría.

Dudo un segundo. Aún no entiendo las intenciones de este hombre.

- ¿Por qué haría usted eso?

- Pícara, los mutantes debemos formar una comunidad, no como los humanos que compiten entre ellos para ser mejores, tener más, saber más, llegar a lo más alto... Nosotros debemos cooperar para no caer ante ellos, debemos ayudarnos para ser más fuertes... Desde que creé la Escuela X, mantenía este ideal de unión... Un mundo utópico en el que todos los mutantes fuéramos tratados igual, que nos pudiésemos ayudar los unos a los otros sin esperar nada a cambio; sólo el placer de haber cambiado la vida de esa persona y saber que cuando tú lo necesites, va a haber alguien para ayudarte.

>> Por eso ayudo a la gente, para empezar a construir esta utopía tal vez futura.

No puedo mantener la boca cerrada de lo maravillada que me siento ante las palabras de este sabio hombre. Sus planes son tan puros y honrados que merece ser apoyado en todo. Nunca había conocido a alguien tan ambicioso a la vez que generoso y con esta intención de cambio total para toda la humanidad.

Si consiguiera lo que se propone, no habría conflictos en la Tierra, tratos de inferioridad ni diferencias sociales. Un mundo homogéneo incluso en las diferentes razas, incluso entre humanos y mutantes.

- Sí, por supuesto. Por supuesto que voy a ayudarle.

Se forma una dulce sonrisa en la cara del Profesor y asiente.

- Gracias. Que así sea. Por la utopía -dice levantando su copa.

- Por la utopía -repito sonriente, haciendo lo propio con la mía.

Pasamos al rededor de una hora más hablando sobre mi vida, aunque, según me explica, él ya la ha visto entera. Olvidaba que podía ver el pasado de otras personas. Me pide perdón por ello, pero la verdad es que no me importa: lo prefiero así a tener que explicarlo yo de nuevo... La verdad es que se me hace bastante duro hacerlo.

Le hablo de lo que siento cuando toco a la gente, de mis miedos, de mis ambiciones... Es muy fácil hablar con Charles; es un hombre bastante abierto a la vez que muy reservado. Sabe escuchar y hablar en los momentos clave y con las palabras clave. Inspira en mí cierto calor paternal.

Al final decidimos quedar la mañana del día siguiente para empezar con las pruebas y análisis, y se despide de mí acompañándome a la puerta trasera de la habitación que, según parece, lleva al pasillo detrás de la zona residencial.
Abro la puerta, no sin antes agradecerle un millón de veces lo que está haciendo por mí, y cuando por fin salgo de allí, lo veo.

Al principio me asusto, pero después oigo su voz grave en la penumbra:

- ¿Qué tal ha ido? -susurra Logan, sentado en el suelo del pasillo, jugueteando con una pelota de tenis.


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¡Buenas! La pregunta del día... ~ ¿De dónde sois? ~



X-Men: Mi inmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora