Los cristales de la ducha se empañaron en pocos segundos mientras Oliver se aseguraba de hacerme saber que yo era suya, y vaya manera de hacerlo. Últimamente estábamos muy descontrolados y desatados, parecíamos animales cada vez que nos juntábamos. No nos permitíamos desperdiciar el tiempo.
Esa misma semana, me ayudó con el tema de Filippo. No se me había olvidado y quería vengarme y como Bianca era la abuela de Diana y tenía mucha confianza con ella, entramos ambos al despacho y contamos todo. Oliver fue el que más habló, aunque yo también participaba. La directora no daba crédito a lo que oía y en más de una ocasión nos preguntó si le estábamos gastando una broma.
Filippo fue llamado al despacho en el mismo momento en el que nosotros nos encontrábamos allí y en cuanto nos vio, sabía lo que ocurría.
Lo negó. Lo negó todo y lo que más me molestó fue que me trató como si yo estuviese loca. Menos mal que tenía testigos, no solo Oliver, si no también Alessia y Olympia. Al final, Filippo acabó confesando y fue despedido inmediatamente.
Ni si quiera nos miró cuando le entregaron los papeles del despido y se levanto para salir del despacho. Ni me dirigió la mirada, vaya cobarde.
Contrataron a otra persona como profesor de educación física. Era una mujer de unos cuarenta años muy simpática y que no dio tantos problemas ni a mí ni a Oliver. Ahora estaba más tranquilo y lo notaba más relajado, aunque eso se desvanecía cuando me veía hablar con Maxi, pero me defendía diciéndole que él hablaba con Valeria y no pasaba nada.
Seguía recordándole que no estábamos juntos, no teníamos nada y tampoco debíamos darnos explicaciones sobre lo que hacíamos o no. Aunque me sintiera otra persona cuando estaba con él, aunque me encantará estar con Oliver, no estábamos enamorados y tenía que seguir así.Discutíamos en más de una ocasión por sus celos, pero yo seguía siendo Edith y a mí nadie me pedía tantas explicaciones.
Tras dos horas eternas de discusión en la que los gritos y reproches inundaban en silencio del comedor a las doce de la noche, nos quedamos callados y con la respiración entrecortada por los gritos y las voces forzadas.
Le di la espalda y rápidamente lo noté detrás de mí, rodeando mi cintura con sus brazos. Intenté alejarme, pero no me lo permitió porque me apretó más contra él.
- Eres preciosa hasta cuando te enfadas -su voz en mi oído envió escalofríos a lo largo de todo mi cuerpo.
- Déjame en paz.
- No, hasta que digas que soy el más guapo del mundo, o de Italia, por lo menos -rió en mi oído y me hizo sonreír su estupidez.
- No lo eres.
Me dio la vuelta en sus brazos y nos miramos a los ojos. Su mirada me intimidaba, era como si fuese superior a mí y me obligase a bajar la mirada. Me avergonzaba, era como si fuese un jodido dios del Olimpo y yo una simple mortal.
- No quiero discutir contigo... -pegó su nariz a la mía y cerró los ojos-. Aunque lo mejor son las reconciliaciones.
Solté una carcajada. Estaba obsesionado con el sexo, parecía estar siempre preparado, aunque puede que sí lo estuviera.
- Te vas a enamorar.
Frunció el ceño y puso una cara de asco que me hizo reír. Parecía a punto de vomitar.
- ¿De ti? ¿pero te has visto? yo no me enamoro de niñatas insoportables y tan feas, horribles como tú -la última parte la dijo con sus labios en los míos y a mí se me olvidó la discusión de apenas unos minutos.
- Tú eres el más guapo de Italia -me miró con una ceja enarcada y una sonrisa ladeada-. Del mundo, no. Lo siento, pero Zac Efron...
Recibí una palmada en el trasero que me hizo gritar del sobresalto y ambos reímos.

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Merece la pena odiarte
Teen Fiction¿Qué pasaría si se juntase el fuego con el hielo? ¿la vida y la muerte? Lo mismo que si juntas a Edith Lombardo con Oliver Ferrara, su enemigo desde el primer día en el internado Ancora. Ella es una italiana dura, fría, casi sin sentimientos y harta...