Durante el camino de vuelta en la moto de Maxi, seguía sin poder creerme que estuviese enamorada de Oliver. Tampoco sabía al cien por cien si lo estaba, ¿pero qué podía ser? nunca me había enamorado y no sabía lo que se sentía, pero sí sabía lo que yo sentía cuando estaba cerca de él aunque ni si quiera me estuviese tocando, lo que sentía cuando me miraba de esa forma suya que me hacia sentir como pequeña, como él me llamaba, pero literalmente. Y ni qué hablar de cuando me besaba o hacíamos el amor. Tenía que ser amor.
No dejé de sentirme mal por Maxi porque era un chico muy simpático, pero lo veía como un simple amigo. No iba a mentir, si no fuese por Oliver, tal vez hasta hubiese tenido algo con él, pero ahora... ni podía, ni quería.
Cuando detuvo la moto en la entrada del centro y se quitó el casco, bajé de la moto y me quité yo el mío.
- No quiero estropear la relación que tienes con Oliver -se puso de pie delante de mí y metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta negra.
- No tenemos ninguna relación.
- ¿Te ha gustado surfear? -su intento por relajar el ambiente funcionó y sonreí por primera vez desde que me había besado.
- Me ha encantado. Ha sido un gran día, gracias.
Seguía habiendo tensión entre ambos y él intentó disolverla con un suave empujón.
- Eres una torpe, no dejabas de caerte. Parecías una abuela -rió y empujó la moto hasta llevarla a un sitio alejado y oscuro para guardarla. Yo le acompañé.
- Tú tampoco es que seas el mejor profesor, y no tienes paciencia.
Me subió a su hombro y grité. Era la segunda vez que lo hacía y estaba empezando a ser una muy mala costumbre.
- ¡Maxi, bájame! -grité, entre risas.
Me bajó hasta la mitad y me obligó con una de sus manos a rodear su cintura con las piernas. Nuestras caras estaban muy cerca y mi sonrisa se borró.
- Te bajo si me besas.
- No te voy a besar, bájame -me carcajeé e intenté soltarme, pero me tenía bien agarrada.
Lo miré y negó con la cabeza con una sonrisa ladeada en su boca.
- Bésame.
- No.
- Pues nos quedaremos así toda la noche.
Me removí con fuerza en sus brazos, me retorcía y parecía una niña enfurruñada, pero no me soltaba.
- ¡¡Maxi!!
- Beso.
- Que-me-suel-tes -pronuncié por sílabas.
- Cuan-do-me-be-ses.
Puse los ojos en blanco y le di un simple pico en los labios. Maxi me miró con los ojos abiertos como platos y se echó a reír a carcajadas.
- ¿De qué te ríes?
- ¿Eso es un beso? esto es un beso -me agarró de la nuca y pegó con fuerza nuestros labios.
Los movía con destreza y aunque intenté evitarlo, metió su lengua en mi boca y acarició la mía. Su mano no dejaba mi nuca para evitar que me separase, y poco a poco su beso se hizo más suave y dulce.
Lamió mi lengua y para finalizar, mordió mi labio inferior mientras lo arrastraba con él.
- Ahora entiendo por qué Oliver esta enamorado de ti. Además de preciosa, sabes al mejor manjar del mundo -me mordió la barbilla y yo seguía con la respiración acelerada por el beso.
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Merece la pena odiarte
Teen Fiction¿Qué pasaría si se juntase el fuego con el hielo? ¿la vida y la muerte? Lo mismo que si juntas a Edith Lombardo con Oliver Ferrara, su enemigo desde el primer día en el internado Ancora. Ella es una italiana dura, fría, casi sin sentimientos y harta...