Oliver Ferrara.
Me quité a Sofía de encima como si realmente quemara. No soportaba tenerla cerca, hiciese lo que hiciese. No sé por qué se me ocurrió aceptar su propuesta de pasar con ella la noche.
Ya era de día y yo apenas había podido pegar ojo. ¿Quién podría dormir con una tía al lado moviéndose más que un huracán?
- ¿Qué ocurre? -se apartó de mi pecho y levantó su mirada para clavarla en la mía.
- Me estás agobiando, apártate -pero antes de que ella lo hiciese, fui yo el primero que se incorporó, apartándose todo lo que se podía.
- ¿Sigues con esa actitud?
La miré como si fuera un perro verde.
- ¿Con qué actitud, exactamente?
- Pensé que habíamos vuelto.
Solté una carcajada y me levanté. Iban a empezar pronto las clases y no quería pasar ni un minuto más en aquel dormitorio. Antes de llegar a la puerta, Sofía se colocó en medio, impidiendo que me fuera.
- ¿Por qué aceptaste a quedarte, entonces? -tenía el pelo rubio despeinado y sin tanto maquillaje estaba... diferente. Me había acostumbrado a verla con kilos y kilos de maquillaje y era verdad eso de que hacía milagros.
- No tengo ni idea. No volverá a ocurrir.
- Podríamos darnos otra oportunidad. De verdad, pensé que ya habíamos vuelto a estar juntos.
- ¿Y qué te ha hecho pensar eso? Si ni si quiera hemos tenido sexo.
- Pero porque tú no has querido -se cruzó de brazos y los exageradísimos pechos de Sofía ya ni si quiera conseguían distraerme.
- Exacto, lo vas pillado -la eché a un lado y ella me agarró de la mano.
- Oliver...
- Adiós, Sofía.
Salí y cerré la puerta a mi espalda. En serio, cada vez que se ponía tan pesada, no la aguantaba. Resoplé y maldije el momento exacto en el que decidí aceptar su oferta.
Agradecí enormemente que ya no estuviera Oly en mi dormitorio con Dante, porque no me apetecía verlos desnudos a los dos en pleno polvo mañanero o algo por el estilo. Aunque sí tuve que tragarme la enorme alegría y felicidad de mi amigo y compañero que parecía que le había tocado la lotería.
- ¿Qué tal? -le pregunté sin más, aunque sabía que no me refería a su estado de ánimo o salud.
- Genial, tío...
- ¿Lo habéis hecho?
- Si te digo que estupedamente, me quedo corto. Ha sido mágico, joder, muy romántico y es...
- Ya basta -le corté, poniendo cara de asco brutal-. Estoy apunto de vomitar arcoiris.
Rió a carcajadas y ambos nos cambiamos de ropa para las clases.
Dante me recordó que era miércoles y que al día siguiente tendríamos que ir con Alessandro a comprar las tiendas de campaña. El camping era ese mismo fin de semana y teníamos que ir comprando las cosas necesarias para los dos días.
- ¿Ellas no van a comprar nada, o qué? -caminamos hasta mi clase de historia y ahí nos dividimos. Dante no iba a la misma clase que yo y Alessandro.
- Cállate, tío. Más te vale que no la cagues con Edith, sabes a lo que me refiero... -caminaba de espaldas mientras se alejaba camino a su clase y como respuesta le levanté el dedo corazón.

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Merece la pena odiarte
Teen Fiction¿Qué pasaría si se juntase el fuego con el hielo? ¿la vida y la muerte? Lo mismo que si juntas a Edith Lombardo con Oliver Ferrara, su enemigo desde el primer día en el internado Ancora. Ella es una italiana dura, fría, casi sin sentimientos y harta...