Capítulo 43.

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Sería una completa mentira decir que nunca has soñado o tan siquiera pensado en cómo sería la boda de tus sueños; a lo largo de la vida de una chica se filtran cientos de ideas para ese día especial, y estoy segurísima de que nadie puede negar eso.

Y justo ahora me siento como si todo esto estuviese sacado de mis más profundos sueños y anhelos. Sé que me he apartado de todas y cada una de las decisiones que se tomaron en cuestión a mi boda con Luke, pero justo ahora todo luce exactamente como se vería si yo lo hubiese elegido.

Es mucho más de lo que llegue a imaginar.

En donde usualmente estarían los muebles de la sala se encuentra una mesa enorme en donde ya hay algunos regalos y a la izquierda está otra mesa más pequeña con un arreglo de flores: tulipanes blancos y rosas rosas en el centro. Simplemente hermoso.

Hay gente moviéndose de un lado a otro con algo de prisa y aquello me parece realmente gracioso. Todas estas personas están aquí solo para que mi boda sea la mejor de todas las bodas del mundo.

— ¡Ahí estás! —exclama Liz Hemmings y viene a abrazarme de una forma maternal que me pone un poco sentimental—. Te ves preciosa. Estás increíble Amelie.

—Gracias señora Hemmings —sonrío.

—Nada de formalidades, vas a ser la esposa de mi hijo así que puedes decirme Liz.

Ella no deja que diga nada más, vuelve a envolverme en sus brazos y después pone un ramo en mis manos.

—Tal vez te hayan dado uno ya —murmura y se disculpa con la mirada—, pero este es idéntico al que usé cuando me casé con Andrew, lo mandé a hacer hace unos días. Si no quieres usarlo...

—Nada de eso —niego con la cabeza—. Es hermoso. Lo usaré. Muchas gracias.

—Bien, te daré unos minutos. Luke está en el jardín con algunos invitados, avisaré que has llegado.

Liz Hemmings me lleva al despacho de su marido y me deja ahí, sola. Me siento unos segundos en la enorme silla que está detrás del escritorio y medito todo lo que está pasando. Es increíble.

Mi mirada repara en el ramo que me ha dado la madre de Luke y mi pecho se llena de una felicidad extraña, un sentimiento que nunca había sentido antes pero que es muy bienvenido y reconfortante. Ojalá tenga muchísimo tiempo para disfrutar de todo lo que estamos construyendo.

Me pongo de pie en cuanto alguien entra en el despacho, se trata de mi padre. Él me ha traído hasta la casa de los Hemmings en su coche y no se ha separado ni un momento de mí desde que estuve completamente lista.

— ¿Estás nerviosa? —me pregunta y se acerca para darme un abrazo fugaz.

—La verdad es que no, la felicidad opaca cualquier otro sentimiento.

—No tienes idea de lo orgulloso que estoy de ti, Amelie. Te miro y no puedo evitar pensar en la gran mujer en la que estás a punto de convertirte. Te amo, hija —sus ojos se cristalizan y aquello me llena de un profundo miedo.

—No llores, papá.

—Sí, lo siento —asiente, intenta recomponerse pero no le es muy fácil.

—Todos están listos para ti —anuncia Jenny abriendo la puerta del despacho abruptamente—. Oh, lo siento. ¿Interrumpí algo?

—No —murmura mi padre sonando muy convincente.

—Bien. Es tu momento, Amelie —me dice Jenny y se acerca para acomodar mi cabello, que cae en suaves rizos a los costados de mi rostro—. ¿Y el otro ramo?

STAY - L.H -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora