VI.
Alba tenía lágrimas en los ojos. Juro que estaba conmovido, pero no podía ceder. Estaba tan decepcionado y fuera de mí, que no me importó estar como el propio hombre cornudo reclamando no haber sido respetado, o al menos informado de su condición.
Sin mencionar que el ambiente era de miedo, yo había aventado algunas cosas a través de la habitación para liberar un poco la rabia y tenía a Alba prácticamente en un rincón y abrazándose a sí misma.
─Si querías que sufriera en carne propia lo que significa que jueguen con tus sentimientos, te felicito. Hiciste un trabajo asombroso.
─No seas injusto─ dijo entre sollozos─. Jamás he querido lastimarte.
─Sin embargo lo hiciste.
─Yo me quedé a tu lado cuando casi dejas embarazada a otra. No te cuestioné, ni te hice sentir mal. Hice todo lo posible por ser comprensiva más bien.
Estaba jugando bajo al traer lo de Raquel de vuelta.
─Me avisas si así va a ser esto. Lo de Raquel es historia, y por último, yo fui el que te comentó la situación. Imagina lo que hubieras sentido si otra persona te lo hubiera dicho. No puedes comparar.
─¿Quién te dijo y por qué le creíste?
─Alguien de confianza que por lo visto no mintió porque no has intentado negarlo. Y yo que como un imbécil me lamentaba porque no podíamos almorzar ni un solo día juntos. Lógicamente, estabas muy ocupada pasando todos los minutos de tu vida con él.
─Estoy aquí, perdiéndome al menos dos de mis clases por venir a tu llamado. Porque me importas.
Era la cereza del pastel. Así que solté la última arma que tenía.
─Lo siento si me estás haciendo un favor. Pero supuse que estarías dispuesta, digo, si faltas todo un día por el cumpleaños de un amigo, de seguro que podrías hacerme la caridad de venir a darme la cara.
Alba estaba atónita. Ya no tenía forma de defenderse, y eso era lo que yo estaba buscando.
─No sé qué quieres que te diga. No he tenido nada con Sergio, somos buenos amigos.
─Tengo más tiempo que tú haciendo esto, Alba. Que haya decidido hacerme el imbécil es diferente.
─Por favor créeme. A veces salía a las tres de la tarde de clases y tú entrabas a las cuatro y la única forma de movilizarme rápido era con Sergio. La persona que te dijo lo que te dijo lo hizo mal intencionadamente creando confusión.
─¿Y cómo es que todo es verdad? A veces creo que no tiene sentido nuestra relación, Alba.
El silencio fue abrumador. En vista de que no me respondió nada, entendí que el silencio mismo había otorgado.
Me senté en el ordenador para buscar algo que leer, aunque sin éxito ya que no podía concentrarme. Esperé a que se fuera a su clase, donde estaría feliz y con Sergio, pero permaneció allí, sentada.
Pasaron casi dos horas, hasta que decidí irme a mi habitación.
─La llave está donde siempre por si quieres irte─ le dije.
Me recosté sobre la cama y cerré los ojos. Tenía un sabor amargo en la boca y me sentía como mierda. Sólo deseaba nunca haberme encontrado con Diego y no saber. Al menos me evitaba esta terrible situación.
─¿Eres feliz conmigo?
Escuché decir desde la puerta.
─Lo era, hasta hace unas horas─ respondí con un hilo de voz.
Aguantarme por tanto tiempo el nudo en la garganta me estaba matando.
─No estoy confundida, Julián. Yo te amo a ti. Como nunca he amado a nadie. Tengo una buena razón para haber faltado ese día a clases, y créeme que me arrepiento no haber hablado contigo antes, tienes razón. Actué mal y dejé espacio para que pensaras mal. Yo de estar en tu lugar, ni siquiera te dejaría que me hablaras.
─Al menos lo entiendes. Aunque no lo entiendes en verdad. No sabes que cada palabra que salga de tu boca ahora puede ser mentira para mí, cuando antes tenías mi entera confianza.
