Capítulo 41.

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Es gracioso, hasta cierto punto, observar a mi madre y a Liz Hemmings discutir acerca de los centros de mesa que quieren para la boda. El evento más apresurado que he visto en mi corta vida, pero no me quejo demasiado puesto que, no sé qué tanto tiempo me quede aún. Estos últimos días he estado tomando algunos medicamentos, no me dejan salir de casa y únicamente permiten que me levante para ir al baño, lo cual hasta cierto punto es deprimente.

—Creo que a pesar de todo estás emocionada —murmura Blake, el hijastro de mi padre, haciendo que mis pensamientos se dispersen rápidamente.

—No me cambies el tema —bufo—. Sé que no es de mi incumbencia pero, ¿ya se los dijiste?

—No quiero que mi madre sepa de mi cáncer —se ríe—. Eso sonó gracioso.

—Claro que no —pongo los ojos en blanco y me concentro un momento en él.

No luce mal. Al contrario, luce tan fuerte y guapo como siempre, cualquier persona podría creer que está lleno de vitalidad y de juventud, por eso es que nadie se ha dado cuenta de que hay una terrible enfermedad dentro de su cuerpo, llevándose aquella luz de vida poco a poco.

—Sigo manteniendo mi opinión sobre ti —le digo con tono hosco—. Deberías cuidarte, acepta un tratamiento.

—Y tu deberías decirle a esas mujeres que ambos centros de mesa son horribles —murmura en voz alta.

Mi madre voltea en nuestra dirección y le frunce el ceño a Blake, parece que no le ha gustado lo que ha dicho, lo cual me resulta gracioso.

— ¿Cuál te gusta más a ti Amelie? —me cuestiona la señora Hemmings.

—No lo sé —suspiro—. Quizá deba preguntarle a Luke.

Ella me sonríe y asiente suevamente, como si comprendiera que no quiero gastar las pocas fuerzas que me quedan en escoger uno de los dos centros de mesa los cuales, sinceramente, son demasiado para mi gusto.

Se acordó que la boda será en el jardín de la casa de los Hemmings, ya que es un poco más amplio que el que hay en mi casa.

Al principio discutí un poco con Luke sobre eso ya que a mí me hubiese bastado algo más sencillo, simplemente con nuestras familias reunidas, pero él insistió en invitar a más personas porque quiere que ese día sea muy especial e inolvidable para mí.

—Creo que me voy —murmura Blake—. Hay una fiesta en casa de un amigo, me gustaría que vinieras conmigo pero...

—Mi corazón es una mierda, lo sé —sonrío—. Sabes que si necesitas algo puedes contar conmigo. Te aprecio y me gustaría que reconsideraras la opción de un tratamiento.

—Lo voy a pensar, sólo por ti —él me guiña y se despide fugazmente antes de irse.

Me recuesto en el sofá y miro a Jenny, siento mucha lástima por ella porque mi madre y Liz la han traído de un lado a otro desde hace dos semanas. Es una castaña delgada y bonita que organiza bodas, pero está vuelta loca porque creo que nunca le habían dado un plazo tan corto para tenerlo todo listo, luce cansada y estresada.

—Amelie, ¿has revisado las revistas que te di? —me cuestiona elevando una ceja.

—Eh... Las revisaré ahora mismo —le sonrío y ella simplemente niega con la cabeza.

Me cae bien porque a pesar de todo, de verdad luce encantada y complacida, además de dispuesta a que esta boda salga lo mejor posible. No miento al decir que parece más entusiasmada que yo.

Tomo las revistas que están sobre la mesita de la sala y las hojeo sin mucho interés. No quiero escoger un vestido de novia típico, quiero un vestido en el que pueda sentirme bien. Joven e ilusionada. Por eso es que me cuesta tanto tomar cualquier decisión en lo que respecta a la boda, sé que Luke quiere esto por mí, para que sea feliz tan sólo por un momento, antes de que mi corazón deje de funcionar para siempre, pero yo no estoy tan convencida ahora, simplemente pienso en que todo esto de la boda es un preámbulo a mi muerte y aquello me hace sentir infinitamente triste.

STAY - L.H -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora