Estuve una semana en Roma en la que mi padre se recuperó y los médicos, tras hablar con mi madre a solas, me dijeron que se trataba simplemente de una pérdida de conocimiento, de un bajón de azúcar y que se recuperaría enseguida.
Agradecí que fuese verdad, porque tal y como dijeron, mi padre empezó a mejorar hasta que ya pudo levantarse, caminar y hablar con normalidad.
Había sido un susto terrible, pero se había quedado en eso, en un susto.
La peor parte me la llevé al regresar al internado, porque los exámenes habían terminado y yo había faltado a ellos. Aunque algunos profesores me dijeron que no pasaba nada, que para el próximo trimestre me pusiera las pilas y me presentara a los exámenes, hubo otros que me daban en las narices y me decían que lo tenía que haber pensado antes de faltar. La palabra ''subnormales'' se les quedaba corta.
Intenté hacerme la sorprendida cuando Oly me dijo que había vuelto con Dante, que se habían perdonado y que estaban bien. Todos sabíamos que ocurriría eso, hasta el más callado y marginado del centro lo sabía, pero como me lo contó tan ilusionada, decidí hacerme un poco la tonta.
- ¿Sabéis que Sofía le ha rogado a Oliver que vuelvan a estar juntos? -Alessia pintaba sus labios de un color rosado pálido mientras yo desempaquetaba la maleta y metía la ropa de nuevo al armario.
- ¿Y qué dijo Oliver? -pregunté como si nada.
- ¡Que no! ¡la dejó en ridículo delante de todo el comedor! -la voz de Oly sonaba incrédula-. Le dijo que se olvidara de él de una vez por todas y que había conocido a otra chica que le daba dos mil vueltas, ¡flipa!
Tragué saliva y no me giré. Estaba de cara al armario, metiendo cosas y dejé mi mirada fija en las perchas que colgaban de un palo central.
No quise pensar que se refería a mí porque no quería. ¿O sí? Suspiré. Me estaba volviendo loca, definitivamente.
- Sofía se enfadó tanto que le exigió que le dijera el nombre de la chica, pero no se lo dijo. Se dio la vuelta y se fue de allí. Todo el mundo mirábamos la escena como si se tratara de un cine, hasta que ella rompió a llorar y se fue -Alessia se acercó a mí porque me vio que no me movía. Ni metía ni sacaba cosas-. Has acabado. ¿Estás bien?
Reaccioné.
Cerré el armario y transformé mi neutral cara con una sonrisa falsa mientras me giraba hacia ella.
- Nada, pensaba en mi padre.
Me excusé y rápidamente ellas cambiaron de tema y me preguntaron por él.
Les conté todo lo que sabía y lo que nos habían dicho los médicos.
Sonrieron aliviadas al saber que todo se había quedado en un susto y quisieron celebrarlo.
Esas dos celebraran todo. Sacaban un diez, lo celebraban. Sacaban un uno, lo celebraban. Salía el Sol por las mañanas, lo celebraban.
Aunque la verdad es que necesitaba fiesta y qué mejor que un sábado como aquel.
Lo decidimos todo en poco tiempo y a Oly se le ocurrió la magnífica idea de invitar a Dante y sus compañeros de habitación. Sí, Oliver y Alessandro.
Alessandro me dio igual, pero ver a Oliver... no entraba en mis mejores planes.
Enseguida, los tres aceptaron salir esa misma noche y así fue.
Me encontraba vestida con unos vaqueros claros algo desgastados, unas converse blancas y una sudadera rosa. Dejé mi pelo suelto y me maquillé lo suficiente, aunque no mucho. Me puse una chaqueta de cuero, y arreglado
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Merece la pena odiarte
Teen Fiction¿Qué pasaría si se juntase el fuego con el hielo? ¿la vida y la muerte? Lo mismo que si juntas a Edith Lombardo con Oliver Ferrara, su enemigo desde el primer día en el internado Ancora. Ella es una italiana dura, fría, casi sin sentimientos y harta...