FINAL.

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15 de Junio. El día de mi graduación había llegado. En general, la graduación del instituto no se solía celebrar, más que nada porque aún no habíamos acabado de estudiar, todavía quedaba la universidad.

Aún así, teníamos pensado irnos de fiesta y celebrar que... que ya no volveríamos a vernos, y si lo hacíamos, sería por pura casualidad en la vida.

Alessia estudiaría en Génova administración, junto a Oly que estudiaría relaciones públicas. Alessandro recibió en el último momento una carta de admisión en la universidad de Oxford para empezar y terminar su carrera de ingeniería técnica. El desastroso Dante, con sus pelos despeinados, siendo tan borracho y tan acostumbrado a la marihuana, nos sorprendió a todos cuando nos confesó que el sueño de toda su vida había sido ser policía. Al principio pensábamos que estaba de coña, pero cuando se ofendió por nuestras carcajadas, entendimos que lo decía totalmente en serio. ¿Quién veía a Dante como policía? Todos creíamos que ni si quiera él se veía con uniforme policial y haciendo caso a las leyes y normas del país, cuando él era el primero en saltárselas todas. Increíble, pero cierto.

Era nuestro último día juntos. Aunque en realidad, era el penúltimo, porque dormiríamos todos en el internado, pero al día siguiente a primera hora de la mañana nos echaban, literalmente.

Mi billete de avión decía que a las ocho de la mañana salía el avión hasta Roma, donde me esperaba mi madre y mi hermano para recibirme con cariño. Y yo no podía dejar de pensar que eran las últimas casi veinticuatro horas que estaba en aquel internado que tantas alegrías, tristezas y enfados me había causado. Cómo cambian las cosas y cuántas vueltas da la vida.

Me miré en el espejo de nuestra habitación. Había comprado un bonito vestido de color rosa palo para la ocasión. No era ni muy corto ni muy largo, más o menos por la rodilla. Los tacones blancos seguían molestándome. Eso nunca cambiaría. Los tacones y yo no nos llevábamos bien ni ahora ni nunca, pero no iba a ir a la graduación con deportivas. Mis amigas me matarían.

- Joder, joder, joder. Quedan veinte minutos y me veo horrible. No quiero ir -Olympia me empujó para poder verse ella en el enorme espejo en el cual cabíamos las dos y la miré con una sonrisa.

- Pero si estás guapísima -y era verdad. Había apostado por un vestido largo hasta los pies de color morado con algún que otro brillante por el vestido. Era de palabra de honor y estaba preciosa.

Seguía diciendo que quería cortarse el pelo pero como era la persona más vaga que el planeta había conocido, fue dejándolo hasta que se pudo hacer un bonito recogido en tupé. Le quedaba estupendamente.

Mi pelo lo recogí en una coleta y un pequeño tupé no muy notorio, sólo para darle algo de forma al peinado y me gustó el resultado.

Alessia me estaba poniendo los nervios a flor de piel porque como su estúpido secado había muerto, no podía arreglarse bien el pelo y no le gustaba cómo le quedaba. La iba a matar.

- Vamos a ver, niña, déjate el pelo suelto y rizado porque te queda genial -no quise ser muy borde, pero es que me obligaba a serlo. Llegaba a ser insoportablemente pesada.

- Claro, como tú estás divina pues que les den a las demás.

- Te juro que te voy a matar. ¡Estás...! -pero en ese momento, tres golpes en la puerta me interrumpieron.

- Abre tú, Edith, yo no quiero que me vean con estas pintas -Oly se sentó en la cama con cara de estar a punto de llorar y puse los ojos en blanco.

¿Pero qué les pasaba? Serían las más guapas de la graduación y estaban ahí haciendo el drama. Menos mal que llamaron a la puerta porque si no ninguna de las dos saldría viva del dormitorio.

Merece la pena odiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora