- ¿Por qué no nos llamaste? sabes que hubiésemos ido sin pensarlo -La reprimenda de Alessia no hizo más que empeorar el estado en el que estaba. Sabía que tal vez debí llamarles cuando murió mi padre, pero en esos momentos era lo último en lo que pensaba.
Oliver y yo habíamos vuelto ese mismo día después de las clases para no tener que presentarnos en las aulas ese día. Cuando nos separamos y me planté en mi habitación, mi cabeza empezó a darle vueltas de nuevo a todo lo malo que había pasado.
- Entiendo tu postura, Alessia -la que habló era Oly, que tiró el cigarro terminado al cenicero y roció el cuarto con el característico ambientador de lavanda-. Pero entiende tú la de ella, aunque nosotras no hayamos pasado por eso ni aunque no hayamos tenido un padre ejemplar como el de Edith, deberíamos ser capaces de comprender que en esos instantes no se piensa en llamar en nadie. Solo quieres estar sola y llorar.
- Gracias, Oly -fue lo único que fui capaz de pronunciar.
- Esta bien, lo siento -la peguapísima e abrazó a la vez que se sentaba a mi lado en la cama de Oly y me acarició la espalda de arriba abajo-. Es solo que quiero estar contigo en las duras, que sepas que me tienes aquí para todo, ¿vale?
- Lo sé -el aroma a coco de Alessia me inundó cuando la abracé. Las dos se habían convertido en mis mejores amigas.
- Bueno, cuéntanos -Oly cambió de tema, se frotó las manos y puso cara de traviesa-. ¿Qué tal con Oliver?
Esa pregunta consiguió sacarme una sonrisa tonta al recordar los bonitos momentos que viví con él en esa casa.
Momentos increíbles, preciosos e íntimos que seguirían siendo de él y míos.
- No me puedo quejar.
Las dos pusieron los ojos en blanco a la vez y tararearon un "¡Aburrida!" seguido de un par de carcajadas.
- ¿Hubo mucho sexo duro?
- Alessia, tú siempre igual... -Oly le golpeó amistosamente el hombro y le lanzó un cojín a la cara.
- Es lo más importante de la conversación, así que dinos... ¿sexo oral? ¿el misionero? ¿a cuatro patas? ¿contra el suelo o la pared? ¡no, ya lo tengo, en la encimera de la cocina!
- ¡¿Todo eso has hecho tú?! -escandalizada, Oly la miraba con la boca abierta-. ¡Pero serás pervertida y ninfómana!
Yo no pude evitar reír a carcajada limpia. Éstas eran mis amigas. Alessia, la pelirroja explosiva, loca, atrevida, insinuante... vamos, una "vive la vida loca" de la cabeza a los pies. Y Olympia, romántica, enamoradiza, también loca de remate, guapísima y la más inteligente de las tres. Luego estaba yo, que seguía siendo la misma Edith de siempre, aunque algo más cambiada.
- Claro que sí, eso y mucho más... -dramatizó y se acercó a nosotras como si nos fuese a contar el mayor secreto de la historia, aunque estuviésemos las tres solas en la habitación-...y con Alessandro.
Oly explotó en carcajadas ante nuestra única y confidente amiga y yo no podía creerme lo que decía.
- ¿Por fin os habéis acostado? -esa fue la pregunta que me hizo parecer estúpida. Estaba muy desinformada.
- Millones de veces -tan orgullosa como ella era, se pasó las dos manos por su cuerpo, haciéndonos reír.
**
Después de hablar durante horas y ponernos al día, tocó la alarma para ir a cenar. Olympia me contó que ya no estaba con Dante. Seguía tan enamorada de él como siempre y se le notaba a kilometros, pero según ella, no estaban hechos el uno para el otro. Esa fue la única explicación que me dio y no quise insistir más porque sabía que le dolía hablar de él.

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Merece la pena odiarte
Fiksi Remaja¿Qué pasaría si se juntase el fuego con el hielo? ¿la vida y la muerte? Lo mismo que si juntas a Edith Lombardo con Oliver Ferrara, su enemigo desde el primer día en el internado Ancora. Ella es una italiana dura, fría, casi sin sentimientos y harta...