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Quiero que me hagas el amor.

Me dijo en un mensaje y yo sonreí. Desde el último sábado, había tenido muy poco tiempo para verla y la extrañaba.

Iría a robarte ahora mismo tu casa, amorcito.

Le envié.

Quieres que mi madre te meta preso, interesante. Son las doce de la noche. Es una buena hora, ya sabes.

Y me envió un guiño. Yo me reí porque Alba quería jugar. A estas alturas, lo que fuera era mejor que la sequía que estábamos viviendo.

¿Quieres jugar? Juguemos.

Soy muy mala para el sexo por teléfono, ¿sabes?

No le creí del todo.

Yo te enseño entonces. Bien, ¿qué tienes puesto mamita rica?

Ella me envió una carcajada.

Hey, tómate esto en serio. Tienes que entrar en el personaje.

Yo también estaba muriéndome de risa, pero quería entrar en ambiente.

Lo siento. Estoy uhm... con una blusa casi transparente, de tirantes. Shorts de encaje. No llevo ropa interior.

Perfecto.

Estás de pijama. ¿Te la quitarías por mí?

Depende de qué tan bien te portes.

Dijo. ¿Era en serio? Esta mujer me encantaba.

Recuerda la tarde que te hice mía. Que te tumbé en la cama y me introduje en ti. Me pusiste duro en cuestión de segundos. Eres sexy, mami, me encantó tu estrechez, tu manera de moverte conmigo. Me cuesta esperar tanto para volverte a coger.

¿Quieres que me toque?

Deberías estar haciéndolo ya.

Dije, seguido de un guiño.

Envíame una foto de tu miembro, necesito inspiración.

Espérame, mami.

Me serví de un par de imágenes en internet y el uso de mis manos para darle un aspecto que me favoreciera. Le tomé una foto y se la envié. Ella permaneció en silencio por un par de minutos, y su respuesta fue formidable.

Era una foto suya, mordiéndose el labio, mirando hacia sus pechos desnudos. Rosados, hinchados, deliciosos. La boca se me hizo agua. Por otra parte, su expresión era tierna, pero sensual, arrebatadora, de esas que te dejan sin aliento. Era una obra de arte.

El ambiente está listo. Tengo ganas de metérmelo en la boca y chuparlo hasta el fondo de mi garganta.

Agregó. Woah. Un oral de Alba.

Cierra los ojos e imagina que me la chupas, está caliente, dura, para ti mami. Si lo haces bien, tendrás la satisfacción de escucharme gemir. Quizás correrme en tu boca.

Me lo tragaría todo.

Dijo en seguida. Era una chica muy mala.

Tócate, mi amor. Ahí, en los senos, yo sé que te encanta. Imagina que les paso mi lengua de arriba abajo, que los muerdo, sin importarme que te duela, que gimes, que gritas. Porque no vas a dejar de gritar mientras me tengas cerca.

Me mandó una foto donde se pinzaba los senos. Su piel estaba erizada, lista. Cómo me gustaría tenerla entre mis brazos en esos momentos.

Quiero que te toques tú también, mastúrbate para mí.

Dijo. Yo sonreí. Alba me dio una orden directa, la seguiría.

Con esa fotito, amorcito, me correría hasta el final de mis días. Tengo unas ganas inmensas de ponerte en cuatro, introducirme en ti, nalguearte y escucharte gritar mi nombre. ¿Quién es tu hombre, Albita?

Julián García, mi amor.

Sigue tocándote. Rózate ahí.

Me gustaría que lo hicieras tú mejor. Que me pasaras tu lengua.

Imagina que lo estoy haciendo. Cuando estés mojada, resbaladiza, métete el dedo índice. Sólo ese.

Se demoraba en escribir, de seguro estaría haciéndolo con una sola mano. Yo la secundé.

Ahora sácalo y mete sólo el del medio. Al mismo tiempo, el pulgar en tu clítoris. Y mueve tus piernas. Imagina que estoy dentro de ti.

Lamento decepcionarte, pero eres más grande.

Yo sonreí.

Métete otro, entonces. Acaricia hacia arriba. Tú sabes mejor que yo cómo.

Estuvimos un rato más enviándonos mensajes eróticos, posiciones, caricias, sudor, calor. Necesitaba tirármela lo más pronto que pudiera.

Después de un momento, me llegó una nota de voz suya. Le coloqué los auriculares a mi teléfono y la reproduje. Eran sus gemidos envolviendo mi nombre, gritos apagados y respiración acelerada. Alba me había grabado su orgasmo. La amé aún más. La puse en reproducción repetida varias veces, mientras aceleraba el ritmo de mi mano. Pronto cedí al primero orgasmo que había tenido por ella. El primero de muchos, esperaba.

En seguida, la llamé. Tenía una sonrisa en los labios.

─Estoy más relajado─ dije.

¿Pudiste?

─Claro amor. Con esa nota de voz, cómo no. La haré mi tono de llamada.

Tonto.

Rio tímidamente.

─Tengo ganas de abrazarte─ admití─. Y me mentiste. Eres buena.

Tengo mis momentos. Tu manera de inspirarme ayudó a sacar mi lado pervertido.

─Un oral, estoy escandalizado.

Reímos.

Te sorprenderías.

─Espero que ya hayas pedido permiso para tu "guardia" este sábado.

─Sí amor. Está más que asegurado. Quiero que me vueles los sesos.

─Será un placer, tesoro.

No me digas así.

Alba sabía que yo le decía así a... bueno, todas.

─Oye, te quiero.

Yo más. Te extraño todo el día, todos los días.

─Descansa mami. Ya tendremos tiempo para divertirnos. Estaré pensando en ti.

Y yo.

─Me gusta saber que eres mía.

Me estremezco cada vez que lo recuerdo. Y de la manera bonita.

─Hasta mañana, amor.

Hasta mañana, Juliancito mío. Descansa y pórtate bien.

Cerré el teléfono,suspiré. Le diría que la amaba el sábado, le haría el amor el sábado.Amanecería junto a ella si Dios lo permitía. Junto a mi Alba, mi dulce Alba.

Otra Forma de Lograr que me AmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora