15.

2.3K 170 94
                                    

Edith Lombardo.

Olympia nos contó cómo había sido su primera noche con Dante. Estaba tan ilusionada, contenta y feliz que nos contagiaba a Alessia y a mí.

Nos gustaba verla así y todavía más cuando nos dijo que Dante en todo momento fue un caballero con ella, fue muy romántico y no hizo nada que ella no quisiera. Menos mal, porque ya me veía castrándole.

El jueves fui con ellas dos al centro a comprar lo necesario para el camping al que íbamos dos días con Dante y sus dos compañeros de habitación. La verdad, es que no me hacía mucha ilusión, pero no pude decir que no.

todavía no podía creerme el comportamiento de Oliver frente a Filippo. Recuerdo que se me había olvidado la bolsa de la ropa y cuando entré y vi aquella escena... lo que menos me esperé fueron los motivos y el enfado de Oliver. Qué gilipollas.

Dábamos un paso hacia adelante y cinco hacia atrás.

Mi tienda de campaña era normalita tirando a pequeña. Para Alessia y para mí, nos sobraba. Dormiríamos juntas, Oly lo haría con Dante, lógico.

El color lo decidimos a suertes porque ella la quería rosa y yo roja. Ganó Alessia.

El viaje fue corto ya que el camping estaba en Génova y no tendríamos que salir de la ciudad. En ningún momento del viaje Oliver cruzó palabra conmigo y tampoco yo con él. Vamos, lo que faltaba, que encima tuviera que hablarle yo.

Aparté los problemas y me divertí durante el trayecto. Reí con Dante y conocí a Alessandro, un gran chico y muy simpático. Todo lo contrario que yo.

Fue un viaje lleno de risas y buenos momentos. Cuando llegamos, nos dimos cuenta de que era en mitad del bosque, en la nada, literalmente.

No había nada. Sólo árboles. Fin. Y hacía mucho frío.

Estábamos ahí solos y cuando llegamos a una especie de explanada llana libre de árboles o arbustos, aparcamos el coche de Alessandro, que tenía carnet al ser mayor de edad y alardeaba de ello cada vez que nos cruzábamos con un coche de policía. Cualquier día lo meterían a la cárcel por vacilón.

Bajamos del coche y el frío se metió en nuestros cuerpos. Normalmente, los campings se hacían en verano, pero nosotros no, en invierno.

Iba a ser un fin de semana intenso.

Formamos un círculo con las tiendas de campaña algo amplio para formar en medio una hoguera por la noche. Tendríamos que conseguir madera, pero de eso se ocuparían Oliver, Dante y Alessandro.

En total, fueron cuatro tiendas de campaña. Una para Alessia y para mí, otra para Dante y Oly, otra para Oliver y otra para Alessandro. Éste último nos sorprendió a la mayoría sacando del maletero del coche siete bolsas llenas de cervezas y otras botellas alcohólicas, bueno, por lo menos iba a haber ambiente.

- ¿Alguien tiene hambre? -Alessandro se formó una especie de silla en el centro alrededor de la futura hoguera y fue formándola.

- Son las seis de la tarde -Alessia negó con la cabeza y Oly enseguida se apuntó a comer.

No entendía dónde guardaba Oly toda la cantidad de comida que comía, pero nunca paraba y no engordaba ni un sólo gramo.

Muchas chicas podrían envidiarla.

La tarde avanzó sin darnos cuenta y pronto tuvimos que ir encendiendo la hoguera con los mecheros de Alessia y Dante, que los trajeron consigo.

Toda la zona en la que estábamos quedó iluminada de repente, por completo. Había un ambiente más... oscuro, pero igualmente tranquilo y divertido. Además, Oliver enseguida lo animó sacando un Ipod y conectándolo a unos altavoces que hacía que se oyera bastante, pero sin tener la necesidad de gritar para hablar. Era agradable.

Merece la pena odiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora