14.3

12 1 4
                                    

Alba abrazó a mi hermana mientras le acariciaba el cabello esperando a que se calmara. De este lado, yo me dejé caer en el suelo y apoyé la frente en mis rodillas. Estaba inconsolable, con demasiadas cosas que no terminaba de asumir.

Alguien palmoteó mi espalda y yo alcé la mirada. Todo estaba borroso. Cuando mis ojos pudieron acomodar alguna imagen, reconocí a Alba de cuclillas junto a mí.

─Gracias─ susurré y sorbí por la nariz. Luego me levanté y me alejé de ella como huye un animal herido.

─No podía tener esa conversación contigo mirándome a los ojos─ respondió entre sollozos─. Perdóname.

─No te costaba nada decirme que lo amabas. Me habría alejado para no hacer un imbécil de mí mismo. O habría luchado por ti, ¿por qué me hiciste esto?

─No lo planeé, Julián.

─Tampoco hiciste nada para detenerlo. ¿Te sentías tan bien teniendo a dos pendejos detrás de ti?

─¡Claro que no! Me atormentaba no tener las cosas claras, herirte.

─Deberías quedarte con él. Le contaste lo de tus padres y confías en todo lo que sale de su boca.

─No fue así. Sergio iba a dejar unos libros a mi casa cuando vio a mi papá cargando las cajas en su auto. No es que confiara en él y no en ti.

─Tampoco es que confiaras en mí. No puedo perdonar esto, Alba.

─Julián...

─Usaste mi pasado para librarte de la culpa de que esta relación se fuera a la mierda por tus malas decisiones, por tu vanidad y tu falta de amor por mí.

Mi orgullo estaba bastante herido. Eso era lo único que no era mentira en todo esto.

─¿No te acostaste con Doris?

─No Alba. No lo hice.

─Perdóname.

─Y así lo hubiera hecho. Yo no me enamoré de ella. Nunca amé a nadie que no fueras tú. ¿Qué fue? ¿Los libros caros? ¡Yo me di cuenta de que existías antes que él!

Yo gritaba histérico. Alzar la voz no mejoraba mi argumento, pero por lo menos liberaba un poco la rabia que había en mi interior.

─Lo sé Julián. No pienses que no me odio cada día por haber hecho lo que hice.

─Te repito que deberías quedarte con él. Ya no tengo ganas de volver a verte. Me hiciste mucho daño.

─No te merezco, Julián.

─Ya no importa.

De regreso Astrid venía en el asiento del copiloto. De todas las maneras que imaginé que esto acabaría, esta escena jamás cruzó mi cabeza.

Dejé a Alba en su casa y ella se bajó sin decir una palabra. Sólo abrazó a Astrid y acarició el contorno de su mejilla.

─¿Por qué le mentiste con lo de Doris? Hasta yo sé que te acostaste con ella.

─Si alguien ha dejado de quererte no hay marcha atrás. No voy a quedarme queriéndola hasta que al final me deje y mi vida no tenga razón de ser sin ella. Estoy haciendo algo inteligente por mí.

─No Julián. Ustedes ni siquiera terminaron de conocerse. Los dos se equivocaron y estás dejando que tu orgullo lastimado se interponga en el medio. Ve a buscarla y dile lo de Doris. Ella te va a perdonar y serán felices.

¿Después de tanto, sería posible?

─Si fuera tan sencillo, enana habladora.

─Lo es.

─Ya no hablemos de eso.

En casa no regañaron a Astrid. Estaban contentos de que estuviera bien. Se puso a hablar con una autoridad que le había otorgado esa conversación con Alba. Se disculpó por todos sus desastres y se ofreció voluntariamente a recibir ayuda. Nadie le gritó ni nadie la estaba obligando. Creo que le dio miedo que los años pasaran y terminara en las mismas condiciones que Alba.

Alba le contó una muy buena historia y en el fondo yo se lo agradecía, porque eso sacudió a mi hermana. A pesar de que sabía que con esa maldita historia sacrificaba la única oportunidad que teníamos de arreglar las cosas, siguió hasta el final porque mi felicidad y la tranquilidad de mi familia eran más importantes.

Ella pudo inventarse cualquier cosa que la justificara y para tenerme de vuelta, pero eligió la verdad, porque eso era lo que necesitábamos.

Ojalá yo hubierahecho lo mismo.

Otra Forma de Lograr que me AmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora