Capítulo 9.

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La cabeza me duele y siento que si abro los ojos toda aquella carga emocional se arrojara hacia mí de una sola bofetada. Me remuevo sintiendo la suavidad de mi edredón debajo de mi cuerpo y comienzo a abrir los ojos lentamente, porque tengo miedo de lo que veré al despertar. Jeff está a mi lado, me acaricia suavemente el cabello y me mira con una enorme preocupación bañando sus ojos.

No hay nadie más en la habitación así que opto por pensar en que aquel horrible incidente fue un mal sueño, una pesadilla. Mi hermano aprieta mi mano y después comienza a caminar hacia la puerta para llamarle a mi madre.

Ella aparece dos segundos después con el rostro reflejando la preocupación maternal en la que estaba sumida. Viene hasta mí y me estrecha en sus brazos de una forma reconfortante, ahora mismo cuando la tengo a ella a mi lado, no me importa que el padre de Jeff me odie.

—Oh, mi vida —susurra.

—Perdón —murmuro.

—Tranquila, todo está bien ahora.

—Luke y yo no estábamos haciendo nada malo —murmuro torpemente—. Él sólo me hacía cosquillas y...

—Calma, Amelie. El doctor dijo que no te alteraras demasiado. Te creo.

¿Doctor? ¿Cuándo?

—Luke se fue a casa, pero ha llamado tres veces preguntando por ti, quizá sea bueno que le llames —murmura Jeff y después sale del ático.

—Mamá, no quiero que él esté aquí —le digo al borde del llanto—. No quiero que me mire de nuevo con aquellos ojos de desprecio.

—Tranquila, mi niña —susurra y sé que está llorando—. Te he elegido a ti siempre, Amelie.

—Lo sé —suspiro y me limpio la nariz con el dorso de la mano—. Te amo, mamá.

—Y yo a ti. Por encima de todo —sonríe tiernamente y después me limpia las mejillas.

Ella sale de mi habitación, conteniéndose un poco para no llorar colosalmente frente a mí. Recargo mi cabeza en la almohada y decido que llamaré a Luke.

Él responde al tercer tono.

—Estaba muy preocupado —murmura—. ¿Te sientes mejor?

—Sí —asiento, a pesar de que sé que él no puede verme—. Gracias.

— ¿Quieres hablar de algo? —cuestiona—. Escucharé cualquier cosa que te haga desahogarte para que te sientas mejor.

—Quizá mañana —suspiro—. ¿Puedo verte después de clases?

— ¿No irás a la Universidad?

—No —murmuro—, pero no le digas a nadie.

—Entonces mañana paso por ti temprano y nos perdemos haciéndoles pensar a todos que vamos a clases.

—Eso suena tentador —suspiro—. Gracias Luke.

—Aunque ahora tu vida esté nublada sigues siendo una cálida tarde de verano.

Sonrío.

—Gracias, ojos azules. Te veo mañana.

—Seré puntual. Ten dulces sueños.

—Sólo si tú estás en ellos —murmuro, robándome la frase que él me dijo antes y cuelgo.

Me levanto de la cama sintiendo leves punzadas en mi cabeza, pero no es nada que no pueda controlar. Me asomo al andador y como no escucho nada extraño decido que bajaré a la cocina por algo para acallar las protestas de mi estómago. Pongo mi mano sobre el barandal y desciendo lentamente por las escaleras.

STAY - L.H -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora