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Edith Lombardo.

Las vacaciones de navidad llegaron a su fin. El día de mi cumpleaños, me llamó mi familia para felicitarme. Mi padre tenía la voz más apagada de lo normal y parecía estar algo distraído porque apenas contestaba a mis preguntas y se las tenía que volver a repetir con frecuencia, pero no le di importancia. Alessia y Alessandro también me felicitaron con emoción, me regalaron una caja de preservativos de colores y ultra sensibles. Puse los ojos en blanco, pero Oliver me guiñó el ojo por detrás. Pervertido.

Olympia y Dante volvieron el seis de enero. Parecían lapas, estaban todo el rato pegados. Nos contó todo lo que visitaron y todos los sitios donde se hicieron fotos. Estaban enamoradísimos y nos hacían reír a los demás.

La madre de Oliver vino el día seis para llevarse a Diana. No quería irse y lloró mientras nos abrazaba a cada uno y a mí se me partía el alma. Quería quedármela para siempre.

Me dio incontables besos en la mejilla y me dijo en el oído que no me separara de Oliver, que quería que en un futuro nos casáramos y tuviésemos hijos. Era la más loca del lugar.

Y Oliver... me dio el mejor regalo de cumpleaños. No podía creerme que saltáramos de un puente, pero lo hicimos. Ya había reconocido anteriormente que estaba empezando a sentir algo por él, pero cada vez que estaba con él, ese sentimiento se hacía más fuerte.

Las clases empezaron y fue el primer día a segunda hora, en matemáticas, cuando dos alumnos nuevos entraron en clase, acompañados de Bianca.

La chica era muy guapa. Era rubia natural y sus ojos eran tan verdes que se veían desde lejos. Tenía un cuerpazo que envidiaban todas del aula, donde yo me incluía. Era realmente guapa.

Al lado de ella, había un chico que me llamó la atención a mí y a todas las chicas. Era moreno, muy alto y con los ojos más azules que jamás vi, incluso los míos quedaban ridiculizados por ellos. Sus ojos hacían juego con la camisa que llevaba. No llevaba tatuajes a la vista y era de piel muy clara. Era guapísimo, madre mía.

¿Nuevos alumnos en mitad del curso?

- Buenos días, quería presentarles a los nuevos alumnos y nuevos compañeros. Ellos son Valeria y Máximo. Son hermanos y espero que los acepten enseguida -Bianca les sonrió a ambos y le indicó a Valeria que se sentara en el sitio libre que había a mi lado.

Máximo se sentó al final de la clase y la mayoría nos giramos a verle. Estaba muy bueno.

Desde la segunda fila, Oliver me miraba con el ceño fruncido y me encogí de hombros, como si no supiera qué le ocurría. Apartó la mirada y se centró en la clase.

- Hola, ¿cómo te llamas? -me preguntó la chica con una sonrisa.

- Edith, encantada Valeria -parecía una buena chica. Quizá pudiésemos ser buenas amigas.

- Igualmente, Edith, una cosa, desde que he entrado me he fijado en él. ¿Sabes quién es o si tiene novia? -miré en la dirección en la que señalaba su dedo y... sí, hablaba de Oliver.

Dejé caer los hombros, pero pronto me recompuse.

- Se llama Oliver y... no, no tiene novia -dije, sin apartar mi mirada de la pizarra.

- Qué suerte... creo después me acercaré a hablar con él... -la miré y alzaba sus cejas de manera insinuante.

Acababa de llegar y ya intentaba ligar o acostarse con alguien, exactamente, con Oliver. ¿De qué iba esa tía?

Tocó el timbre que anunciaba el cambio de clase y Valeria no dudó en levantarse y acercarse a su mesa. Yo me quedé en el sitio a observar la escena.

Merece la pena odiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora