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─¿Regresamos a las andadas con Alba?

¿Cómo lo supo?

─Salí ayer un momento con ella, ¿cómo lo supiste?

─Te comportas como mi marido de diez años que está poniéndome el cuerno con una cualquiera.

─No la llames así, por favor.

Elena estaba histérica, jamás la había visto así.

─Estabas de acuerdo con esto, Elena. Sabías mi pasado, sabías las cosas que iban a pasar.

─¿Serás capaz de decirme a mí, que tengo que soportarte tirándote a esa tipa? ¿Que es mi problema y que lo tome o lo deje?

─Elena, ¿qué es todo esto?

─Esta soy yo, intentando recibir un poco de respeto. Pasaste meses tranquilo, ¿cuál es el maldito problema ahora?

─Mi respeto lo tienes, nada va a cambiar. Por favor, no hagas un gran drama de la situación.

─Eres increíble, Julián. No puedes estar pidiéndome esto. Dime qué te dijo o hizo, ¿por qué el cambio ahora?

─Astrid. Astrid me hizo ver que soy el único que puede ayudarla. Ella quiere mucho a Alba.

Se quedó callada, y mejor. Cualquier cosa que dijera empeoraría las cosas.

─Déjame ver tus conversaciones con ella.

─Claro que no. No son de tu competencia. Elena a mí no me gusta que me celen, no creo necesario tener esta conversación contigo.

─No quiero que la veas.

─No dejaré de hacerlo. Perdón.

─Te odio.

Las cosas con Elena fluctuaron entre bien y mal por varias semanas. Semanas en las que conviví mucho con Alba. El tiempo del Internado se estaba acabando y cuando esto sucediera, yo tendría que ir a alguna zona rural a ejercer mi profesión y esto significaría tener que dejar de verlas a ambas. A menos que me llevara a Elena a vivir conmigo, o a Alba y ejercer juntos, o buscarme otra o quién diablos sabía qué era lo correcto que debía hacer. Lo cierto era que se me acababa el tiempo y yo tendría que tomar una decisión importante, la decisión de mi vida

─Tengo días intentando contactarte, ¿estás bien?─ dije, pero Alba apenas me prestó atención. Siguió escribiendo las evoluciones en las hojas de la carpeta de su paciente─. Alba...

─Estoy algo ocupada.

─Hablemos. Vine hasta acá porque me preocupé, como tú solías hacerlo antes, ¿recuerdas?

─Han pasado tantas cosas que he preferido olvidarlo. Déjame en paz.

─Alba...

─Julián, no quiero volver a verte. Vete.

Si esto era una broma, en realidad no la entendía. Estaba absorto y confundido. Alba jamás me había tratado así y yo no podía creer lo que estaba sucediendo. Me quedé en el hospital hasta esperar su salida, confrontarla y recibir una explicación.

En cuando Alba me vio, rodó los ojos e intentó tomar un camino por el cual no se cruzara conmigo, pero corrí y la alcancé.

─¿Qué demonios pasa? Alba, por favor, me estoy muriendo aquí.

─De todos los hijos de perra que existen en esta vida, jamás creí que fueras tú el que me hiciera algo como esto.

─¡¿Qué cosa?!

Otra Forma de Lograr que me AmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora