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XIX.

"Estaba tan guapa, / tan guapa como la primera vez, / tan guapa como los finales tristes / que terminan con un beso, / como esas tormentas que te ahogan / si no te mojan, / tan guapa / como esas mujeres que / -por fortuna o por desgracia- / son para toda la vida." – La última primera vez.

Alba volvió a dormir por al menos seis horas más después del desayuno. Cuando despertó, la tarde caía. Yo me la había pasado viendo la televisión, excepto en la tarde un momento, que salí al pueblo por provisiones.

Alba estaba recostada boca abajo y abierta de piernas. Sus nalgas apenas asomaban bajo mi camisa y yo tenía que luchar conmigo mismo para dejarla descansar. Cuando estuviera recuperada, no le daría tregua alguna.

─¿Has estado viéndome toda la tarde?─ murmuró con la voz adormitada.

─Dime quién en su sano juicio te quitaría los ojos de encima.

Y sonreí de lado.

Alba se levantó perezosamente de la cama y se dirigió al baño. Estuvo dentro por interminables minutos. Poco después escuché la ducha abrirse y el agua cayendo en el suelo. Estaba muriendo de nervios. ¿Acaso Alba habría olvidado lo que habíamos hablado horas antes? ¿O era esta su forma de castigarme y decirme que estaba insegura de lo que habíamos pactado? Como fuera, yo estaba en lo que simulaba a una cocina, prácticamente mordiendo mis uñas.

Ella salió del baño con una expresión tímida y con el cabello mojado que caía a ambos lados de mi camisa.

─¿D-dónde está mi ropa?

─Te queda mejor la mía─ dije con algo de humor.

─Julián...

─Huele a vómito y creo que deberías botarla. O ir a buscar más a donde sea que te estés hospedando.

¿Y si estaba con un hombre? ¿Y si esa era la razón por la que no quería quedarse conmigo?

─Uhm... no recuerdo dónde dejé la llave de mi habitación.

─¿Viniste sola?

─Con un grupo de amigas, pero creo que ya se fueron. Espero hayan agarrado mis cosas y llevado hasta la residencia.

─De seguro lo hicieron. O sea que estás atrapada conmigo y mi ropa...

─Sin salida, como siempre.

Cocinamos algo para ambos en silencio. Con como iba la noche, era probable que fuéramos a algún bar o discoteca, un fugaz paseo por la playa y finalmente una madrugada de amor.

No pude evitar pensar en unos meses atrás en la residencia con Elena y todas las veces que cociné con ella. A pesar de las cosas malas que habían sucedido, ella fue buena conmigo, la tabla de salvación de mi naufragio y de alguna manera se lo agradecía. Despejé rápidamente ese pensamiento, no debía estarlos teniendo en ese momento.

Nos sentamos y empezamos a comer lo que habíamos preparado.

─¿Cómo has estado en este tiempo?

─Pues bien, el internado en el nuevo lugar ha sido muy enriquecedor. He ganado poder de decisión en cosas para las que creí que aún no estaba lista. El equipo médico es muy amable conmigo y he hecho varias amistades muy valiosas. Siento que me quieren mucho.

Fui a la nevera por un par de cervezas y puse una delante de su plato. Ella la rechazó de inmediato.

─Nunca más.

Otra Forma de Lograr que me AmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora