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A medida que el semestre fue transcurriendo, la agenda de Alba fue liberándose sustancialmente. Y, una vez superado el drama de Sergio, tuve la oportunidad de inducir a Alba a otras amistades del mismo grupo en el que ella cursaba y que habían sido muy buenos allegados míos en otros momentos de la carrera.
Me gustaba el grupo de Alba porque era muy unido. Eran aplicados, buenos compañeros y bastante borrachos, había que reconocerlo.
Una de esas tardes en que fui por Alba para llevarla a casa, me encontré con que estaban reunidos para organizar alguna "integración". Alba me había comentado que había faltado a varias. Era lógico, prefería pasar conmigo y hacerme el amor todos esas valiosas horas.
Casi nunca llegaba a interrumpirla, pero me dio muchísimo gusto ver a esas personas de las que hice mención antes. Así que me acerqué a todos ellos. Me recibieron con un abrazo afable.
─Lo veo y no lo creo─ dijo el más alto de ellos, Guillermo.
─Llegó tu macho─ dije riendo.
─Hola Julián García, buenas noches─ reclamó Alba. No me trató de forma cariñosa, lo aprecié.
Me acerqué y le di un beso en la frente. No había necesidad de exponer ningún espectáculo.
─No me interesa lo que tengan ustedes dos, Albita─ dijo Guillermo─. Yo llegué antes que tú y tengo jerarquía.
Estoy seguro que Alba quiso decirle que estaba bastante equivocado, pero en su lugar rio. Siempre le ha enternecido la relación que llevo con mis amigos más cercanos.
Guillermo se acercó a abrazarme y me sostuvo así bastante tiempo. Conversamos de trivialidades mientras el resto se ponía de acuerdo con la famosa reunión. Guillermo era un tipo bastante reservado, impecable. Algo que siempre me impresionará de él es la forma tan seria que tiene para manejarse todo el tiempo. Es un tipo que así esté ganando el mundial de la risa, suelta todo lo que sale de su boca lo más impasible que puede, sin esbozar la más mínima risita.
─¿Culitos nuevos, Guillo?
─Para nada, papi. Vivo esperándote.
Alba apenas podía escucharnos, pero se doblaba en dos de la risa.
─Debes entender, mijita. Tengo otros asuntos de los cuales encargarme ahora.
─Todo es culpa tuya, Alba─ reclamó. Y aunque yo sabía que Guillermo bromeaba, nadie más hubiera podido notarlo.
─No es mi culpa que no hayas podido retener a tu hombre─ dijo Alba, siguiendo la corriente─. Además, si te hace sentir mejor, vas mucho más adelante que yo en los diminutivos de cariño. Te dijo mijita. A mí me dice Albita sólo el día que le recuerdo que cumplimos meses.
Alba estaba protegiendo mi honor, ¿cómo no amarla? Y claro que nunca me lo recordaba. Yo sabía que la fecha que ambos habíamos acordado para celebrarnos era el cuatro de cada mes. Desde ese maravilloso cuatro de enero.
─¿Qué le ves a ese energúmeno?─ replicó Guillermo. Pero esta vez reía. Me dio mucho gusto que Alba hubiera podido hacerlo mostrar los dientes. ¿Qué existía en este mundo que Alba no pudiera hacer?
─Veo que no te lo pudiste tirar. Es una lástima, Guillo. Creo que la respuesta es muy obvia.
A pesar de que llevaba más de un año conviviendo con Alba, su capacidad para salir con algo perspicaz y su química con un amigo era algo que no dejaba de maravillarme. Guillermo reía y me veía con un dejo de orgullo. Me recordó lo mucho que apreciaba que fuera mi amigo.
Dijimos algunas otras mariconadas más, hasta que nuestra atención fue llamada hacia el objetivo principal. Iban a reunirse para desestresarse ese fin de semana. Fui invitado por cortesía, más que todo. No decliné porque sabía que Alba no querría ir sin mí y yo no quería ser el novio aburrido que le privara de divertirse como ella solía hacerlo.
Pasada una media hora de planes y más planes, llegamos al fin al Monte Carlo.
─Tengo demasiada suerte.
─Eso es inherente a tu vida, amor. Pero sorpréndeme.
─Eres ruda, proteges mi honor, dices que me tiras, te llevas bien con todos mis amigos, pero al mismo tiempo sabes cómo ser tierna, salvaje, me haces el amor y no te enojas si no soy cariñoso contigo en público.
─La única persona autorizada para ver tu lado tierno soy yo. Además, también tengo mi reputación: no tengo sentimientos─ dijo, con una sonrisa de suficiencia en los labios.
─Así que me llevarás a una reunión con tus amigotes─ dije, en un tono algo dramático.
─No puedo pasar día y noche cumpliendo tus caprichos, Julián García. Y agradece que no te dejo en casa como debería.
─Te estás juntando demasiado con Guillermo. Se te está pegando su humor estúpido.
─¡No se ríe ni para respirar! No sabes lo que me cuesta sacarle una risita.
Alba se recostó sobre el asiento y cerró los ojos. Yo la abracé por la cintura, aún no quería salir del parqueadero.
─Te extraño todo el tiempo, amor─ dije.
─Pronto acabará, Juliancito mío.
─Y por cierto, tenemos siete meses juntos. No que esté contando.
Ella me sonrió muy feliz.
─Te amo.t
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Otra Forma de Lograr que me Ames
RomanceNadie más en el mundo que me mire con sus ojos color marrón y me sacuda la existencia. Todo lo que había vivido con ella, todas las excusas, todos los errores, todo lo que estaba por venir, era otra forma de lograr que me ame.