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IV.

"Eres tanto / que cualquier cosa que no sea tenerte al final del día / no resulta suficiente. / Y eso no es culpa de nadie." – Sin orificio de salida.

─No es lo que estás pensando.

─Nunca lo es.

─Sé que se ve muy mal, pero...─ suspiré.

Me sentía cansado. Feliz por la reciente noticia de mi no-paternidad, pero cansado.

─Hay una razón por la que nos cambiamos a la ciudad. Y no era la economía.

Estaba esperando que Alba me interrumpiera, pero escogió sabiamente el silencio.

─Algo muy feo pasó en Santana hace dos meses, y tiene que ver con Astrid. Fue lo que casi hace que me maten. Es doloroso, vergonzoso, terrible y yo no tengo derecho de andarlo diciendo por todos lados. No es que no confíe en ti y sí en Raquel. El problema fue que, pueblo chico, infierno grande. Todos terminaron por enterarse, y para evitar, entre otras cosas, estar en boca de los peores chismosos, nos mudamos. El ejemplo más práctico es, que el mismo día que Raquel regresó luego de un viaje de cuatro meses, ya supo de lo de mi hermana. Y no, no es bonito.

─Lo siento.

─Sé que ya te imaginas qué puede ser, pero te aseguro que es peor que eso. Y sé que te has aguantado preguntarme y esa es una de las razones por las que te quiero, porque respetas mis espacios. Es sólo que es un tema delicado y que no debo compartir.

─Permanecerá de esa manera, Julián. Está bien. Sólo puedo esperar que mejore y ofrecerte mi apoyo, en lo que necesites.

─¿Siempre vamos a pelearnos a medias y ya?

─Te aseguro que no. Me tienes mucha paciencia.

─Y tú a mí. No sé si no te has dado cuenta, que soy un hombre libre que no va a ser padre.

─Al fin nos llegó esa noticia.

Nos abrazamos. Cuando me separé de ella le di un beso en la mejilla. Me sonrió.

─Eres un hombre dulce, Julián García.

─No lo digas en voz alta, por favor.

─Es la verdad. Te equivocas por deporte unas dos veces al día, como mínimo, pero cuentas con soluciones rápidas. Temporales o permanentes, no soy exigente. Le tienes un amor muy grande a tu familia, a tus amigos...

─A ti.

Se sonrojó.

─Te estoy halagando.

─Me quieres llevar rápido a la cama, eres una mujer sabia.

─¡Cállate!─ dijo, y rio tímidamente.

─Cúlpame por ser honesto. Y bueno, ¿ya estás lista para mañana?

─Nerviosa. Después del año sabático que prácticamente tuvimos, temo no estar al nivel que me exigirán.

─Lo estarás. No le digas a nadie, pero Julián García cree que eres la mujer más inteligente que conoce. Que puedes entrar en la pelea y que él te va a ganar, pero aun así, es grande el mérito.

─Dile a Julián García que por eso es que sigue estando soltero─ reímos.

─No quiero que pases todo el tiempo con el idiota de Sergio. Yo te voy a pasar viendo, a pasar dejando. Quiero una copia de tu horario para ver en qué rato puedo cogerte.

─No hay necesidad de elevar los niveles de testosterona. Y ni me asfixies porque no va a funcionar. Háblame más del horario para coger─ dijo, con todo el interés reflejado en su cara.

─Deberíamos hacer uno.

─Puedo inventar guardias para pasar juntos por las noches.

─Lógicamente.

─Me da pena con tu familia. Invadir tu departamento para...

─Les sale más económico que darme para moteles. Es una buena inversión, de hecho.

─No me vas a llevar a motelear, eres aburrido.

─¿Motelear es un verbo?

─Mis amigas lo hacen─ dijo haciendo pucheros.

─Estás loca.

─Así me quieres.

En lo que quedó de la tarde, hablamos de trivialidades. Era difícil llevar las cosas con todos los miedos que teníamos encima. Quizás porque no era una primera vez cuando tienes quince años y te parece que esa persona te va a llevar al altar y todo es corazones. Tampoco era la revolución de los dieciocho de querer tirarse a la mitad de la ciudad en dos semanas. Buscábamos esa relación sólida que puedes aspirar cuando sientas cabeza a los veinticinco y piensas las cosas más seriamente. Pero ella tenía veintidós y yo veintiuno. Encontrar el equilibrio sería algo complicado. Sin embargo, yo quería que fuera ella.

La única vez que vi a Alba en la siguiente semana, fue el lunes, cuando fui a verla para llevarla a la universidad, el miércoles que almorzamos juntos y el jueves, que nos encontramos al finalizar la jornada. Así que era sábado y yo estaba ansioso por verla.

Pasé por ella al hospital Metropolitano y ella cayó desplomada en el asiento del copiloto.

─Amor, hola.

La sentí agitada. Me dio un beso rápido y se colocó el cinturón.

─Necesito que me hagas un favor.

─Lo que quieras, amor.

─Pasemos por mi casa para ver un par de libros. No te enojes.

─¿Libros? Alba, esto es el momento más largo que te he visto en toda la semana.

─Ya lo sé. Dudé en cancelarte, pero sé que teníamos que vernos. Tengo un montón de materia para el lunes y muy poco tiempo para estudiarla.

¿Me estaba haciendo un favor, entonces?

─¿Ibas a cancelarme?

─No me hace feliz,por eso no lo hice. Julián, me facilitarías mucho las cosas si te portas lindo,me reclamas después y me ayudas a estudiar. Son cosas que probablemente yasepas y que podré pasar más rápido si sólo me las explicas.

Otra Forma de Lograr que me AmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora