Oliver Ferrara.
Edith y Máximo estaban juntos.
En cuanto me enteré, sentí la enorme necesidad de partirle las piernas a ese cabrón, pero no hubiese servido de nada porque Edith se alejaría aún más de mí.
Era como una desconocida. Ya apenas me miraba y lo sabía porque yo a ella sí. A cada hora.
Yo había provocado todo eso y el arrepentimiento que sentí apenas cabía en mi interior. No dejaba de repetirme a mí mismo que era gilipollas, y probablemente, lo fuera.
Era viernes y último día. Teníamos vacaciones una semana y la mayoría se quedaba en el internado aunque otros se iban con sus familias.
El tiempo no mejoró en dos días, no dejaba de llover y el cielo estaba tan gris que deprimía.
Se me juntaba todo y estaba más susceptible de lo que lo había estado jamás. Estaba a la defensiva casi siempre y saltaba por cualquier tontería, pero es que en mi cabeza no entraba nada ni nadie más.
- ¿Qué te pasa? -Valeria se separó de mí y me miró.
Nos encontrábamos en su habitación, solos y semidesnudos. Valeria encima de mí, a horcajadas y besándome por todos los lados posibles de mi cara, cuello y torso.
Cada vez que intentaba besarme en la boca, la esquivaba. No entendía por qué, pero no me gustaban sus besos.
- Estoy un poco cansado.
Sus dientes atraparon el lóbulo de mi oreja y tiró de él para después bajar por mi cuello mientras se restregaba contra mí, pero por primera vez en toda mi vida, no se me levantó, pero no le di importancia. Valeria no me ponía nada.
- ¿No quieres hacerlo?
- No, ahora no -ni ahora ni nunca, pensé.
Se quitó de encima de mí y me puse de pie para ponerme la camiseta que estaba tirada por el suelo. Tenía el pantalón puesto, así que abrí la puerta y salí sin despedirme de ella.
Eran las seis de la tarde y la gente estaba por los pasillos, que estaban colapsados. No se podía salir al jardín por la lluvia que estaba cayendo, y eso supuso que todos los alumnos tuviesen que estar dentro y era un jodido agobio.
Caminé hasta el ala masculina para ir a mi dormitorio y al pasar por los vestuarios femeninos, me encontré a Sofía mirando a escondidas por la puerta y fruncí el ceño. ¿Estaba espiando a alguien?
Se sobresaltó bastante cuando me acerqué a ella e hizo como si no pasara nada.
- ¿Estabas espiando a alguien? -sin esperar respuesta, me acerqué a la puerta y al asomarme, vi a Edith sentada en un banco de espaldas a mí con Máximo sentado a su lado, hablando. Volví a mirar a Sofía. Esto se había vuelto interesante-. ¿Por qué estabas espiando a Edith?
Se le veía notablemente nerviosa. Se mordía el labio inferior y tras unos segundos dubitativa, decidió confesar.
- Está bien... tengo que enseñarte algo, ven -me agarró del brazo y me llevó una parte más alejada.
De su bolsillo sacó su móvil y tras buscar algo, lo acercó a mi oído. Era una grabación de voz de Edith y Máximo.
"- No dejo de darle vueltas a todo, no sé que hacer.
- No juegues conmigo, Edith. Dime lo que sea, pero dime la verdad.
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Merece la pena odiarte
Teen Fiction¿Qué pasaría si se juntase el fuego con el hielo? ¿la vida y la muerte? Lo mismo que si juntas a Edith Lombardo con Oliver Ferrara, su enemigo desde el primer día en el internado Ancora. Ella es una italiana dura, fría, casi sin sentimientos y harta...