─Me estás matando─ dijo, sollozando. Yo estaba a nada de romperme.
─No puedo ser un príncipe contigo. No ahora.
─Sergio me necesitaba. Yo creo que nunca te lo he dicho, pero Sergio creció sin papá. Ese señor se dedicó a hacerle dos hijos a la madre de Sergio y luego la dejó por su verdadera familia. Sergio está acostumbrado a los lujos porque su papá reemplazaba la falta de amor enviándole dinero, pero últimamente ya ni eso. Ha tenido una mala racha desde lo del incendio de su habitación, no sé si recuerdes y pocas personas han estado ahí para él. Yo soy una de ellas. El asunto es que el día de su cumpleaños el papá ni siquiera le escribió para felicitarlo, o mejor dicho, casi nadie lo hizo. Además que un tío suyo había tenido un accidente y toda la familia estaba en el hospital solucionando el problema. Probablemente no me creas, ni te dé pena, pero a mí sí. No tuve corazón para dejarlo solo. Lo ayudé en esos trámites, le invité una rodaja de chocolate y se nos fue el día.
Alba me estaba diciendo la verdad, o eso parecía.
─Como te dije, Sergio anda muy corto de dinero y la razón por la que almorzamos juntos es porque compramos a medias y comemos a medias. El resto le doy para la gasolina.
─Eres muy buena persona.
─Es mi amigo. Y sé que fue un error no decirte nada.
─Se te insinuó, ¿verdad?
Alba permaneció en silencio, se mordió los labios y largó un suspiro.
─Sí. El día de su cumpleaños me confesó que lo trataba con un cariño que no veía en nadie y que había sido un tonto por dejarme ir. Yo no supe qué decirle. Quería que fuera como antes, cuando me veía como una amiga nada más, esa amiga que no amaría ni en un millón de años. Sé que fui yo la que dio cabida a esta situación e intento resolverla. No quería enamorarlo, pero sucedió y ahora me esmero en solucionarlo porque te amo a ti y quiero ser feliz contigo. Quizás debí hablarlo contigo, pero no supe hacerlo. Creí que no entenderías.
Recordé la otra noche en el bar, cuando yo no había ido por el beso de esa chica y sin embargo regresé a casa con él. Yo no tenía calidad moral para reclamarle nada, pero en mi defensa, ella jamás se enteraría de que ello había sucedido.
─Julián, no te quiero perder.
─¿Lo has besado?
─No─ contestó inmediatamente─. No Julián, no podría.
─¿Tuviste guardia o fuiste a su fiesta? Para alguien que no tiene dinero, celebra a lo grande su cumpleaños.
─Los amigos que olvidaron su cumpleaños le hicieron esa reunión para disculparse. Y veo que ni siquiera crees que estuve de guardia.
─No en vano.
Estaba siendo duro con ella, pero no podía evitarlo.
─No sé qué hacer con esto, Alba.
─No puedes terminar con esto. No sería justo.
No dije nada. A esas alturas ya no sabía lo que quería. Alba se recostó al lado mío con los brazos cruzados sobre la frente. Estaba muy triste, podía notarlo.
─La única forma en la que yo estaría tranquilo es si te alejas de Sergio. Pero eso no pasará.
─No es que no quiera alejarme.
─Tampoco es que no puedes─ repliqué.
─Me importas tú─ dijo y se incorporó.
Apoyó un codo sobre la cama y con su mano libre me acarició el pecho.
─Me importa lo que vivo a tu lado. Y lo que me haces sentir.
ESTÁS LEYENDO
Otra Forma de Lograr que me Ames
RomanceNadie más en el mundo que me mire con sus ojos color marrón y me sacuda la existencia. Todo lo que había vivido con ella, todas las excusas, todos los errores, todo lo que estaba por venir, era otra forma de lograr que me ame.